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Ella era solo una chica normal que quería una vida ordinaria. Él era el rey del mundo lujoso, donde todos se esforzaban por ganarse su favor. En el momento en que fijó sus ojos en ella, supo que ella era la que quería. Atraída a su trampa, pasó una noche con él. Ella lo tomó como una aventura de una noche, pero Cupido tenía otro plan. Para compensar el error de su padre en el trabajo, ella acudió a él, donde la obsesión, la locura y la tentación la aguardaban.
La noche siempre es el comienzo del esplendor de la ciudad, pues durante ella algunas personas quieren disfrutar y relajarse después del arduo día de trabajo mientras que otras hacen alguna celebración. El mejor lugar para promover esos momentos era el jovial y apasionado Flame Bar. Allí no se sentía el cansancio de la jornada, por lo cual hombres y mujeres jóvenes llenaban la pista de baile, sacudiendo sus cuerpos al ritmo de la música ensordecedora. Algunos cubículos privados del establecimiento también eran ocupados por clientes de clase alta.
Al abrirse la puerta del mejor de los VIP, entró un grupo de gente joven liderado por el menor de ellos, aunque el más poderoso de J City.
Como este tenía una figura perfecta comparable a los modelos masculinos europeos y una apariencia hermosa y encantadora que cerraba con una leve sonrisa, se destacaba entre la multitud. Al ver a alguien tan perfecto, ni siquiera los mismos hombres podían evitar girar la cabeza para darle un segundo vistazo.
Una vez que estuvo dentro del cubículo, se dirigía al sofá. Kyng Shen, quien estaba sermoneando al gerente del bar, lo vio, calmó su ira, se le acercó y lo saludó con una cálida sonrisa. "Ryan, llegaste tan puntual como siempre".
El chico le respondió: "Mi abuelo fue soldado, así que me exige que siempre llegue a tiempo. Yo vivo con él desde que era niño y tampoco toleraré la tardanza jamás".
Al escuchar sus palabras, Kyng asintió.
Sin decir nada más, Ryan lo miró, caminó hasta el sillón y se sentó.
Dado que el otro no podía descifrar su estado de ánimo, miró al gerente y le dijo: "Apúrate, haz lo que te dije".
"Caballeros, esperen un momento", dijo el gerente, asustado por la mirada en los ojos de este.
A fin de cuentas el hombre sentado frente a él era Ryan Yan, el joven que podía hacer temblar a todos en J City, y el que estaba de pie era Kyng, perteneciente a la famosa familia Shen. Además de ser el mejor amigo del primero, este último también era el dueño de Flame Bar, de modo que como mero gerente, ¿cómo podía permitirse ofender a esas dos figuras poderosas?
Tan pronto como terminó sus palabras, se dio la vuelta y salió del cubículo. Cuando pensó en el joven sentado allí, no pudo evitar temblar porque temía cometer un error y ya no poder vivir su vida en paz. Estaba tan asustado que ni siquiera tuvo tiempo de secarse el sudor de la frente.
Kyng estaba un poco satisfecho con su reacción, por lo que se dio la vuelta para mirar a su amigo sentado en silencio, y con una sonrisa, le dijo: "Lo siento, es muy difícil encontrar una mujer que te guste".
"No te pedí que me encontraras una". Dicho eso, el otro aceptó el vino que le ofreció un amigo que estaba cerca de él, tomó un sorbo y frunció los labios.
"Pero a partir de mañana ya no serás soltero. ¿Cómo puedes no quererla?", cuestionó exageradamente el dueño del lugar. Acto seguido se dirigió a los acompañantes. "Chicos, díganme, ¿no debería Ryan disfrutar de su última noche de soltería?".
Uno de ellos respondió: "Por supuesto que tiene que hacerlo. A pesar de que Alia es una belleza, estarás con ella todos los días desde mañana, así que estas son tu últimas horas libre. ¿Por qué no aprovechas y te diviertes? Creo que una chica generosa como Alia lo entenderá". El resto de los presentes se animó, avivando el ambiente allí dentro.
Ellos ya sabían lo que se suponía que iba a pasar ahora, por lo cual todos tenían sonrisas cómplices.
Kyng miró a su amigo, cuya expresión no había cambiado en absoluto pese a la persuasión de todos, y le dijo: "Reservé este espacio especialmente para ti, para que puedas disfrutar de esas bellezas esta noche".
El cubículo privado donde se encontraban tenía paredes de vidrio especiales que permitían que quienes estuvieran dentro pudieran ver todo el bar con claridad, pero desde afuera no se podía ver el interior.
Al escuchar eso, Ryan levantó un poco la cabeza y vio al gerente caminando por el pasillo con un grupo de chicas de bar vestidas de una forma hermosa.
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