/0/2937/coverbig.jpg?v=88214d6b45570198e54c4a8206c1938e)
Cuando Saint decide por fin visitar a su mejor amiga y madre sustituta enferma, desata en él montones de recuerdos y sucesos vividos en el pasado. Como también nuevos sentimientos por la peculiar enfermera que lo ayuda en el cuidado de su amiga.
Me esmero en poder acomodar todo mientras mi mente divaga en diferentes temas que no hacen más que desconcetarme. No soy específicamente una persona ordenada, pero hago el intento para no incomodar a los demás. Sé que aveces -siempre-desespero a las personas con mi indecisión y mi falta de firmeza en algunas cosas...
¿Cómo pasé de pensar en que soy desordenado a indeciso? De este tipo de desconcentración hablo.
Dejo lo que hago para mi bien y me siento en la silla al frente del ordenador para comenzar a revisar el correo. Actualizo varias veces la bandeja de entrada esperando un mensaje super importante para mi, pero nada llega. Lo único que hay son promociones de apps que tengo el teléfono y el de mi profesora de primaria que está a punto de morirse.
Recuerdo entonces que tengo mucho tiempo que no la visito. Abro su mensaje y me pongo a leerlo con la culpa provocándome escalofríos. Me cuenta sobre lo mucho que le hace falta su familia -su hijo está fuera del país y su nieto por la universidad no ha podido visitarla tan a menudo como antes- y que le hago falta. Eso me pone chiquito el corazón. También me cuenta que por orden del doctor y la de su hijo, ahora tiene una enfermera a la que ella llama chaperona. Me río por eso.
El lazo que tenemos Clemente y yo comenzó exactamente cuando me daba clases. Soy... ¿huerfano? Ciertamente una vez al año veo a mi madre y de mi padre no sé absolutamente nada, así que cuando era pequeño y eso me afectaba, ella era un sostén, un soporte, y estoy meramente agradecido por eso.
Cierro el ordenador y busco mi teléfono en el desorden que es mi cuarto. El mensaje de Cleks me ha revuelto las emociones que en los últimos dias tenía reprimidos y deseo con fuerza hablar con ella y disculparme por mi ausencia en los últimos meses.
Me siento en la cama colocando el móvil en mi oreja mientras que con la otra mano busco un juguete muy exraño que logra calmar mi ansiedad. Consiste en pulsar muchos botones para que unos aros queden enganchados en una especie de tubito.
El teléfono comienza a repicar.
-Buenas noches. -Doy un sobresalto al oír una voz que no es la de Cleks.
Parpadeo varias veces y aclaro mi garganta.
-Sí, buenas, ¿Con quíen hablo?
-¿Con quién hablo yo?
Me rasco el cuello antes de comenzar a pulsar los botones del juego con rapidez, intentando calmar lo apresurado con la que va mi corazón. No me gustan las sorpresas, ¡las odio! La persona que habla al otro lado de la línea no es Clemente, ni la de alguien que conozca. ¿Quién es?
-Habla Saint. ¿Este es el número de Clemente?
-¡Hola, Saint! Clemente me ha hablado mucho de ti. ¿Deseas hablar con ella? Ahorita mismo se encuentra dormida.
Logro colocar un aro dentro de un tubo.
-Sí, quería hablar con ella. ¿Quién eres? -pregunto con los dientes apretados.
-Soy Cherry, la enfemera de Clemente.
Alzo mis dos cejas justo cuando otro aro es enganchando.
-¿La chaperona?
Se ríe, y eso me hace detener los dedos del juego porque el sonido de su risa es extraña. Medio ronquidos medios jadeos. Me cruza por la mente que ella podría ser una de esas personas despreocupadas de la vida que se pasan sus problemas por el trasero como papel higiénico, a diferencia de las personas como yo que ante el primer golpe ya necesita con urgencia una cirugía.
Si no me equivoco en mi hipótesis, quiero ser como ella.
-La misma. ¿Quisieras dejarle un recado a Clemente? -inquiere ya serena.
Vuelvo a retomar el juego.
-¿Podrías decirle que me llame cuando pueda? -averiguo.
-Claro, está desesperada por hablar contigo -asegura y vuelvo a detenerme. Aunque ella probablemente tenga mi edad, por su voz parece que se quedó atascada en la adolescencia. Qué suerte-. ¿Sabes? Twist no ha venido en mucho tiempo y a pesar de que habla todos los dias con su hijo, le hace falta ver una cara conocida.
-Pronto voy a visitarla, he estado al tope con trabajo -me lamento.
-Te entiendo, esa es la vida de un adulto.
Dejo a un lado el juego y vuelvo a acomodarme el teléfono.
-¿Cómo está ella? -indago, tomando una profunda respiración.
Escucho que ¿Cherry? tambien inhala.
-De hecho, está bien, tanto como pueda estarlo con su diagnóstico -masculla-. Ya sabes como es Clemente: dura e impenetrable. Estoy segura que va a agarrar esta enfermedad y pisotearla hasta que desaparezca para siempre de su vida.
Eso pensaba yo hasta hace unos meses cuando el doctor me habló sobre la dura y crítica siutación en la que se encontraba.
-De acuerdo, Cherry, fue un gusto hablar contigo pero tengo que colgar. No olvides avisarle a Cleks que llamé.
-No te preocupes. ¡Que pases una linda noche!
-Igual.
Espero hasta que cuelgue para poder cerrar los ojos y tragar mucha saliva. Es la primera vez que hablo con otra persona civilizadamente y no me pongo nervioso o digo tonterias. Deberia considerarlo un logro, ya que a mis 31 años eso es una verguenza.
Digamos que nunca he sido una persona muy sociable.
Ademas de desconcentrarme ante la minima cosa, tambien soy asocial. Me considero la personificacion de la inutilidad en el mundo... con obvias razones.
Anoche pasé una noche erótica con un desconocido en un bar. No soy una mujer al azar. Hice esto porque estaba muy triste ayer. El novio que había estado enamorado de mí durante tres años me dejó y se casó rápidamente con una chica rica. Aunque actúo como si nada hubiera pasado delante de mis amigos, estoy muy triste. Para aliviar mi estado de ánimo, fui solo al bar y me emborraché. Accidentalmente, me encontré con él. Él es más que atractivo e increíblemente sexy. Como el deseo controlaba mi mente, tuve una aventura de una noche con él. Cuando decidí olvidarme de todo y seguir adelante, descubrí que mi aventura de una noche se convirtió en mi nuevo jefe. Un tipo posesivo.
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
Kaelyn dedicó tres años a cuidar de su esposo tras un terrible accidente. Pero una vez recuperado del todo, él la dejó de lado y trajo a su primer amor del extranjero. Devastada, Kaelyn decidió divorciarse mientras la gente se burlaba de ella por haber sido desechada. Después se reinventó, convirtiéndose en una cotizada doctora, una campeona de carreras de auto y una diseñadora arquitectónica de fama internacional. Incluso entonces, los traidores se burlaban con desdén, creyendo que ningún hombre iba a aceptar a Kaelyn. Pero entonces el tío de su exesposo, un poderoso caudillo militar, regresó con su ejército para pedir la mano de Kaelyn en matrimonio.
Cuando Julianne Smith decidió vengarse de su ex esposo infiel, no pensó que acabaría destrozando el coche de William Covington, un guapo y rudo desconocido de aspecto peligroso y tatuajes por doquier que le promete hacer su vida de cuadritos producto de su error. Esperando no volver a encontrarse, su pequeño hijo llega a casa con su nueva amiga de escuela, sin imaginar ni esperar que aquella niña fuese hija del mismo hombre que le había vuelto la vida un completo caos. Enfrascados en la amistad desbordante de sus hijos, William y Julianne se ven obligados a pasar más tiempo juntos, sin esperar que hubiesen más hilos conectados entre ellos de los que imaginaban, y que los llevarían poco a poco a desarrollar una intensa atracción imposible de evitar, aun cuando eran completamente diferentes.
"Estaremos casados por sólo un mes. Después de eso, nos divorciaremos de inmediato". A pesar de que su bisabuelo había arreglado su matrimonio antes de nacimiento, él no creía que una mujer tan informal y movida como ella merecía ser su esposa. Poco sabían en aquel entonces que estaban destinados a estar juntos. Hiram, el CEO joven y apuesto que nunca sintió atracción por ninguna mujer, y Rachel, la belleza que de alguna manera traía mala suerte a todos los hombres con los que salía, se casaron, contra todo pronóstico. ¿Qué será de su vida de matrinomio?