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Secuestrado por la mafia

Secuestrado por la mafia

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Julieth es una mujer enamorada profundamente de James, un hombre al que conoció hace dos años, pronto, fruto de su amor surge un embarazo por el cual la pareja esta muy emocionada, sin embargo, justamente cuando la felicidad de los dos esta en la cúspide, James tiene un accidente de tránsito en su motocicleta y pierde la memoria casi por completo, solamente recordando a su familia y por lo tanto olvidando al amor de su vida, Julieth deberá esforzarse por volver a enamorar a James sin saber que este pertenece a la mafia antes de que acabe su embarazo y de la misma manera poco a poco ira descubriendo múltiples secretos que este hombre le había ocultado por mucho tiempo.

Capítulo 1 Mi esposo secuestrado

Mi cabello se agitaba fuerte con el viento y mis pies iban rápidamente a la cita con la policía, cuando la llamada había entrado en el teléfono diciéndome que James, el amor de mi vida había tenido un accidente en realidad no podía creerlo, me había agitado tanto y el miedo de que estuviera bien me sacudió por completo. No podía creer que en realidad cuando nuestros planes de casamiento estaban tan cerca todo se hubiera arruinado de un momento al otro, era como si en realidad todo se hubiera terminado y por eso mismo, es que tenía que ir a ver cómo estaba mi novio.

Las fantasías de casarnos habían empezado hacía demasiado tiempo, tanto que ni siquiera podía recordar cómo era que habíamos llegado allí a pesar de todas las dificultades, aún así, si tan solo James estaba vivo no sería un problema los gastos médicos, él tenía el dinero suficiente como para pagar eso y más y aunque no había conocido a su madre hasta ahora sabía bien que tendría el corazón de apoyar a su hijo en caso de que algo malo fuese a suceder. Sentía mi respiración cada vez más fuerte y mis mejillas rosadas, llenas de sangre, a la espera de una llamada de la clínica mientras desesperadamente tomaba el auto para ir a verlo. Me habían informado el hospital en el que estaría y rápidamente fui hasta allí intentando evitar todo el tráfico de la agitada ciudad.

Al llegar al hospital todo parecía de cabeza, habían múltiples personas en todos los pasillos y no era para menos, buscaba desesperadamente a mi novio entre la multitud de personas y rápidamente me di cuenta de que no había manera en que yo sola pudiese saber exactamente cuál era su ubicación; me acerque a una de las enfermeras de ojos rojizos, quizá por el cansancio en su rostro y le toque un brazo para que me mirará a los ojos y finalmente pudiera poner su atención en mí, ella me dirigió una mirada tranquila y serena, llena de calma, esa que tanto me faltaba en esos momentos y me preguntó si necesitaba algo.

-¡Mi esposo está aquí! Me han llamado unos policías para informarme que está en este sitio, necesito información rápidamente de él, de verdad. - dije con una voz insistente y probablemente ponsoñosa que había logrado irritar un poco a la enfermera, aquello era justamente lo que necesitaba que sucediera puesto que en realidad necesitaba que alguien me pudiera atención ahora mismo. Sus ojos se giraron hacia atrás mostrándome que la manera en la que le había hablado le molestaba más que nada, pero eso era lo que menos me importaba en esos momentos. Lo único que quería era una respuesta rápida y verdadera acerca de dónde estaba James.

-¿Cuál es el nombre de su esposo? - me dijo mirándome mientras se dirigía a la estación de enfermería en el cual se encontraba el computador con todos los datos de los pacientes. Y aún con su rostro enojado comenzó a teclear sin que antes yo le diera una respuesta a su pregunta.

-Su nombre es James Anderson Waterford, me dijeron que había tenido un accidente en uno de sus autos mientras iba hacia su trabajo. Salió de casa está mañana y desde entonces no sé nada de él. - dije mientras intentaba darle un poco más de información a la enfermera con la cual fuera un poco más fácil conocer más rápidamente el paradero de James, ella comenzó a escribir en el computador que tenía delante y los minutos que pasaban entre cada tecleo eran como años sin fin para mí, parecía que cada segundo se hacía aún más amargo sin saber exactamente qué era lo que estaba pasando y poco a poco sentía que me iba a desmayar si es que no sabía pronto dónde estaba mi futuro esposo. El rostro de la enfermera mostró una sonrisa y entonces me dijo rápidamente que mi esposo se encontraba en la habitación 302… a la misma vez aquella mujer señaló hacia los pisos de arriba y me ubico diciéndome que estaba en el tercer piso y que podía ir en ese mismo momento, no sin antes dejarme claro que estaba fuera de peligro y que no tenía nada de que preocuparme.

Un enorme suspiro salió de mi cuerpo al darme cuenta de que en realidad estábamos a salvo, y de que probablemente James nunca había estado en peligro si no que en realidad, como siempre, había exagerado lo que había sucedido. Me despedí de la enfermera diciéndole unas simples pero profundas gracias y esperando que pudiera entender de esa manera la enorme gratitud que sentía hacia ella en esos momentos. Me dirigí rápidamente hacia el piso de arriba con el corazón aún bastante acelerado por el enorme estrés que me había atravesado en unas pocas horas, probablemente esto era malo para el bebé, y sin embargo sabía bien que con el simple hecho de que no ocurriera nada malo significaría que tanto mi bebé como James y yo estaríamos muy bien. Al llegar hasta el tercer piso comencé a buscar desesperadamente entre las habitaciones, y justamente cuando el logo de la habitación 302 se puso delante de mi rostro entre en esa habitación sin pensarlo dos veces y con la esperanza de ver a mi novio a flor de piel, una enorme cortina cubría la cama de la habitación y cuando rápidamente la moví para ver a mi esposo me di cuenta de una enorme y terrible sorpresa. Había un hombre en la cama, su tez era blanca y sus labios rojizos, sus cabellos eran rubios y con un tono bastante hermoso, pero ese hombre no era mi esposo. Lo habría reconocido en cualquier lugar, llevábamos más de dos años juntos y me sabía de memoria todos sus rasgos físicos e incluso todas las líneas de su rostro, para mí era evidente que el hombre que estaba delante de mí en ese momento no era mi novio. Pensé que me había equivocado de habitación y rápidamente y con la mirada atónita del hombre puesta en mi salí de la habitación para verificar el número que había en la puerta, sin embargo, a pesar de mis primeras impresiones ahora era obvio que si estaba en la habitación correcta, me dirigí hacia el piso de abajo en la búsqueda de la enfermera y volví a decirle que quien estaba allí no era mi esposo, sin embargo ella me confirmó que si era él y que incluso sus huellas estaban en el sistema, subí rápidamente y de nuevo en la misma habitación para mí era obvio que él no era mi prometido, llena de ira traje a todas las enfermeras que habían cerca para que me dieron alguna explicación de quién era este hombre y sin embargo cada una de ellas ante mis peleas siguió diciendo que ese era mi esposo, yo sabía quién era mi esposo y estaba segura de que él no era. Entre en pánico y sin saber en dónde buscar me sentí completamente frustrada. Las enfermeras se fueron de la habitación y dejaron de ponerme atención, señalandome cómo si fuera una loca que en realidad no supiera quién era su futuro marido.

Sentía que el mundo se me desmoronaba y se me venía en encima, por qué en realidad estaba demasiado asustada y justo cuando me rendí y pensé que debía buscar en otros lugares al parecer mi desesperación aludió al hombre que se encontraba en la habitación y que hace unos segundos solamente decía a las enfermeras que si era él mi esposo.

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