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El Jefe

El Jefe

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Lión Walker, un poderoso mafioso dueño de todos los hoteles casinos de Tampa (Estados unidos) este estoico hombre se ha ganado la reputación de peligroso ya que no perdona la vida de quien intenta burlarse de él o jugarle sucio. No le tiembla el pulso para quitarle la vida a quien sea… solo dos personas aún no estaban incluidas en su lista negra, aunque la principal de todos era Eileen Smith una encantadora joven encargada de un museo. Lión desea ese museo para la construcción de un nuevo hotel casino. Pero esta chica le pone las cosas muy difíciles a este mafioso controlador. Él la quiere viva para que convenza al dueño del museo de vender, ya que sabe que el viejo se dejaba influenciar por ella. Lión se convierte en el acosador personal de Eileen todo para conseguir la firma del museo. Lo que no sabe este remiso hombre es que el dueño del museo ha hecho cambios en sus propiedades… cambio que cambia la vida de Eileen y desde luego la de Lión. En el transcurso de esta historia, este mafioso comienza albergar un tipo de sentimiento por esta mujer, afectos que no logra demostrar. Pero sus enemigos descubrieron su debilidad (ella), esta pareja no tendrán una vida nada fácil.

Capítulo 1 Capitulo 1. Atacada

Caminaba de regreso a casa esa tarde. Por desgracia su maldito coche se le había pinchado una yanta obligándola a regresar a pie. Agotada y con ganas de irse a la cama forzaba a sus pies a avanzar. Bueno tampoco es que aquellos tacones ayudaran mucho, eran demasiado altos.

El recorrido por el museo la habían dejado exhausta ese día, quién lo diría que llevar las riendas de uno le restara tanto tiempo a su vida. Pero asumía una labor muy importante, y era mantenerlo a flote. Ya que muchos idiotas la acosaban para que convenciera a su jefe de vender.

Pero Eileen Smith, no estaba dispuesta a ceder. Ese museo era muy importante para ella, había sido su primer empleo. Quien le brindó la oportunidad de salir adelante sin la ayuda de nadie. No pensaba dejárselo a los buitres. Sabía que su envejecido jefe no quería venderlo, pero por su estado de salud ya no estaba tan segura.

Esos tipos presionaban mucho, y las constantes amenazas que recibía por parte de ellos ya no le estaba agradando. No es que les tuviera miedo, pero era molesto recibir tantos ataques. Sospechaba fielmente que la razón de su yanta espichada se debía a esos jodidos mafiosos.

Eileen sujeto con más fuerza la bolsa de papel marrón con los víveres que llevaba sobre los brazos… Odiaba a esos tipos, en todo estaban metidos. Seguramente para nada bueno querían comprar el museo. La chica bufo. Esa tarde hacía demasiado calor.

Al dar la vuelta en una esquina, un Nissan negro se detiene abruptamente ante ella. Eileen se detiene abriendo enormemente sus potentes ojos ámbar. Del coche se baja un tío enorme con gafas oscuras, enfocándola especialmente a ella. La chica da un paso hacia atrás ante la imponencia de aquel sujeto.

El manganzón se aproxima a ella rápidamente, y con mucha violencia le tira al piso la bolsa con comida. Luego de un empujón pega a Eileen contra una cerca metálica.

—¿Pero qué carajos te pasa? Le grita la joven furiosa.

—Dile a tu maldito jefe, que reconsidere la propuesta de vender el museo.

El sujeto se dio la vuelta para regresar al coche, dejando a Eileen aun pegada contra la verja de metal. La chica pestañea rápidamente dándose cuenta que los tíos se habían ido, y también pensando que las amenazas estaban pasándose de la raya.

Con manos temblorosas la joven recogió las cosas que le habían tirado al suelo, y de pronto la chica se derrumbó en el piso. No podía detener las enormes lágrimas que salían de sus ojos. ¿Cuánto más aguantaría tanto acoso? ¿El museo valdría tanto la pena? No se merecía tanto maltrato, ella solo quería que algo antiguo prevaleciera. No deseaba que lo derrumbaran solo para construir otra cosa que no sea importante para la ciudad.

La rubia limpio las lágrimas de sus mejillas, aun con manos temblorosas término por recoger la fruta. Se puso en pie, limpio la parte trasera de sus nalgas para disponerse a proseguir el camino a su casa. Debía ser fuerte, por el museo y por Romel. Su jefe, ese pobre hombre no tenía a nadie más que a ella.

No venderían el museo. Era una promesa que se había hecho, esos mafiosos no iban a ganar esa batalla…

[…]

Un atractivo hombre de ojos azules, de unos 1,90mts, cabello negro y mirada severa ingresaba en el casino más grande que existía en toda Tampa (Estados Unidos). Atraviado siempre de traje Armani, Lión Walker conducía sus pasos hasta el último piso de lo que era uno de sus tantos casinos.

En la entrada el portero lo saluda, a lo que él solo asiente. No era un hombre muy comunicativo con sus empleados. Era catalogado como arrogante y prepotente, y sin hablar de su lado oscuro. Uno que ya era conocido por todo su personal, Lión era un hombre peligroso.

Y aunque este reservado jefe no articulara muchas palabras, sabía y conocía cada movimiento de todos los que trabajaban para él. Que alguien le robara en su casino era como no volver a ver a esa persona nunca más. Los empleados lo sabían, ya que muchos habían desaparecidos misteriosamente después de que fueran descubiertos haciendo tratos no permitidos.

Walker no se andaba por las ramas, era un empresario exitoso en el mundo de los casinos. Contaba con 7 casinos activos, los más grandes que se hayan podido ver. El magnate quiso innovar Tampa construyendo casinos, rompiendo con los esquemas de los típicos bares y antros de mala muerte. El ofrecía todo lo que buscaras… desde stripper hasta mucho más.

El imponente hombre pasa frente a la recepción donde se encuentra una guarnición de 5 chicas, las que se encargaban de atender a todo cliente que entrara al edificio. Ya que no solo era un casino, también era un majestuoso hotel con impresionantes vistas.

—¡Buenos tardes, señor Walker! Dicen las chicas al unísono con aquellas sonrisas de zorras.

—Buenas tardes, chicas. Este les sonríe a todas por igual.

Sigue su camino directo hasta el ascensor… estando dentro del mismo, uno que por cierto era únicamente para él. Nadie más que él entraba en ese, este esotérico hombre mete las manos dentro de sus bolsillos mostrando una expresión imperturbable.

Subiendo al antepenúltimo piso, el que era su oficina principal. Ya que el último piso, era lo que podía decirse su hogar. Podría tener muchas mansiones, pero vivía más en el hotel que en cualquier otra parte.

En cuanto la puerta se abrió, lo primero que ven los ojos azueles de Lión fue a su secretaria Vilma. Parecía nerviosa acomodando su escritorio. Asumió que la chica había llegado tarde, como siempre.

—¡Vilma!

—Buenas tardes, señor Walker. ¿Desea que le lleve algo?

—¿Has llegado tarde?

La chica pareció asustarse con aquella pregunta, y por la extrema palidez de su rostro confirmo sus sospechas. Ella era menuda, blanca, pelirroja y pecosa. Ojos verdes, había sido la más guapa que había ido a buscar trabajo a su oficina.

Lión, al ver que no respondía. Se acercó a ella hasta quedar muy cerca de ella tanto que la chica quedo en medio del escritorio y el. La noto temblar, eso le agrado, le gustaba jugar con las mujeres.

Dejo una mano descansar en el escritorio, mientras que la otra seguía dentro del bolsillo. Nunca se había follado a su secretaria, pero podría ir planteándoselo esa tarde.

—¿Acaso si has llegado tarde? Le susurra a un suspiro de los labios de la pelirroja.

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