La vida no siempre es perfecta, y Wanda lo descubrió cuando se vio obligada a desempeñar varios empleos que le ayudarían a reunir el dinero que necesitaba para la cirugía de su tío. Sin embargo, ni siquiera esto sería suficiente, ya que su tío, al ser adicto a las apuestas, cargaba con una inmensa deuda que comenzó a agobiar a la chica. Tras agotarse los medios que estaban a su alcance, Wanda decidió tomar la última opción que le quedaba: hacer un trato con el Diablo-Quincy, lo que implicaba vender su cuerpo y a sí misma.
Esta historia comienza con Wanda, quien debía haber sido parte de una familia feliz, o al menos, eso era lo que ella creía que se merecía.
Sin embargo, su vida cambió por completo cuando de niña sufrió un terrible accidente automovilístico que le arrebató a sus padres. En ese entonces, todo parecía apuntar a que viviría sola para siempre.
Para su fortuna, uno de sus tíos la acogió, pero su vida no tuvo mejoras, pues, considerando el estado en el que se hallaba y aparte, el estado de su tío enfermo, no había día en que no se tuvieran que preocupar por no tener ni un centavo en los bolsillos.
Wanda Lin siempre se había caracterizado por ser optimista, y ante tal situación, se vio obligada a trabajar desde muy pequeña.
Cuando llegó a la mayoría de edad, siguió trabajando, pero mucho más duro. Había aceptado varios trabajos al mismo tiempo, tenía la firme intención de ayudar a su tío a salir adelante. Ella le echaba muchas ganas, a pesar de que cualquiera que estuviera en su posición habría colapsado de inmediato.
Wanda tenía la responsabilidad de toda su familia, pero eso no la desanimaba, más bien la alentaba a seguir adelante.
Al fin las cosas parecían marchar bien. Aquel día, Wanda Lin estaba a punto de cobrar todos sus honorarios, los cuales eran necesarios para poder pagar la próxima cirugía de su tío. Una vez que la cuenta del hospital fuera cubierta, su tío podría ser intervenido quirúrgicamente.
Después de salir de su último trabajo, regresó muy feliz a casa en su bicicleta.
Nunca antes se había sentido tan orgullosa.
El viento soplaba sobre su rostro y el cabello le acariciaba las mejillas. Las comisuras de sus labios se estiraron para formar una hermosa sonrisa y los ojos le comenzaron a brillar bajo aquel día soleado.
Ya había tomado una decisión.
Tan pronto como su tío se recuperara, se dedicaría a encontrar un trabajo que realmente le gustara, haría más amigos, mejoraría su estilo de vida y finalmente aprendería algo nuevo. De esa manera, podría mejorar su condición para un futuro.
Finalmente, la chica llegó al edificio donde vivía, el cual se encontraba en una calle vieja. Los apartamentos solían estar habitados por personas mayores o por gente que no podía permitirse alquilar apartamentos más caros en las zonas residenciales de la ciudad.
Mientras tanto, Wanda estaba aparcando su bicicleta cuando de pronto vio un lujoso auto estacionado en una de esas viejas calles. Ella abrió los ojos de la sorpresa porque aquel auto era algo inimaginable para ella, ni que trabajar todos los días de su vida sin descansar. Pero, ¿por qué estaba ahí un vehículo tan lujoso?
Al no encontrar una respuesta, frunció el ceño y se dispuso a subir las escaleras.
En su interior, sentía un mal presentimiento al respecto, y al parecer, tenía razón, pues al momento en que abrió la puerta de su apartamento, fue recibida por su escuálido tío arrodillado en el suelo y suplicándole a un hombre que se hallaba frente a él. Sus palabras se escuchaban llenas de desesperación y dolor, y los ojos le brillaban con un miedo indescriptible.
"Señor Qin, por favor, deme más tiempo. Yo le devolveré el dinero".
Wanda soltó un suspiro, '¿Devolverle el dinero?'.
Su familia debía algo de dinero, pero por lo que ella sabía, solo le habían pedido a algunos de sus familiares.
Aunque ya se lo habían estado pidiendo, estaba segura que ellos no enviarían a nadie para amedrentarlos. Además, sus parientes eran personas muy razonables.
Entonces ella volteó a ver al hombre sentado en el sofá.
Estaba cien por ciento segura de que nunca lo había visto antes.
¡Se veía muy joven y muy apuesto! De hecho, era mucho más guapo que algunos actores y celebridades de las películas. Había algo en él que no daba la sensación de ser buena persona independientemente de que, sin duda, era muy atractivo.
Wanda se quedó helada y apretó sus dedos contra sus palmas.
El hombre, por su parte, estaba sentado en la habitación con indiferencia, y sus ojos negros se veían muy serios, lo que menos le importaba era la súplica del hombre arrodillado, de hecho, ¡ni siquiera lo estaba mirando!
"Señor Qin, se lo suplico, por favor", su tío seguía rogando.
Wanda se quedó paralizada ante la escena.
El hombre joven simplemente se rio con desden al escuchar a su tío. Entonces, sus labios se elevaron levemente y agitó la mano a sus subordinados, "Si no puede devolver el dinero, córtale la mano".
Al escuchar la orden del hombre, un subordinado suyo, alto y fuerte, vestido de negro, inmediatamente dio un paso adelante y sacó una daga que a simple vista parecía pequeña.
Al ver lo que estaba a punto de hacer, Wanda recobró los sentidos, así que corrió a la habitación y gritó:
"¡Deténganse! En esta casa estamos protegidos por la ley. ¿Acaso no temen ir a la cárcel?".
A pesar de que temblaba, la chica logró empujar al hombre del traje negro hacia atrás.
Tenía miedo de que su tío empeorara después de tales acontecimientos.
A pesar de que tenía mucho miedo, debía ser valiente para poder defender a su familia. En esos momentos, Wanda estaba dispuesta a arriesgarlo todo.
"¿Cuánto es lo que debe?", Wanda les exigió saberlo.
El hombre joven levantó las cejas bastante sorprendido. No se esperaba que alguien irrumpiera de repente.
Luego de que la examinara cuidadosamente, dijo con sarcasmo:
"Debe mucho dinero en mi casino. Me temo que no podrás cubrir esa cantidad".
Sin decir ni una palabra y tratando de contener su enfado, Wanda sacó su libreta de ahorros, que contenía todo el dinero que había ahorrado para el tratamiento de su tío. Entonces, se la aventó.
"Aquí hay algo de dinero. Vea si es suficiente para saldar la deuda".
Aunque no estaba segura de lo que estaba pasando, sabía que, por lo que se pudo dar cuenta, su tío debía mucho dinero.
Podía posponer su cirugía, porque si no saldaba aquella deuda en ese momento, su tío podría perder la mano en unos instantes.
El hombre joven sonrió al tomar la libreta de ahorros.
Entonces comenzó a observar a Wanda detenidamente.
No pudo evitar sorprenderse al notar las agallas que tenía aquella mujer.
Ya había visto a muchas mujeres hermosas en su trabajo. De hecho, no le hacían falta, pero había algo en Wanda que le llamaba la atención.
De pronto, comenzó a mirarla con inusual interés, pues se dio cuenta de que quizá estaba muerta de miedo, ya que se le veía nerviosa y las manos le temblaban, sin embargo, el afán de proteger a su tío la había llevado a superar el terror que experimentaba.
Era algo interesante.
Así que cerró la libreta de ahorros y le indicó a su subordinado que retrocediera.
El hombre de negro volvió a colocarse detrás de él.
"¿Oye, por qué no le preguntas a tu tío? ¿Con este dinero basta?".
Su voz era sorprendentemente agradable para los oídos de cualquiera.
Antes de voltear a ver a su tío, Wanda se le quedó viendo al hombre.
Parecía que llevaba las de perder.
No entendía por qué su tío jugaba tanto, especialmente en su estado.
"¡Tío!", ella le gritó.
Ryan Li comenzó a temblar al escuchar el grito, pues no se atrevía a mirar a la cara a su sobrina.
Se sentía como un bueno para nada. Aunque él era quien estaba a cargo de Wanda, se podía decir que ella era la que lo cuidaba a él.
Todos se sorprendieron cuando estalló la noticia del compromiso de Rupert Benton. Fue sorprendente porque se decía que la novia afortunada era una chica normal, que creció en el campo y no tenía nada a su nombre. Una noche, ella apareció en un banquete, lo cual causó una sensación a todos los presentes. "¡Cielos, ella es tan hermosa!". Todos los hombres babeaban y las mujeres se pusieron celosas. Lo que no sabían era que esta supuesta pueblerina era en realidad una heredera de una fortuna de mil millones de dólares. No pasó mucho tiempo antes de que sus secretos salieran a la luz uno tras otro. Las élites no podían dejar de hablar de ella. "¡Dios mío! Entonces, ¿su padre es el hombre más rico del mundo?". "¡También es esa excelente pero misteriosa diseñadora que mucha gente adora! ¿Quién lo hubiera adivinado?". Sin embargo, un montón de gente no creía que Rupert pudiera enamorarse de ella. Pero les cayó otra bomba. Rupert silenció a todos los detractores emitiendo un comunicado. "Estoy muy enamorado de mi hermosa prometida. Nos casaremos pronto". Dos preguntas estaban en la mente de todos: "¿Por qué la chica ha ocultado su identidad? Y ¿por qué Rupert estaba enamorado de ella de repente?".
Janet fue adoptada cuando era niña, un sueño hecho realidad para los huérfanos. Sin embargo, su vida fue cualquier cosa menos feliz. Su madre adoptiva se burló de ella y la acosó toda su vida. La mucama que la crio le dio todo el amor y el afecto de una madre. Desafortunadamente, la anciana se enfermó gravemente y Janet tuvo que casarse con un hombre que tenía mala fama en sustitución de la hija biológica de sus padres para cubrir los gastos médicos de la criada. ¿Podría ser este un cuento de Cenicienta? Pero el hombre estaba lejos de ser un príncipe, aunque tenía un rostro atractivo. Ethan era el hijo ilegítimo de una familia rica que vivía una vida lujosa y apenas llegaba a fin de mes. Él se casó para cumplir el último deseo de su madre. Sin embargo, en su noche de bodas, tuvo el presentimiento de que su esposa era diferente a lo que había escuchado sobre ella. El destino había unido a las dos personas con profundos secretos. ¿Ethan era realmente el hombre que pensábamos que era? Sorprendentemente, tenía un extraño parecido con el impenetrable hombre más rico de la ciudad. ¿Descubriría que Janet se casó con él por su hermana? ¿Sería su matrimonio una historia romántica o un completo desastre? Siga leyendo para saber cómo se desarrolla el amor entre Janet y Ethan.
Un matrimonio ligado por un contrato, y ella estaba obligada a aceptarlo. Él era su jefe y ella su secretaria. Ella le dio todo lo que él quería, pero su amor fue desatendido, pero cuando ella decidió irse, él le ofreció un contrato de matrimonio para que se quedara. Pero alguien ocupaba su corazón y no podía ofrecerle nada excepto su talento en la cama. Después de su matrimonio, soportó el dolor, pero esquema tras esquema destruyó su tolerancia. Finalmente, estaba lista para dejarlo, pero de repente él se negó a dejarla ir. Charles pareció sentir su dolor, la abrazó de repente y susurró: “Sarah, puedes confiar en mí. Nunca estaré con ella. Eres diferente de todas esas otras mujeres. Realmente quiero estar contigo. Si no lo hubiera hecho, entonces no habría cortado las relaciones con todas las demás mujeres. ¿No me crees ahora? Sarah sollozó suavemente: “Si has aceptado que se acabó con ella, ¿por qué todavía tienes su foto en tu billetera? ¿Por qué todavía la extrañas? ¿No ves cómo me duele? Charles la miró, "¡Ella es solo otra mujer de mi pasado!" La atmósfera entre ellos se volvió sofocante y Charles dijo en voz baja: “Sarah, ¿te dije que podías irte? Recuerda, soy tu jefe. ¡Eres mi secretaria y mi esposa! Enfadado, Charles volvió a gritar: "¡Sarah, soy tu hombre!". "¿Oh? ¿Mi hombre?" Sarah se rió y lo miró fijamente. Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas, "¿Eres tú, mi hombre? ¡Señor presidente, solo soy una mera posesión suya y nunca me convertiré en su esposa! ¡Libérame, te lo ruego!
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