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Una vida contigo

Una vida contigo

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Las dos familias más poderosas y multimillonarias de toda Inglaterra se odian a muerte durante cuatro generaciones. El poder, la ambición y el odio reinan entre ambas familias. Lo que no se esperaba era que los descendientes de la cuarta generación, Amelia O'Connor y Callum O'Brien, líderes de sus respectivas familias, terminarían luchando para dejar su enemistad y ser verdaderos amantes. Los problemas y obstáculos que se les presenta hacen que duden sobre su unión. ¿Serán capaces de romper cada maldición que viven? ¿Podrán romper su cuento de Romeo y Julieta y tener una gran vida juntos como verdaderos amantes o dejarán que el odio y el poder ganen? Esta historia está registrada bajo el número 2205191176611, los derechos de autor están reservados.

Capítulo 1 La señora O’Connor

Amelia O'Connor, así me llamo. Tengo veintisiete años y soy la primera bisnieta de una de las familias multimillonarias que existen en toda Inglaterra. No tengo hijos, ni esposo, ni nada por el estilo. Los hombres son una pérdida de tiempo para mí.

Desde hace dos años que he estado a cargo de la empresa familiar. Al ser la mayor de la familia principal, fui asignada a hacerme cargo hasta que la gran Olivia O'Connor, mi bisabuela de más de cien años, decida por fin quién será su próximo o próxima heredera. Entre sus bisnietos somos alrededor de ocho y tuvo seis hijos, siendo mi abuela su primogénita, pero desafortunadamente ninguno de sus hijos fue apto para liderar a nuestra familia. Así que, mi bisabuela se encargó hasta que enfermó y asignó temporalmente a mi mamá para encargarse en su ausencia. Sin embargo, nunca fue nombrada como la heredera y líder de los O'Connor por dos motivos. El primero, mi madre no quería el poder, aunque ha hecho un gran trabajo y segundo, ella no deseaba que sus hermanos la odiaran por ser la elegida. Mi madre es demasiado noble y es de las que no le gusta odiar, ni cargar con resentimiento hacia alguien que ama.

Hoy el clima parecía triste. El cielo estaba gris y las gotas caían para cubrir todo a su paso. Estaba observando todo el panorama de la ciudad desde mi oficina que quedaba en el piso setenta hasta que entra mi asistente personal y de máxima confianza.

—Señorita O'Connor, lamento la interrupción. Quería informarle que he realizado una reservación en el restaurante gran imperio, como lo ha pedido la señora O'Connor. La reservación ha sido efectiva para las siete de la noche, también he dado el aviso correspondiente a toda la familia O'Connor como ha solicitado su bisabuela.

—Gracias, Talía. ¿Tienes idea de qué es lo que desea la señora O'Connor para tener que reservar todo el restaurante y llamar a toda la familia?

—Lo lamento, no me informaron a qué se debía. Nada más me pidieron hacer la reservación e informar sobre la cena a todos los O'Connor. Lo siento mucho.

—Descuida, no es tu culpa. Ya nos daremos cuenta de que desea mi bisabuela esta noche. Gracias por avisarme, puedes retirarte.

—Sí, señorita. Con permiso.

Ella se retira en silencio, dejándome sola nuevamente. Mi mirada regresa a aquel panorama que me brindaba la ciudad. Siempre he sido de las que ama los días lluviosos y fríos, pero quién odia los días calurosos, precisamente porque son calurosos.

Después de admirar un buen rato la belleza que la naturaleza nos brindaba, continúe con mi trabajo.

Asistí a diferentes reuniones que estaban programadas. Al igual, que conseguí que esas personas importantes firmaran con nosotros.

La empresa que poseemos fue creada por mi bisabuela, Olivia O'Connor. La construyó desde cero cuando tenía tan solo veinte años. Se sacrificó demasiado por llevarla hasta donde está. Nadie tenía fe en ella, todos pensaban que iba a fracasar por el hecho de ser mujer. Fue tachada como una mujer impura por desear llegar a la cima del poder. Todos solían decirle una y otra vez que nada más debía casarse y hacerse cargo de los hijos como toda una esposa obediente, pero lo que nadie quiso darse cuenta era de que ella, la gran Olivia O'Connor, estaba destinada a grandes cosas.

Con el tiempo, fue callando a más de uno que la tachó por creer en ella y en su fuerza de voluntad. Fue ganando reconocimiento y fue la primera mujer para ese entonces en convertirse en líder y llevar con la frente en alto el matriarcado. Su belleza fue inigualable, fue envidiada y odiada por muchas mujeres de su época, pero también fue temida. Aunque, su belleza fuera indescriptible, su esencia y su inteligencia lo fue aún más. Eso es lo que siempre he admirado de ella, siempre desee convertirme alguien similar a ella. Por eso, me han tachado de ser una mujer inhumana y ambiciosa, pero he ignorado todo lo que dicen de mí. Después de todo, creo en mí y mis capacidades, tal como me enseñó mi madre y, sobre todo, mi bisabuela.

Una hora antes de la gran celebración, a la que asistirá toda la familia O'Connor, me cambio de ropa en la oficina por algo más adecuado para el lugar al cual será efectuada dicha celebración. En cuánto terminé de arreglarme, Talía entra a mi oficina para avisarme que es hora de irnos si queremos llegar a tiempo.

—El auto se encuentra listo, señorita.

—Ya es hora de irnos.

Tomo mi cartera y mi abrigo para salir de la oficina. Ella y unos guardaespaldas me siguen como mis más leales súbditos. No importaba con quién me cruzará en el camino, siempre solían tomar la actitud de sumisos. A veces odiaba eso, pero me recordaba a mí misma que de esa manera nadie se metería conmigo y me jugaría una mala pasada.

Cuando estaba por salir del ascensor, todos los empleados que estaban en la recepción forman dos filas y hacen una reverencia por mi presencia. No dirijo ni una sola palabra y demuestro mi fuerte aura para que obtener respeto y también un poco de temor.

En el trayecto al restaurante. Talía venía conmigo a mi lado en la parte trasera y me informaba todo lo que estaba pendiente para el día siguiente, mientras dos guardaespaldas iban en la parte delantera del auto.

—Hemos llegado, señorita.

—Bien. Encargarte de avisarle a administración que quiero el informe en mi escritorio para mañana a primera hora. También quiero que el área de seguridad se encargue de instalar el nuevo sistema de protección en la oficina presidencial.

—¿Desea que contrate a alguien para que se haga a cargo de la programación del sistema?

—No. Lo haré yo misma.

—Entendido.

—Raúl, has que todos los hombres vigilen el restaurante. La señora O'Connor estará presente, deben protegerla a ella y a mi madre cueste lo cueste. No bajen la guardia.

—Sí, señora.

Tras dar las órdenes, bajamos del auto y como siempre, encabezo el grupo. Eran alrededor de diez hombres los que siempre iban conmigo a todas partes. Están totalmente entrenados en varias ramas de las artes. Unos pertenecían al grupo especial de las fuerzas armadas, eran los mejores y conseguí que trabajarán para mí. El poder puede con todo, pero uno es quien coloca sus limitaciones con el poder.

—Ya estás aquí, hija mía.

—Hola, mamá.

—Tu bisabuela pregunta por ti. Todos ya han llegado, el ambiente está tenso con la presencia de todos. Ten cuidado.

—No te preocupes, lo tendré.

Su mirada reflejaba preocupación, no sé qué había pasado en mi ausencia, pero lo descubriré sin duda alguna. Entro en el gran salón y camino hasta donde estaba ella para dar mis saludos sin molestarme en saludar a nadie más en el camino.

—Abuela.

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