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Placeres Prohibidos" es una colección de historias cortas ficticias que exploran el sexo incestuoso.
Airi, con sus 20 años, era un joven tímido y callado, siempre perdido en sus pensamientos y libros. Desde la muerte de su padre, se había cerrado al mundo, rehuyendo cualquier oportunidad de conocer nuevas personas o salir de casa. Encontró consuelo en la lectura, refugiándose en las páginas de sus libros para escapar de la realidad. Sayuri, su madre de 31 años, era consciente de la inocencia y la soledad de su hijo y sabía que era el momento de guiarlo en el mundo de los adultos.
Esa tarde, Airi estaba sentado en el porche de la casa, absorto en un libro de poesía. El sol se filtraba entre los árboles, creando un ambiente sereno y tranquilo. Sayuri, que había estado trabajando en el jardín, lo observaba desde la distancia, admirando su concentración y su belleza juvenil. Decidió que era el momento perfecto para iniciar a su hijo en los placeres de la carne.
"¿Qué estás leyendo, Airi?" preguntó Sayuri, acercándose a él con una sonrisa cálida.
Airi levantó la vista de su libro, sus mejillas sonrojándose ligeramente. "Es un libro de poesía, madre. Me encanta cómo juegan con las palabras."
Sayuri se sentó a su lado, su presencia cercana haciendo que el corazón de Airi latiera más rápido. "Me alegra que encuentres consuelo en la lectura, pero hay otros placeres en la vida que también deberías explorar."
Airi la miró, sus ojos llenos de curiosidad e inocencia. "¿Como cuáles, madre?"
Sayuri se inclinó hacia él, su voz un susurro seductor. "Como el placer de estar con alguien que te ama y te desea. Alguien que puede enseñarte todo sobre el cuerpo y sus secretos."
Airi tragó saliva, nervioso pero excitado. "Nunca he estado con una chica, madre. No sé si sabré qué hacer."
Sayuri sonrió y le acarició la mejilla. "No te preocupes, mi amor. Yo te guiaré. Hoy será tu primera vez, y quiero que sea especial."
Airi asintió, sus ojos fijos en los de su madre, confiando plenamente en ella. Sayuri se levantó y le tendió la mano. "Ven conmigo, Airi. Vamos a descubrir juntos el placer."
Airi tomó su mano y la siguió dentro de la casa, su corazón latiendo con fuerza. Sayuri lo llevó a su habitación, donde la luz suave de la tarde creaba un ambiente íntimo y acogedor. Lo acostó en la cama y comenzó a desvestirse lentamente, dejando que sus curvas generosas y su belleza exótica se revelaran ante los ojos ansiosos de su hijo.
"Tócame, Airi," susurró Sayuri, su voz llena de deseo. "Explora mi cuerpo y descubre qué te gusta."
Airi, con manos temblorosas, comenzó a tocar los senos de su madre, sus grandes y firmes senos llenando sus manos. Los acarició suavemente, haciendo que Sayuri gimiera de placer. Sus pezones, duros y sensibles, se erguían bajo su toque, pidiendo más atención.
"Sí, Airi, así," susurró Sayuri, su respiración entrecortada. "Me encanta cómo me tocas. Ahora, quiero que me beses y me pruebes."
Airi, obedeciendo, bajó su cabeza y comenzó a besar y mordisquear los senos de su madre, su lengua explorando y saboreando cada rincón. Sayuri gimió y se arqueó contra él, pidiendo más. Airi, cada vez más seguro, bajó sus manos por el cuerpo de su madre, acariciando su cintura y sus caderas amplias antes de llegar a su entrepierna.
"Estás húmeda, madre," susurró Airi, sorprendido y excitado.
Sayuri sonrió, sus ojos llenos de lujuria. "Sí, lo estoy. Y quiero que me hagas el amor, Airi. Quiero que me llenes y me hagas tuya."
Airi, con el pene duro y palpitante, se posicionó entre las piernas de su madre y, con una sola embestida, entró en su vagina, llenándola completamente. Sayuri gritó de placer, sus uñas clavándose en la espalda de Airi mientras él comenzaba a moverse dentro de ella.
"Sí, Airi, así," gritó Sayuri. "Mueve tus caderas, entra y sal, hazme tuya."
Airi obedeció, embistiéndola con movimientos lentos y profundos, disfrutando de la sensación de su vagina apretada y caliente. El placer era intenso, y cada movimiento lo llevaba más cerca del éxtasis.
"Me encanta cómo te sientes, madre," gruñó Airi, su voz llena de pasión. "Eres tan apretada y caliente."
Sayuri lo miró, sus ojos llenos de amor y lujuria. "Y a mí me encanta cómo me haces sentir, Airi. Eres todo lo que siempre he deseado."
Airi continuó moviéndose dentro de ella, sus embestidas cada vez más rápidas y desesperadas. Sayuri podía sentir cómo su cuerpo se tensaba, acercándose al borde del abismo. Con un último y poderoso empujón, Airi la llevó al clímax, sus gritos de placer resonando en la habitación mientras su cuerpo se convulsionaba de éxtasis.
"Airi, sí, así, lléname con tu semen caliente," suplicó Sayuri, y Airi, con un gruñido final, liberó su semilla dentro de ella, llenándola completamente.
Ambos colapsaron en la cama, sus cuerpos entrelazados y sudorosos, sus corazones latiendo al unísono. Sayuri acarició el cabello de Airi, una sonrisa de satisfacción en su rostro.
"Te amo, Airi," susurró. "Y estoy muy orgullosa de ti. Hoy has dado un paso importante en tu vida."
Airi la miró, sus ojos llenos de amor y gratitud. "Y yo a ti, madre. Gracias por enseñarme tanto."
En ese momento, en esa habitación iluminada por la luz suave de la tarde, madre e hijo habían compartido un momento de intimidad y placer, un lazo que los uniría para siempre en el amor y la lujuria incestuosa.
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