Instalar APP HOT
Inicio / Moderno / Amor inquebrantable
Amor inquebrantable

Amor inquebrantable

5.0
1 Capítulo
Leer ahora

Había solo un hombre en el corazón de Raegan, y ese era Mitchel. Durante su segundo año de matrimonio, ella quedó embarazada. La alegría de Raegan no tenía límites. Pero antes de que pudiera darle la noticia a su esposo, él le entregó los papeles del divorcio porque quería casarse con su primer amor. Tras un accidente, Raegan yacía en un charco de su propia sangre y llamó a Mitchel para pedir ayuda. Desafortunadamente, él se fue con su primer amor en brazos. Raegan escapó por poco de la muerte. Después, decidió retomar el rumbo de su vida. Años más tarde, su nombre estaba por todas partes. Mitchel se sentía muy incómodo. Por alguna razón, comenzó a extrañarla. Su corazón se rompía al verla sonreír con otro hombre. Interrumpió su boda y se arrodilló mientras ella estaba en el altar. Con los ojos enrojecidos, le preguntó: "¿No dijiste que tu amor por mí era inquebrantable? ¿Cómo es que te estás casando con alguien más? ¡Vuelve conmigo!"

Contenido

Capítulo 1 Vuelve la exnovia

Raegan Hayes estaba algo distraída en ese instante.

Desde la tarde, lo único en lo que podía pensar era en las palabras del médico. "¡Felicidades! Está embarazada!".

De repente, Mitchel le pellizcó el brazo con fuerza, y su voz grave resonó al segundo siguiente: "Vuelve a la tierra. ¿En qué piensas?".

Antes de que pudiera responder, él la besó con fuerza después de sujetarle la nuca con cariño, y luego se dirigió al baño.

La joven permaneció inmóvil en la inmensa cama, con mechones de pelo húmedos pegados a las sienes y las mejillas. Miraba al techo con los ojos llenos de lágrimas, y su cuerpo desnudo le dolía ligeramente.

Al cabo de un momento, sacó el informe de la prueba de embarazo del cajón de la mesita de noche.

Fue al hospital por un dolor de estómago incesante, y después de un análisis de orina, el médico le dio la noticia: ¡tenía casi cinco semanas de embarazo!

La noticia la tomó por sorpresa, pues ella y Mitchel siempre se protegían cada vez que tenían relaciones sexuales.

Después de darle vueltas al asunto, recordó el momento de la concepción, y resultó que fue el mes pasado, después de una fiesta. Su esposo la llevó a casa y, de repente, en la entrada, le preguntó si estaba en su periodo de seguridad.

Ahora, se dio cuenta de que ese periodo no era para nada seguro.

El sonido del agua corriendo provenía del baño. Mitchel era su marido. Llevaban dos años casados en secreto, era su jefe en el trabajo, el presidente del Grupo Dixon.

Todo había ocurrido muy deprisa. Era una empleada recién llegada a la empresa cuando, por accidente, tuvieron relaciones por primera vez después de una fiesta.

Días más tarde, el abuelo de su marido cayó gravemente enfermo, y fue entonces cuando le propuso un matrimonio de conveniencia solo para cumplir el último deseo del anciano.

Firmaron un acuerdo prematrimonial, acordando ocultar su matrimonio al público, y su unión podría terminarse en cualquier momento.

Era algo inusual; sin embargo, Raegan se consideró afortunada en ese momento.

Jamás pensó que se casaría con el hombre del que había estado enamorada durante ocho años, así que aceptó encantada.

Después de su boda, su marido estaba muy ocupado, pasaba la mayor parte del tiempo trabajando.

Ella deseaba pasar más tiempo con él en casa; sin embargo, se sentía tranquila porque en los últimos dos años no había habido rumores ni escándalos sobre él y otras mujeres.

Excepto por su ligera indiferencia, su marido era un marido perfecto.

La joven tenía sentimientos encontrados mientras miraba el resultado de la prueba de embarazo, pero al final decidió contarle la verdad a Mitchel.

También quería decirle que no lo había conocido hacía dos años, sino que llevaba muchos años enamorada de él.

La ducha del baño finalmente se detuvo, y tan pronto como Mitchel salió, su teléfono sonó. Se dirigió al balcón con solo una toalla de baño y contestó la llamada.

La joven revisó la hora y vio que ya era medianoche, y se sintió un poco inquieta. ¿Quién llamaba a Mitchel a esas horas de la noche?

Mitchel pasó unos minutos en el balcón, Después, regresó a la habitación y se quitó la toalla.

Su figura era un espectáculo digno de contemplar. Los músculos de su abdomen estaban marcados, sus glúteos eran firmes y sus piernas largas y musculadas. ¡Ese hombre era todo un partidazo!

No era la primera vez que la joven lo veía desnudo; aún así se sonrojó y su corazón comenzó a latir con fuerza.

El hombre, ajeno a la mirada que lo recorría, recogió su camisa y los pantalones de vestir de la cama, se los puso y luego se anudó la corbata con sus delgados dedos. Su rostro atractivo, de rasgos definidos, lo hacía lucir más imponente esta noche.

Era todo un espectáculo.

"No me esperes despierta. Buenas noches", dijo finalmente.

¿Qué? ¿Ya se iba? ¿A estas horas?

La joven apretó con fuerza el informe de la prueba de embarazo mientras lo miraba decepcionada, e inconscientemente se apartó un poco. Después de pensarlo un momento, soltó: "Ya es muy tarde".

Los dedos de su marido se detuvieron en su corbata y, con una ligera sonrisa, le pellizcó el lóbulo de la oreja y preguntó: "¿Todavía estás cachonda? ¿Quieres que te haga venirte de nuevo?".

Al oír eso, la joven se sonrojó hasta la raíz del cabello, y su corazón latió con fuerza en su pecho. Estaba a punto de decir algo cuando él la soltó y le dijo: "Pórtate bien, ¿de acuerdo? Tengo algo que hacer. No me esperes".

Con eso, se dirigió a la puerta.

"Mitchel", Raegan corrió rápidamente y lo alcanzó.

Él se dio la vuelta y la miró seriamente.

"¿Qué pasa?", preguntó.

Había un toque de frialdad en su voz, y una nube de hielo se cernió sobre ellos mientras se miraban.

Un poco angustiada, la joven preguntó en voz baja: "Me gustaría visitar a mi abuela mañana. ¿Puedes acompañarme?".

Frágil y enferma, su abuela siempre quería verla. Por eso, ella quería llevar a Mitchel allí para asegurarle a la anciana que eran felices.

"Hablemos de eso mañana, ¿de acuerdo?", respondió él, sin aceptar ni negarse, Mitchel se marchó a toda prisa.

Varios pensamientos rondaban la mente de Raegan mientras se duchaba y regresaba a la cama, pero no pudo pegar ojo.

Después de dar vueltas y vueltas durante un buen rato, se levantó y se preparó un vaso de leche caliente.

Recibió algunas notificaciones de algunos blogs en línea;

sin embargo, no le interesaron. Estaba a punto de descartarlas cuando una de ellas captó su atención. El nombre familiar la hizo hacer clic en el enlace.

La noticia decía: "La famosa diseñadora Lauren Murray fue vista hoy temprano en el aeropuerto con su misterioso novio".

Lauren llevaba un sombrero de pescador. La figura del hombre era borrosa, pero el contorno de su cuerpo bastaba para mostrar que era atractivo.

La joven amplió la imagen y, al segundo siguiente, se le encogió el corazón.

¡Mitchel era el hombre de la foto!

Entonces, ¿canceló la reunión de la tarde solo para ir a recoger a su exnovia al aeropuerto?

Esta revelación se asentó como una roca en el estómago de la joven, dejándola nerviosa, y sus manos temblaron. Inconscientemente, marcó el número de su marido, y el tono de llamada la devolvió a la realidad. Cuando estaba a punto de colgar, la llamada se conectó y una voz sonó desde el otro extremo.

"¡Hola!".

Era una voz de mujer particularmente suave.

La joven se quedó paralizada un segundo y luego arrojó el teléfono.

De repente, sintió náuseas, y la bilis le subió a la garganta.

Cubriéndose la boca, corrió al baño y vomitó en el inodoro.

A la mañana siguiente, Raegan fue a trabajar a tiempo.

Su marido había intentado que dejara de trabajar después de que se casaran, pero ella insistió obstinadamente en ganar su propio dinero.

Él no se opuso a su decisión, pero le pidió que trabajara como su asistente, ayudándolo con las tareas cotidianas.

El asistente principal, Mateo Jenkins, se encargaba de los asuntos importantes de Mitchel.

Él era el único empleado del Grupo Dixon que sabía de su matrimonio.

Desde su creación, solo se contrataban asistentes masculinos para la oficina del presidente, así que Raegan fue la primera y única mujer, y su contratación rompió el protocolo. Como resultado, los demás trabajadores no pudieron evitar preguntarse si tenía algo con Mitchel.

Pasó un tiempo antes de que se dieran cuenta de que Mitchel nunca le daba un trato especial a Raegan, pero, extrañamente, eso hizo que la despreciaran aún más.

Después de todo, nadie duraría mucho en ningún puesto aprovechándose de su apariencia, así que era extraño que ella mantuviera su trabajo durante tanto tiempo.

En ese momento, uno de los compañeros de la joven le entregó un documento y le ordenó que lo llevara a la oficina de su jefe.

Su marido no había vuelto a casa la noche anterior, y ella estaba tan preocupada que no había dormido nada.

Lo único en lo que podía pensar era en la mujer que contestó su teléfono cuando llamó. ¿Había pasado la noche con esa mujer?

Ella ya sabía la respuesta, pero seguía negándolo.

Le resultaba difícil aceptar esa realidad.

Intentó mantener la calma, y razonó que, pasara lo que pasara, se merecía un resultado que fuera gratificante por todos los años que había pasado amando a Mitchel. Todo eso no podía ser en vano, ¿verdad?

Pulsó el botón del elevador con calma y subió a la oficina del presidente. Antes de salir del elevador, se alisó el cabello para asegurarse de que se veía bien.

Había llegado a la oficina, solo para ver que la puerta estaba entornada, y se oyó la voz de un hombre, así que se detuvo al instante.

"¡Vamos, hombre! ¿Sientes algo por Raegan o no?".

La voz era de Luis Stevens, un amigo de la infancia de Mitchel.

"¿Qué quieres decir exactamente?", preguntó el otro con voz fría.

"¡Sabes perfectamente lo que quiero decir!". Luis chasqueó la lengua con impaciencia y añadió: "Creo que Raegan es una buena chica. ¿No es tu tipo?".

"¿Quieres que te la entregue?", preguntó el otro con despreocupación.

"¿Sabes qué? ¡Olvídalo!".

La risa burlona de Luis sonó particularmente dura en los oídos de la joven.

Estaban hablando de ella como si fuera un objeto.

Ella respiró hondo y apretó con más fuerza el documento.

Pronto, la voz de Luis volvió a oírse.

"Por cierto, esta mañana vi la noticia de chismes sobre el misterioso novio de Lauren. Eras tú, ¿verdad?".

"Sí", respondió Mitchel.

"¡Vaya, vaya! Esa mujer todavía te tiene comiendo de la palma de su mano. Siempre quieres complacerla".

Luis suspiró y siguió burlándose de su amigo. "Pasaron la noche juntos. Como dice el viejo refrán, la ausencia hace crecer el cariño. Dime, ¿ustedes dos...?".

Esa conversación fue como un trueno explotando sobre la cabeza de Raegan.

Su rostro palideció y su cuerpo se quedó frío como el hielo.

¡Lauren y Mitchel habían pasado la noche juntos!

¡La ausencia hacía crecer el cariño!

Cada palabra le clavaba un cuchillo en el corazón.

Varias voces susurrantes llenaron su cabeza en ese momento, y de repente se sintió mareada. Su visión se volvió borrosa, se agarró a la pared y dio un paso atrás. De repente, la puerta se abrió desde adentro.

"¿Raegan?".

Seguir leyendo
img Ver más comentarios en la APP
Recién lanzado: Capítulo 1 Vuelve la exnovia   Hoy11:40
img
img
Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY