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Había nacido para ser la salvadora, es solo que no lo sabía...
Estoy a tres semana de cumplir mi mayoría de edad. No se como le haré para pagar la renta de este mes y los exámenes finales están respirando en mi nuca.
Mi nombre es Nila Belt, vivo sola desde los quince años debido a la muerte de mi madre. Tengo diecisiete años de edad y sobrevivir es todo una odisea. Estoy cursando el último año de escuela y entrar a la universidad es un sueño imposible. Vivo de las ayudas que da el gobierno y los trabajos de medio tiempo que hago.
Es estresante ser yo ahora mismo.
-Nil, ¿ya has pensado que harás para tu cumpleaños?- Dali mi amiga más cercana se apoya en mi hombro.
-No haré nada, ese día estaré trabajando doble turno.- me la sacudo de encima y me concentro en estudiar.
Dali también empieza a estudiar y así pasamos el resto del día hasta que yo tengo que irme a trabajar.
-Nos vemos el lunes en la escuela.- le doy un breve abrazo y salgo de su casa.
Ya eran las cinco de la tarde, todos los sábados trabajaba limpiando las salas del cine. Era un trabajo cansador pero me dejaba más dinero que mi otro trabajo de los domingo.
El lugar donde vivo lo pude conseguir con la ayuda de los padres de Dali, porque a una menor no le rentan ni una pieza.
Todo iba genial hasta que se entraron a robar hace una semanas y se llevaron el dinero de la renta que estaba debajo de mi cama y no quería pedirle prestado a mi amiga.
Cuando llegue al trabajo Matt ya me esperaba con todo las herramientas de limpiar preparadas. Le di un pequeño gracias y fui a dejar mi mochila en mi lugar.
-Debes limpiar la sala 1 y 2 primero. Hay una función a la seis. Asi que te recomiendo que lo hagas rápido.- Matt pasa a mi lado y me desordena el pelo. Le doy un manotazo y cojo todo y me adentro en la sala uno a limpiar.
Matt había sido quien me habia ayudado a conseguir este trabajo. Ya nos conocíamos desde hace dos año, vivía por mi antiguo vecindario. Lo conocí después de la muerte de mi madre.
Por suerte no había mucho que limpiar. Barri todas las palomitas tiradas y saque los vasos que habían dejado en los asientos. Luego le pasé un paño a cada un de los asientos para quitarle cualquier tipo de suciedad. Cuando termine ya había pasado media hora. Antes tardaba casi dos horas limpiando una sola sala. Había mejorado mucho.
Recogí todo y saqué el carrito con las fundas de basura. Después me encaminé a la sala dos. Cuando entre casi se me salían dos lágrimas. Esta estaba sumamente asquerosa. Era el triple de lo que había limpiado en la otra. Solté un suspiro e inicié mi trabajo sin pararme a tomar descanso.
Limpie todo y salí más sudada que chonchi en carrera.
Lleve todas las fundas de basura a fuera y las deje en el contenedor de basura.
Cuando volvi a entrar, Matt me dejó descansar por quince minutos antes de repetir lo mismo con las salas que faltaban.
Ya eran las once de las noche cuando termine.
Matt me encaminó hasta tomar un carrito.
-¿Que harás para tu cumpleaños?
-Nada, trabajo ese día.
-Ya veo.
Me despedí de Matt y entré al carrito. El señor que conducía me pidió el pasaje y después todo fue silencio hasta llegar a mi casita.
Inserte la llave en la puerta y entre a mi pequeña casita, así le decía para que se sintiera más acogedor, pero en realidad era una habitación donde el área de la cocina, sala y habitación estaban juntos, lo único que tenia una puerta separada era el baño.
-Hogar dulce hogar. - dejo mi mochila sobre la mesita del comedor y entro al baño. Me lavo la cara y luego salgo a hacer mi cena.
No era algo elaborado, solo era pan con queso y un vaso de jugo. No había mucho presupuesto. Todo lo que tenia lo había dejado para pagar la casa, o mejor dicho hacer un acuerdo de pago.
-Tu puedes Nila. - termino de cenar y me doy una pequeña ducha. No podia desperdiciar el agua y luego me pongo mi bata y me tiro a dormir después de asegurarme que la puerta esté bien cerrada. Tenia que cambiar la cerradura.
Antes de poderme dormir di varias vueltas en la cama. Mi cuerpo estaba agotada pero tenia la mente muy activa.
Maldición.
Entrada la madrugada fue que pude dormir al menos tres horas. Fue como no dormir nada. Ahora estaba sentada en la cama mirando la puerta fijamente. Alguien estaba tocando. Y no había nadie que me conociera que tuviera la confianza para venir de visita a las cinco de la mañana.
No tenia ni siquiera un bate para defenderme. ¿Que haría ahora?
Siguieron tocando la puerta con insistencia. Me levanté sin hacer ruido y caminé a la cocina. Tome el único cuchillo que había y que hace tiempo el filo se le había desgastado.
Empuñando el mango de mi arma blanca, camine a paso lento hasta la puerta.
~Diosito que no entren y si entran dame poder para defenderme.~
Repetí una y otra vez ese intento de oración y me pare del lado derecho de la puerta. Si lograban entrar yo podría actuar primero.
El repiqueteo constante siguió sonando. Apenas y podía respirar. Mi pulso se había acelerado, todo mi cuerpo estaba transpirando por el nerviosismo. Era la primera vez que pasaba por este tipo de cosas.
Dejaron de tocar, pero aún sentía la presencia de quien sea que estuviera ahí. No me moví hasta que escuche los pasos alejarse de mi puerta, al parecer ya estaba aclarando.
Mi espalda se deslizó por la pared hasta quedar sentada en el suelo frío. Tenia que mudarme de aquí, pero tenia que esperar a que llegara mi cumpleaños para no tener que pedirle ayuda a los padre de Dali.
Buena manera de iniciar el día.
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