Soy tuyo

Vivía para él y nada más.

Dejó atrás todo para poder formar una familia, ocuparse del amor y darlo todo.

Él dejo algunas cosas pero obtuvo otras para no perder el tiempo.

Aún con todo eso se amaban locamente como una pareja normal, aunque como todos tenían sus ideas y vueltas, algo mínimo: discusiones, reproches y reconciliaciones románticas.

Los primeros meses de convivencia fueron soñadas. Con el transcurso de las semanas, años, ya se había vuelto algo rutinario y costumbre de verse todos los días. Adam vivía ocupado con su empresa y ella estaba completamente enfocada en su rol de ama de casa, no le gustaba mucho pero disfrutaba el tener ganas de formar una familia. Había días que lo esperaba hasta tarde pero él no regresaba a su casa y le tocaba dormir sola. Al día siguiente, se levantaba y él ya no estaba y solo veía una nota de buen día.

Pasaron más de 10 años así...

Annie seguía esperándolo cada vez que se le hacía tarde. Se mantuvo en silencio por años soportando todo por amor hasta que un día sus ojos vieron lo que jamás quiso ver y se negaba a imaginar.

—Sabíamos que cosas así pueden suceder, Annie — le dice acercándose a ella para calmarla.

Cierra los ojos para tranquilizarse y borrar lo que había visto.

Había luchado toda su vida para formar una familia normal pero todo lo bueno le duró poco, sentía que algo andaba mal y ahora cuando no podía completar lo que más amaba. Pero todo estaba marcando para dejar de recibir golpes y abrir los ojos.

—Años sabiendo que esto podía sucedernos pero aún así, ¿no te importo que dejará mis mejores años a tu lado? ¿En qué mundo vives Adam? — le pregunta enfrentándolo.

Ya no era el mismo Adam del que ella se había enamorado años atrás;

Ya no eran ellos y ya el amor no era el mismo.

¿Ya habían madurado más de la cuenta que se perdieron en el tiempo y quedó atrás ese amor por el cual tanto lucharon?