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Esperando un nuevo comienzo de su vida después de que ella se graduara de la escuela secundaria, estaba lista para volar en el cielo y elevarse hacia su sueño. Pero no sabía que su vida cambiaría al regresar a casa. El mayor evento que le cambió la vida la estaba esperando. Apenas era consciente de que el brazalete que llevaba puesto desde su nacimiento era un signo, que representaba su destino de casarse con un hombre que nunca había conocido. No podía hacer nada más que seguir el acuerdo, porque la vida no estaba dispuesta a perdonarla. Su impotencia no le dejaba otra opción. Pero finalmente, ¡ella decidió renunciar a todo y huir! Y de nuevo, el cielo se burló de ella. Para su sopresa, el supuesto prometido volvió a entrar en su vida. ¿Qué le esperaba en el futuro y hacia dónde la llevaría la vida?
En Ciudad S, de País Z...
Era mediados de junio y la gran morera estaba floreciendo una vez más.
Fiona Ji miró los árboles de arriba abajo, suspiró y siguió su camino, pensando que debía ir a la escuela.
El auditorio del instituto estaba lleno de gente. Era el día de la graduación y todos los estudiantes y padres esperaban con emoción el comienzo de la ceremonia de apertura. Era otro año, y otro grupo de recién graduados. Los estudiantes acababan de terminar sus exámenes de ingreso a la universidad y estaban a punto de iniciar un nuevo hito en sus vidas.
Entre bastidores, Fiona Ji esperaba detrás del telón para dar su discurso. Era indudablemente hermosa. Su suave y negro cabello caía elegantemente sobre sus hombros, lo que hacía que su piel clara, que tenía un tenue brillo rosado, resaltara aún más. Sus grandes y brillantes ojos parecían tener un millón de cosas que decir. Sus gruesas y largas pestañas a menudo proyectaban sombras sobre sus ojos, haciéndola aún más encantadora.
Se arregló el uniforme que llevaba puesto, se ajustó el lazo atado a su cuello y murmuraba para sí misma, practicando su discurso una última vez.
"Fiona, te toca. Ven aquí y prepárate para subir al escenario", le susurró una de sus profesoras.
"Sí, señorita Zhou".
"¡Todos, por favor, denle la bienvenida a la estudiante más sobresaliente de esta clase de graduados, Fiona Ji!".
La chica respiró hondo, se dirigió al centro del escenario y subió al podio mientras los aplausos llenaron todo el auditorio.
Algunos de los estudiantes más traviesos silbaron cuando la vieron, pues muchos de ellos la veían como una diosa, bella e inteligente. Además, era bastante fría con otras personas, lo que la hacía aún más misteriosa, por eso la mayoría de los estudiantes no se atrevían a acercársele.
Lo que no sabían era que ella fue una niña muy feliz, siempre estaba sonriendo y riendo. Pero, obviamente, esos días ya son agua pasada...
"Fue hace tres años cuando empezamos el instituto. Éramos inocentes e ingenuos. En ese momento, era fácil imaginar todo lo que podíamos ser. Pero, todavía tenemos que decidir qué queremos ser realmente, qué nos apasiona, qué tipo de vida podemos lograr por nosotros mismos. Pronto seremos capaces de crecer y descubrir más sobre nosotros en el próximo capítulo de nuestras vidas. Por suerte, nuestros mayores estarán allí para guiarnos en cada paso del camino. Al entrar en la universidad, no olvidemos tampoco construir relaciones profundas y significativas. No hay necesidad de atravesar ningún obstáculo solos.
El instituto puede parecer el mejor momento de nuestras vidas, pero yo digo que lo mejor está por venir. Cuando dejemos esta escuela, hagamos todo lo posible para lograr nuestros sueños. ¡Felicitaciones a todos! Gracias".
Cuando la joven terminó su discurso, algunas de las chicas ya estaban sollozando de tristeza. También había un poco de pena en el fondo del corazón de Fiona. Ella quería volver y ver el árbol gigantesco de la escuela.
Cuando la ceremonia terminó, los estudiantes se despidieron con lágrimas en los ojos. Algunos se estaban tomando fotos con sus padres, otros estaban charlando con sus profesores favoritos y otros se jactaban en voz alta de lo que iban a hacer después.
Al parecer Fiona era la única que llegó sola a la graduación. Han pasado casi diez años.
'Padre, madre... ¿cómo están en el cielo? ¿Han visto cuánto he crecido? ¿Están orgullosos?'. "¡Hola, Fiona!".
Mientras pensaba en silencio para sí misma, alguien detrás de ella la llamó de repente. Se dio la vuelta y vio que era uno de los delegados de su clase.
"¿Qué sucede?", preguntó la joven cortésmente.
"Oh... eh, nada", tartamudeó él mientras reía nerviosamente. El chico era tan tímido que se rascó la cabeza y dijo: "He oído que has quedado en segundo lugar en los exámenes de ingreso a la universidad en nuestra ciudad. ¡Eso es asombroso! ¿En qué universidad te inscribiste?".
"En la Universidad D".
"Guau. ¡Es una gran universidad! Está en Ciudad M, ¿verdad? ¡Está bastante cerca, así que es conveniente para que vuelvas a casa!".
"Sí", respondió la chica con una ligera sonrisa. Esa era la ciudad natal de sus padres, y fue la de ella también hasta que tuvo unos ocho años. Para ella, su hogar no estaba donde está ahora, sino en Ciudad M, el lugar donde pasó la mayoría de sus momentos más felices.
"¿Qué especialidad?", preguntó él sonriendo ampliamente.
"Diseño de joyas, especialidad en el Departamento de Arte".
"¡Eso es tan genial!", dijo el chico con admiración, y añadió: "Eres muy talentosa. ¡Estoy seguro de que serás capaz de diseñar muchas joyas hermosas!".
"Gracias", respondió ella en un tono de gratitud, y luego continuó mientras se daba la vuelta para irse: "Bueno, entonces. Si me disculpas".
"¡Eh, espera!", la llamó el joven apresuradamente.
"¿Qué pasa?", dijo ella mirándolo al detenerse en seco.
"Me preguntaba si podría invitarte a salir mañana", le dijo él.
"¿Para qué?", le preguntó ella con el ceño fruncido.
"Fiona, es solo que... ¿Quieres salir conmigo? ¡Me gustas!", después de su confesión, el rostro del chico se sonrojó.
"Yo...", sorprendida, ella también se sonrojó, sacudió la cabeza y le respondió: "Mira... lo siento muchísimo, pero no me interesa salir con nadie por el momento".
"¡Pero podemos empezar como amigos!", insistió él.
"Ya somos amigos, lo siento", se negó ella con una sonrisa de disculpa.
"Está bien...", dijo él, quien se metió las manos en los bolsillos, con la cabeza gacha.
Fiona pasó por delante de toda la gente, se subió a un autobús y, con mal humor, miró por la ventana, observaba los árboles que pasaban de largo.
Hace diez años, cuando solo tenía ocho años, sus padres fallecieron. Al quedar sola, Fiona se mudó a Ciudad S para vivir con su tía. Pronto, ella va a estudiar en una universidad en Ciudad M, el lugar donde ella y sus padres solían vivir. Aunque todavía había un poco de nostalgia en su corazón para dejar Ciudad S.
"Ahora nos detenemos en Jardín XJ. Una vez más, deteniéndonos en Jardín XJ".
Fiona agarró su bolso y se bajó del bus.
Al hacerlo, vio un auto familiar que parecía estar esperándola.
'¿No es del señor Wayne?', pensó.
Entonces aceleró su paso, se subió al coche y se dirigió a casa de su tía.
Tan pronto como entró, vio al asistente de Wayne Cheng, Víctor Zhang.
Los demás eran su tía Jenny, su tío Mike y su prima Ángela, y se veían rígidos y tensos con Víctor en la sala de estar.
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