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Reyyan Aslanbey decide escapar de su país dejándolo todo atrás, su lujosa vida, su familia, sus amigos y un compromiso organizado por sus estrictos padres, será Francia el lugar donde elegirá para comenzar de nuevo, donde podrá ser ella misma sin temor a ser juzgada. Todo iba bien en su vida, asistía a la Universidad, tenía un buen trabajo y nuevos verdaderos amigos que nunca la traicionarían, hasta que un día cualquiera vio al hermano mayor de su mejor amiga Alison, Louis Lambert, alguien muy sexy y hermoso, era el hombre más hermoso que sus ojos jamás habían visto, pero para él Reyyan no existía, ni siquiera volteaba a mirarla, por lo que ella deseaba que fuera el típico bad boy mujeriego para tener alguna oportunidad de intercambiar palabras, pero no, él era todo lo contrario, él no era un chico malo, no era un mujeriego, no mostraba sus sentimientos hacia nadie quien no fuera su familia, no reía, no sonreía y nunca su mirada iba dirigida a ella, hasta el día donde todo cambió.
CAPÍTULO 1
- ¡Reyyan! -escuché mi nombre en un grito, no tardé mucho para sentir como se abalanzaba hacia mí.
Mi espalda.
-Creí que ya habíamos hablado sobre esto -recordé, haciendo referencia a su delicada forma de saludar-. Terminaré sufriendo de dolores de espalda al terminar la carrera, por Alá que no suceda, necesito estar sana.
-No te vi en todas las vacaciones -reprochó Alison, bajándose y dejando libre mi espalda, lo cual agradecí internamente-. Deja tu dramatismo, ese es mi saludo donde te expreso cuanto te extrañé estas vacaciones.
-También te extr... -Una voz mucho más fuerte me interrumpió.
-Hoy te llevaré yo. No te vayas a tardar, odio esperar -parpadeé varias veces asimilando la situación en la que nos encontrábamos.
Era Louis.
Louis detrás de mí.
Louis lo suficientemente cerca como para sentir el calor que emanaba su cuerpo y el olor de su colonia, mi olor favorito.
Era la primera vez que estábamos tan cerca, mis piernas parecían gelatinas.
-Pensé que Giulio me llevaría -Alison me miró extraña, trataba de decirme algo, pero no entendía.
Era mala para las señas.
Me moví un poco, no quería estar tan cerca suyo al voltearme...tal vez no lo soportaría y me caería.
Sí, así de patética.
-Cambio de planes, no te vayas a tardar.
Como siempre no se había percatado de mi presencia, lo observé hasta que dobló una esquina y desapareció.
Esta situación ya era algo más allá de la friendzone, considerando que ni siquiera éramos amigos, esto era la mismísima nada.
-Deberías permitirme decírselo, todo sería distinto si él lo supiera -oí a Emm decir a mi lado.
Negué levemente.
-No cambiaría absolutamente nada si lo supiera-expliqué, retomando el camino a la primera clase del día.
Bioquímica
[...]
-Quiero nuevas vacaciones, las exijo -reí sin poder evitarlo-. Demasiados libros por leer.
-Recién empezamos semestre y tú ya quieres vacaciones -negué sonriendo-. Eres imposible Alison Lambert. Debiste de haber elegido otra carrera.
-La medicina es una carrera agotadora, lo sabía desde pequeña al ver a mamá y a mis tíos, pero, es algo que he querido estudiar desde que tengo memoria -la miré de reojo, notando como su mirada se perdía-. Es frustrante cuando no puedes ayudar a una persona que amas.
- ¿A quién?
Detuvo su andar y me observó, su mirada era demasiado intensa e intimidante, me recordaba a la del señor Lambert.
-A Louis.
- ¿Por qué? -pregunté de inmediato.
Todo lo que pasaba con Louis me importaba y esto era algo que desconocía.
-Es algo muy personal para él, no puedo decírtelo -asentí entendiendo, tal vez más adelante lo sabría-. ¿Y tú por qué elegiste medicina?
Retomamos el camino mientras pensaba en una respuesta convincente.
-Me encanta ayudar a la cantidad de personas posibles y ahora poder salvar una vida, es algo grande y quiero ser parte de ello, aunque implique muchas responsabilidades.
-Es algo muy lindo, tenemos que ayudar a este mundo de mierda -fruncí mi ceño al escucharla-. Lo siento, sé que no te gustan las malas palabras, pero es inevitable no decirlas.
-Estoy en otro país y es una cultura diferente, me terminaré acostumbrando, tranquila -me encogí de hombros despreocupada.
- ¿En tu casa nunca decían malas palabras? -Negué-. ¿Ni una?
-Vine a escuchar la primera mala palabra acá en Francia, mis padres son muy estrictos, ya te podrás imaginar mi educación.
-Casi nunca hablas de tus padres, por no decir nunca -empecé a incomodarme por el rumbo de la conversación, siempre pasaba lo mismo cuando alguien tocaba el tema de mi familia. Aun no me sentía lista para hablar con la verdad-. He notado que tienen una mala relación, espero que en estas vacaciones que pasaron hayan podido mejorarla.
Tener que hablar de mis padres me ponía nerviosa a tal punto de tener las manos sudorosas. Quería contarle toda la verdad, pero sabía que no era el momento. Si habría pasado las vacaciones con mis padres, no estaría aquí en Francia.
-Es que me haría rec...recordarlos y me pondría triste, son muy estrictos, pero son buenos, soy su única hija y sé que me quieren y tal...
-Espera -me interrumpió de repente-. ¿Me lo dices a mi Reyyan? Porque pareciera que te estuvieras auto convenciéndote a ti misma.
Odiaba que Alison fuera tan cuidadosa, detallista, minuciosa e inteligente con todo. Nunca podía pasar por desapercibido alguna situación o palabra que saliera de mi boca para ella...y lo peor, nunca se callaba absolutamente nada.
Pero aun así la amaba mucho.
-Te-Tengo que irme -comenté segundos después al no encontrar respuesta a su preguntó. Sí, me auto convencía a mí misma, cosa que usualmente lo hacía-. Tengo un compromiso y llegaré tarde.
Que Alá me perdonara por tantas mentiras. -pensé para mis adentros.
-Quedamos en que hoy irías a mi casa -recordó confundida-. ¿Ya no quieres ir?
-Claro que sí, pero no puedo debo ir al compromiso-mi intento de justificación era un asco.
- ¿Sabes que soy muy buena leyendo a las personas? -asentí-. Entonces iremos a mi casa y no volveré a tocar el tema de tus padres. ¿Te parece?
Veces como esta adoraba esa cualidad que poseía Alison, sabia cuando debía detenerse y justo ahora era ese momento
-Vamos, Louis nos está esperando -me detuve abruptamente al recordar ese gran detalle, hoy era él quien la llevaba.
No podía estar en un lugar tan pequeño, a pocos metros del. No era yo misma y ese día lo había confirmado.
Sin darme cuenta había empezado a caminar y me encontraba subiendo a su auto.
Estaba en el auto de Louis Lambert...
Era la primera chica en esta universidad aparte de Alison que se subía a su auto. Esto era un gran avance y me sentía completamente feliz, creo que estaba a nada de ponerme a reír sin razón alguna.
Bueno, si había una razón.
-Pensé que solo eras tú -su comentario me trajo de nuevo a la realidad-. No subo a mi auto a desconocidas... que se baje.
Abrí exageradamente mis ojos, era muy bueno para ser realidad claramente.
-Louis no empieces -Demandó Alison.
- ¿Por qué no te bajas? -me preguntó directamente a mí, estaba mirándome por el retrovisor. Quedé helada en mi lugar, esa no era la mirada con la que muchas noches había soñado que me daría, estaba lejos de serla-. ¿Acaso no escuchaste niña?, ¿eres sorda?
Parpadeé varias veces evitando que las lágrimas que querían salir, no lo hiciera, sería humillante para mí.
Este es el momento donde te bajas y sales corriendo -dijo mi subconsciente.
Era justo lo que haría, pero mis piernas tenían una desconexión con las órdenes que mi cerebro mandaba.
-Deja de ser tan estúpido con mi mejor amiga Louis-le riñó, empezando a enojarse-. Ella no se bajará, no quiero volver a escuchar que le digas algo como eso. Por una vez en tu vida sé amable con una persona que no pertenezca a tu entorno.
Louis no dijo nada, solo arrancó.
Su mirada era neutra y desde mi asiento podía ver como apretaba el volante fuertemente. En el aire se respiraba una tensión abrumadora.
-Oye para aquí, tengo que bajarme -dijo unos minutos después, la miré confundida. ¿Qué estaba pasando? -. Papá me necesita en la empresa, ustedes vayan a casa, los alcanzo más tarde.
-Alison -susurramos Louis y yo al unísono.
La susodicha se rio mientras abrió la puerta. Hizo un gesto de que saliera rápidamente y así lo hice. No podría estar en ese auto a solas con él, en la primera oportunidad me tiraría.
-Gracias -murmuré.
-Aun no me des las gracias Reyyan Aslanbey, aún no he hecho nada por ti -arrugué mi ceño empezando a considerar de nuevo la idea de irme corriendo-. Louis -lo llamó-. Se bueno con Reyyan.
Me empujó adentro del auto, quedando esta vez en el lado del copiloto. Le rogué con la mirada que no lo hiciera, pero solo siguió con su sonrisa diabólica y se fue.
Después que pusiera nuevamente en marcha el auto, llevé mis manos a mi regazo, limitándome a respirar muy suavemente. Fueron los peores quince minutos de mi vida. Sí, había contado cada segundo y minuto que pase encerrada en su auto. Estaba tan rígida que creía que me compararía en ese momento con un bloque de cemento.
Cuando aparcó, me apuré en salir cuanto antes, cuando pensé que ya podía respirar tranquila su mano me detuvo.
Nuestro primer contacto.
-Reyyan -mi corazón golpeó fuertemente contra mi pecho al escuchar mi nombre salir de sus labios, nunca antes me había gustado tanto mi nombre como en este momento.
-S-Si.
-Aléjate de mi familia, aléjate de mi hermana -me volteó abruptamente. Quedamos cara a cara y ambos nos alejamos de inmediato.
-No entiendo -dije.
-Sé la clase de persona que eres, no dejaré que utilices a mi hermana para tus estúpidos planes.
- ¿Qué clase de persona soy? -pregunté a nada de ponerme a llorar, la forma en que me miraba era como si fuera la peor persona de este mundo. Estaba equivocado.
-No te hagas, sé que detrás de esa cara de niña ingenua se encuentra una víbora en busca de dinero y quien sabe que otras cosas más -insinuó lo último.
Un gemido de dolor brotó de mis labios, ¿Cómo era posible que pensara eso sobre mí?
-Te equ-equivocas, no soy así -musité, sintiendo como lágrimas recorrían mis mejillas, mi vista se nubló poco a poco-. Por favor no pienses eso de mí.
- ¿Piensas que llorando me convencerás? No soy estúpido como mi familia, sé que quieres algo de nosotros, sé que deseas algo y te juro que no lo lograras.
-No es lo que piensas -traté de hacerlo entrar en razón.
- ¿Qué es lo que quieres? -Se acercó y me agarró por los brazos-. Dímelo Reyyan.
A ti -pensé.
-No quiero nada -siempre deseé que su mirada estuviera puesta en mí, pero ahora que sucedía, lo único que podía desear era que la retirara. Me partía el alma ver como esos cielos me observaban con aborrecimiento.
-Lo interesada se te nota a miles de kilómetros Srta. Aslanbey
-Usted no se queda atrás Sr. Lambert, la insensibilidad para tratar a las personas y lo estúpido que es, es algo que -me detuve cuando me di cuenta que acaba de llamarme por mi apellido.
- ¿Cómo sabes mi apellido? -pregunté.
Él frunció su ceño y se separó cuando escuchamos el sonido de un auto, ambos volteamos a ver quién era.
-Aléjate de mi familia -fue lo último que dijo antes de irse a paso rápido haciendo caso omiso a los gritos de advertencia del Sr. Lambert para que se detuviera.
¿Enamorarte del mejor amigo de tu hermano? Jamás, claro que no pasaría…existían códigos no estipulados que lo prohibían, pero si el mejor amigo de tu hermano se trataba de Noah Anderson, había una clara excepción. Y es que, era imposible no enamorarse de alguien como él y no, simplemente no se trataba por la sencilla razón de que era el mariscal de campo y su belleza algo inigualable, tampoco el hecho de que su cuerpo parecía haber sido esculpido a cada detalle meramente meticuloso. ¡NO! Su maldita y hermosa forma de ser. Noah no era un mujeriego, tampoco un badboy y mucho menos hacia parte del grupo de hombres que jugaban con los sentimientos ajenos… Él era todo lo contrario y tal vez por esa razón, tenía un grupo grande de admiradoras…incluyéndome. Hice todo lo posible por frenar los sentimientos que crecían conforme al tiempo, pero él no me lo dejaba para nada fácil con su terrible interés por mí y de querer que estuviera bien en todo momento hasta que lo hice…callé las voces y me adentré al mundo de Noah Anderson sin saber que más adelante estaríamos quemándonos por culpa del amor…nuestro amor. Soy Alison Walker y esta es mi historia.
-Srta. Green, es un placer verla nuevamente -extendió su mano y dudé en agarrarla, pero lo hice y así mismo como la toqué, la solté. -¿Placer? ¿Usted sabía que era yo? -me atreví a preguntar. -La investigué y supe que trabaja de bailarina, contacté al dueño del lugar y me comentó sobre su nuevo trabajo, compré sus servicios y aquí esta. Me señaló, aun teniendo su mirada fija en mí. Se me hacía inquietante y abrumador el que solo me mirara directamente a los ojos, era tan intenso que me intimidaba. -¿Por qué? -susurré. -Porque usted me debe dos favores, Srta. Green y simplemente lo cobraré -se encogió de hombros despreocupado. Señaló el mueble y me senté, él lo hizo al otro lado. -¿Dos favores? -alcé una ceja confundida-. ¿De que habla usted? -Hoy hice que su hija recibiera atención médica y después de darme cuenta que era la mujer que estaba buscando, pagué la suscripción, el tratamiento y justo ahora están buscando un donante, en menos de una semana lo tendrá. Tenía los ojos abiertos como platos, no daba crédito a todo lo que estaba escuchando. ¿Quién era este hombre? -¿Qué es lo que quiere de mí? -pregunté, levantándome del mueble, quería irme cuanto antes, nada de esto me gustaba. -Quiero que finja ser mi novia.
Amaba el romance, pero no creía en príncipes azules ni en finales felices. Más bien me atraía los príncipes negros, aquellos misteriosos hombres, que lo único que hacen en ti, es activar una atracción difícil de quitar, que te hacen descubrir ese lado oculto que todos tenemos, esos que tienen el cartel de prohibido y peligro con luces de neón alrededor suyo. Exacto, los chicos malos. Y Alessandro Rizzo lo era. La primera vez que lo vi, su belleza me deslumbro. La segunda vez que coincidimos, decidí hablarle. Lo que no contaba, era con la ignorada olímpica que me dio, fuera de ponerme triste, me puso ansiosa y deseosa por conseguir su atención. La tercera vez, lo tenía apuntándome con un arma en la cien. La cuarta, lo estaba salvando de la muerte. Sabía que no estábamos hechos para estar juntos, su mundo y el mío eran muy distintos...o eso pensaba yo. Pero la atracción que había, era mucho más fuerte que la razón. Sabía de antemano que solo yo perdería en esto, pero no lo pensé dos veces, y me tire al abismo sin tener la certeza de que sería atrapada al caer. Solo podía pensar. ¿Estará él, al final del abismo?
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