/0/3802/coverbig.jpg?v=cffc15252299f71af2cbd7f5dd59cc86)
Estoy segura de que lo siento entre mi jefe y yo es química pura. Nathaniel Wentworth es tan espectacular que puede hacerte olvidar del mundo con solo mirarlo. Pero al parecer cupido se ha olvidado de mi y luego de trabajar para él un par de semanas esa química desaparece, y ese cosquilleo que había florecido en mi pecho se convierte en rabia. Ya no importa que me acelere el pulso cada vez que dice mi nombre, que me haga estremecer con un solo roce y que pueda ser el hombre que mejor bese del mundo. Aún así odio a Nathaniel Wentworth y nada en el mundo me va a hacer cambiar de opinión.
Rebecca
Veinticinco años antes.
Reprimí un grito cuando abrió de golpe la puerta de la alacena que impacto contra la cabeza de mamá y sentí deseos de pegarle a papá, de arañarlo o gritarle o lo que fuese que pudiese lastimarlo como la había lastimado a ella. Pero nada de eso pasó, me quede muy quieta a punto de llorar con los ojos clavados en el hombre que nos había abandonado. Con el hombre que había decidido que simplemente no merecía su amor.
- ¡Ve a tu habitación ahora mismo! -Me gritó furiosos y me sentí aún más paralizada, si es que eso era posible.
Mamá se tomó la frente con una de sus manos mientras aullaba de dolor con la mirada vidriosa y el labio inferior tembloroso. Sin embargo, ignoró a mi papá que estaba demasiado bebido para recordar si quiera lo ocurrido a la mañana siguiente.
Él se movía de un lado hacia el otro con los puños apretados y la madera crujió cuando le dio un nuevo puñetazo a la puerta.
-Becca, cariño...-dijo finalmente mamá con un hilo de voz, estaba tan aterrada como yo aunque lo disimulaba bien, ella a diferencia de mí, era valiente. -Ve a tu cuarto a jugar con tus muñecas.
Asentí ligeramente con la cabeza y me paré con cuidado, asustada por la idea de que se diese cuenta de que me había orinado en los pantalones.
Era una niña grande, ni siquiera ya jugaba a las muñecas, aunque no esperaba que mamá lo supiese. Incluso un chico ya me había dado un beso en la biblioteca, mientras trabajábamos en un proyecto. Ya ni siquiera era ya una niña y había mojado mis pantalones. Nunca antes me había sentido tan pequeña.
Mi papá ni siquiera volteo a verme, quizás eso debería haber sido un alivio para mí, aunque no lo fue. Me lastimaba que no le importase nada, que nunca desease verme.
Me gustaba imaginar que mi familia era normal, como las que veía en la televisión o que tenían mis compañeras de colegio. Una familia donde mi papá fuese alguien importante como un abogado o el presidente de una compañía, y mi mamá, una mujer que cuidase a sus hijos, les preparase sándwich para el almuerzo, la cena a las ocho, alguien que arropase a sus hijos. Alguien que no me mirase como un gran error cuando las cuentas eran más de lo que podíamos pagar.
Cerré la puerta con cuidado y me tumbé en el piso, antes de caer redonda. Abracé mis rodillas y enterré mi rostro en ellas cuando comencé a llorar.
Mi papá no me amaba, me había dado cuenta de eso hacía ya un año, lo que no sabía era que le daba tanto asco que ni siquiera deseaba saber nada conmigo.
- ¡Equitación! ¡¿Para qué carajos necesita equitación?! -Grito a viva voz mi padre sin siquiera importarle que podía escucharlo tras las delgadas paredes del departamento de renta congelada donde vivíamos con mamá. -Ni siquiera le gusta, ¿y que son todas estás mierdas? ¿Piano, francés, comité de la ONU, Juicios simulados? Por si no lo sabias tengo otra hija y una esposa que también tienen necesidades. ¿Qué se supone que haga, vender mis órganos para mantener tus malditos caprichos?
- ¡No son caprichos! -Sollozó mamá -Si desea entrar a Yale en un futuro, necesita tener un historial impecable, no basta con que sea buena.
- ¿Yale? ¿Acaso la has visto? Es insignificante, corriente, una llorona sin carácter, con suerte será una mesera y se casara con el dueño de la tienda.
- ¡No permitiré que frustre sus sueños como lo hice yo! -Me estremecí cuando escuché el ruido de un vaso estrellándose contra el piso.
- ¡Cuídala de que no habrá las piernas entonces! ¡No pienso seguir tirando dinero a la maldita basura! ¡Quieres todas esas mierdas, paga tu misma por ellas!
- ¡Es tu hija! ¿Acaso eso te da lo mismo?
-No, claro que no... Porque maldigo cada maldito instante el momento que me embriague tanto como para no ponerme el puñetero condón. -Escuché que pateo una de las sillas -No puedo mantenerlas a ambas, hace más de seis meses que estoy en blanca, y Alessia es una niña preciosa, su madre dice que puede ganar muchos concursos de belleza si invertimos un poco de dinero. La decisión está tomada. Lo intenté, intenté ser el padre que la sociedad espera, pero no me sale, no puedo quererla como ella espera, no puedo obligarme a sentir algo por Rebecca, cuando no lo siento... -Apreté más mis rodillas al tiempo que unas lágrimas saladas recorrían mi rostro.
Entonces entendí que los hombres tan nobles como Andrei, tan dulces como Laurie, o tan sensato como Knightley solo existen en las hojas gastadas de los libros que se guardaban en los estantes de la biblioteca del colegio.
A veces deseaba ser Jo, tan inteligente, con tanta fuerza, con padres que la amaban y un chico como Laurie, que me cuidase cuando todo iba mal.
Cuando todo paso, fui a la sala y vi a mi mamá fumando en el alfeizar de la ventana. No se movió, me miró de reojo, lanzando el humo por la nariz. La columna blanca, se movió con gracias con la briza antes de desaparecer.
-Lamento que hayas tenido que escuchar todo eso. -No podía apartar la mirada del cardenal que tenía en la frente -. No lleva la razón, eres brillante y vamos a trabajar duro para demostrárselo a él, a todos. ¿Qué es lo que siempre te digo?
-... Hagas lo que hagas, siempre sigue adelante. -Di un paso hacia ella cuando le dio una nueva calada. - ¿Mamá? -Clavó los ojos en mí. - ¿Por qué no me quiere? ¿Qué hice de malo para que no quiera saber nada conmigo? ¿Soy yo que no merezco que me quieran?
Negó con la cabeza, enérgicamente.
-No, no tiene nada que ver contigo...-Me llamó con la mano para que me acercase a ella. Así lo hice y apago el cigarrillo en el marco de la ventana para luego abrazarme con ternura. -Los hombres, a veces, son unos idiotas. Nunca confíes en un hombre, úsalos, disfrútalos, obtén de ellos hasta la última gota, pero no confíes en ellos, porque ten por seguro que un día te decepcionarán. No es tu culpa, es culpa de ellos. Pero no te preocupes por eso, tenemos un objetivo, serás alguien importante, te lo prometo. No importa lo que deba hacer para que lo consigas. Lo único que importa es alcanzar nuestro objetivo. Nunca confíes en un hombre, nunca le entregues tu corazón.
-Mi profesora dice que el fin no justifica los medios...
-En ocasiones, lo justifica, amor.
"Ella soñaba con embarazarse de su esposo, pero él, la engañó con su mejor amiga y tendrá un bebé con ella..." Arianna, pensó que aspiraba al puesto de ejecutivo junior. Sin embargo, estaba equivocada. Aquiles D'Amico, lo que buscaba era una...¡Celestina! Aquiles era rico, intimidante y dolorosamente atractivo, de modo que, ¿para qué necesitaría que alguien lo ayude a conseguir pareja? Fácil, no está dispuesto a enamorarse. Pero, la atracción será innegable. La tentación por aceptar un acuerdo privado, irresistible. Ellos están seguros de poder manejar la situación. No obstante, enfrentarse a los celos de un exmarido obsesionado, y un socio traidor, no será fácil. Advertencia: Contenido sexu@l/amigos con derechos/JEFE-EMPLEADA /EMBARAZO/POSESIVO/TÓXICO/MUCHO DRAMA
«Admite que me deseas, que añoras lo bien que te hacia sentir y que nadie va a poder darte lo que yo te di ». «¡No! ¡No te deseo y nunca volveré a confiar en ti! ¡Nunca volveré contigo! Casarme contigo fue mi peor error». Suspiré al sentir que me apretaba contra su pecho duro. « ¿No? Tu cuerpo me dice lo contrario». Sus labios acariciaron suavemente los míos. Treinta días, solo debíamos mantener la farsa por treinta días de aquel matrimonio acordado y luego todo se habría solucionado. Iba a ser muy fácil, solo tenía que pulirme un poco para parecer la esposa de clase perfecta, y el resto sería pan comido. Él iba a obtener el trabajo de sus sueños y yo recuperaría mi dinero. Solo teníamos dos reglas: No consumar. No enamorarnos. Pero a veces las reglas se crean solo para romperlas... Y por muchos planes que realicemos, difícilmente podamos controlar el amor. Cameron Hamilton es un abogado meticuloso con aspiraciones a manejar el legado familiar, un hombre que cree tener todo planeado y bajo absoluto control, mientras que Tessa Joyce es lo que podría llamarse un desastre de cabo a rabo que no para de meterse en problemas. De mundos diferentes y sin nada en común, estaban destinados a nunca conocerse. Sin embargo, una noche de tragos en Las Vegas puede poner el mundo de ambos, patas arriba.
« Castigame». Me pidió, entre gemidos temblorosos. « Te voy a dar una lección, una dura lección; sobre porqué un ángel nunca debería tentar a pecador». Le susurre, mientras la sentía ardiendo contra mi piel. Una vez que te has sumergido en el inframundo, ya no hay vuelta atrás. Hades, intentará proteger a esa rubia tentación, que no le teme a sus demonios, de su ex novio mafioso y abusador. Sin embargo, una vez que la convierte en suya, el deseo por conservarla y devorarla con sus llamas hasta consumirla es demasiado intenso como para resistir. Debería dejarla libre... Debería alejarla... Eso es lo que haría cualquier hombre bueno, pero Hades, no es un buen hombre...Él, es el rey del inframundo.
Tras ser expulsada de su casa, Harlee se enteró de que no era hija biológica de su familia. Se rumoreaba que su empobrecida familia biológica favorecía a los hijos varones y planeaba sacar provecho de su regreso. Inesperadamente, su verdadero padre era multimillonario, lo que la catapultó a una inmensa riqueza y la convirtió en el miembro más apreciado de la familia. Mientras esperaban su desgracia, Harlee poseía en secreto patentes de diseño valoradas en miles de millones. Por su brillantez, fue invitada como mentora a un grupo nacional de aviación, atrajo el interés de varios pretendientes adinerados y llamó la atención de un misterioso personaje, ascendiendo a la cima del mundo.
La mala influencia de la mejor amiga de Mina Manson la lleva a cometer muchos errores una noche donde su vida cambia totalmente ya que debido a una escapada nocturna con su amiga termina drogada y ebria y lo peor de todo en brazos de un extraño. Paolo Scarton, un CEO arrogante de carácter fuerte y dominante quien no se deja impresionar por cualquier mujer y menos si la conoce en un club nocturno, pero extrañamente esa noche sucede algo que él no se esperaba. Conoce a Mina en un club nocturno y esta joven castaña lo impresiona desde el primer momento que la ve. Por desgracia su primera impresión fue todo lo que él imaginaba, Mina estaba drogada esa noche por culpa de su supuesta mejor amiga. Para mala suerte de la joven se mete en problemas con un sujeto, pero afortunadamente Paolo logra salvarla y sacarla de aquel embrollo. Pero ambos terminan teniendo sexo oral en el coche de Paolo y es cuando el CEO se queda impregnado de esa joven a quien la catalogaba como una cualquiera. Pero Mina era diferente y Paolo lo descubre cuando él termina follando con ella una tarde que la secuestra luego de salir de la universidad, ese día se da cuenta de que era virgen, desde entonces, su obsesión por ella se intensifica. Pero se le dificulta poder estar con ella cuando se da cuenta de los padres de la misma son complicados, cuando la mejor amiga de Mina es una envidiosa y cuando su mano derecha se encapricha de su chica.
El día de su aniversario de boda, la amante de Joshua drogó a Alicia, que acabó en la cama de un desconocido. En una noche, Alicia perdió su inocencia, mientras la amante de Joshua llevaba a su hijo en el vientre. Desconsolada y humillada, Alicia pidió el divorcio, pero Joshua lo consideró una rabieta más. Cuando finalmente se separaron, ella se convirtió en una artista de renombre, admirada por todos. Consumido por el remordimiento, Joshua se acercó a su puerta con la esperanza de reconciliarse, solo para encontrarla en brazos de un poderoso magnate. "Saluda a tu cuñada", dijo este.
Brenna vivió con sus padres adoptivos durante veinte años, soportando su explotación. Cuando apareció su verdadera hija, enviaron a Brenna de vuelta con sus verdaderos padres, pensando que estaban arruinados. En realidad, sus padres biológicos pertenecían a un círculo superior al que su familia adoptiva nunca podría llegar. Esperando que Brenna fracasara, ellos se quedaron boquiabiertos ante sus identidades ocultas: una experta en finanzas mundiales, una ingeniera superdotada, la corredora más rápida... ¿Había algún final para sus identidades que mantenía ocultas? Después de que su prometido pusiera fin a su compromiso, Brenna conoció al hermano gemelo de él. Inesperadamente, apareció su exprometido, confesándole su amor...
Rena se acostó con Waylen una noche cuando estaba borracha. Y como ella necesitaba su ayuda mientras él se sentía atraído por su belleza juvenil, lo que se suponía que sería una aventura de una noche se convirtió en algo más. Todo iba bien hasta que Rena descubrió que el corazón de Waylen pertenecía a otra mujer. Cuando esa mujer regresó, dejó de volver a casa, dejándola sola por muchas noches. Finalmente, un día, la pobre chica recibió un cheque y unas palabras de despedida. Para sorpresa de Waylen, Rena solo sonrió y dijo: "Fue divertido mientras estuvimos juntos, Waylen. Pero espero que no nos volvamos a ver nunca más. Que tengas una buena vida". Sin embargo, por voluntad del destino, los dos se volvieron a encontrar. Al ver que Rena tenía a otro hombre a su lado, los ojos de Waylen ardieron de celos y gritó: "¿Cómo diablos lograste seguir adelante? ¡Pensé que solo me amabas a mí!". "¡Es pasado!", Rena se burló, "hay demasiados hombres en este mundo, Waylen. Además, tú fuiste quien pidió la ruptura. Ahora, si quieres salir conmigo, tendrás que hacer cola". Al día siguiente, Rena recibió un anillo de diamantes y un mensaje del banco de que alguien había transferido miles de millones a su cuenta. Waylen apareció, se arrodilló frente a ella y dijo: "¿Puedo saltarme la fila, Rena? Todavía te quiero".
Darya pasó tres años amando a Micah, adorando el suelo que pisaba. Hasta que su abandono y el abuso de su familia finalmente la despertaron a la horrible verdad: él no la ama. Nunca lo hizo, nunca lo hará. Para ella, él es un héroe, su caballero de brillante armadura. Para él, ella es una oportunista, una cazafortunas que planeó su camino en su vida. Darya acepta la dura realidad, reúne los pedazos destrozados de su dignidad, se divorcia de él, recupera su nombre real y, reclama su título como la heredera multimillonaria más joven del país. Sus caminos se vuelven a cruzar en una fiesta. Micah observa a su ex esposa cantar como un ángel, romper la pista de baile y luego frustrar a un malintencionado con una patada giratoria. Se da cuenta, con retraso, de que ella es exactamente el tipo de mujer con la que querría casarse, si tan solo se hubiera tomado la molestia de conocerla. Micah actúa con prontitud para recuperarla, pero descubre que ahora está rodeada de solteros elegibles: CEO de alto poder, bioquímico genio, cantante premiado, playboy reformado... Peor aún, deja bastante claro que ha terminado con él. Micah se prepara para una batalla cuesta arriba. Él debe demostrarle que todavía es digno de su amor antes de que ella se enamore de otra persona. Y el tiempo se está acabando.