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El reino de las mariposas

El reino de las mariposas

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El tocar violín es más que sólo un gusto para Rose, es su existencia y su única manera de sobrevivir. En un mundo donde las personas las divide una marca de nacimiento, donde hay esclavos, nobles y realeza. Rose deberá enfrentar muchos obstáculos en su camino hacia su ansiada libertad, pero en el proceso se verá envuelta en asuntos del palacio donde conocerá al príncipe Kalef, un joven qué parece encerrado no solo en el palacio si no en si mismo, pero las apariencias siempre engañan. El príncipe heredero es ciego, pero su discapacidad no es impedimento para no hallar la belleza interior en cualquiera, incluso en Rose y lo que hay dentro de ella es el tesoro qué no sabia que estaba buscando, pero enamorarse es un pecado, uno que está dispuesto a enfrentar. Su amor los llevará por un camino tormentoso donde una profecía oscura debe cumplirse y si lo hace podrán eliminar la marca de exclavitud qué los divide o destruir el mundo tal y como lo conocen.

Capítulo 1 El comiezo

Tengo miedo. Ese es mi único pensamiento, temo fallar y decepcionarme a mi misma, al público y a mi dueña. Mis manos tiemblan debido a la angustia, soy consciente de la importancia que significa para mi esta presentación, porque puede cambiar mi vida. Mi dedicación al violín me trajo a Vlinder, el reino más grande de todos.

En cualquier momento comenzará la función y el duelo entre los que buscamos la libertad comenzará, jamás imagine que yo podía aspirar a obtener el indulto de la familia real, pero hoy estoy aquí comiéndome las uñas de ansiedad, mortificándome detrás del telón con cada pensamiento que cruza por mi mente porque si les agrada mi música tal vez podrán concederme mi libertad o quizás no.

- ¿Nerviosa?- A mi lado se situó la señora Marie, la mujer que me compro hace ocho años en una subasta, es estricta y muy cruel cuando se lo propone, quizás esas cualidades le ofrecieron lo que yo más anhelo en la vida, la libertad.

Ella también había nacido siendo esclava hasta que el rey de Vlinder le concedió el indulto real hace años atrás. Su marca de nacimiento fue eliminada de su brazo derecho solo por haber tocado para él una simple pieza de un solo de violín.

Su historia parecía simple y fácil, pero mi dueña aseguraba que había sido más caótica de lo que se escuchaba y así como ella, a mí también se me estaba ofreciendo una gran oportunidad. Gracias a su crueldad al instruirme en el violín, logre tener una técnica refinada a la hora de entonar una pieza, a mis dieciséis años ya gozaba de buena reputación tocando en fiestas privadas para la nobleza de otros reinos y a mis diecisiete mi nombre fue conocido entre las mejores familias acaudaladas de mi nación, pero esa pequeña fama me había costado horas de desvelo, dolor y sangre. Fueron seis años de aprendizaje arduo y dedicado, yo no sabía nada acerca del fino arte que emite un violín al ser fielmente ejecutado pero la señora Marie me obligó aprender para pagar mi deuda de compra, sin embargo, su método de enseñanza fue poco ortodoxo, doloroso y humillante pues el sonido de mi violín no era lo suficientemente sublime como para encantar su oído, pero de una u otra manera la señora Marie logró hacerme llegar hasta este lugar a pesar de que ella podría perder una gran mina de oro sí lo logro.

-Un poco- admití dejando escapar un suspiro- estaré bien una vez que comience.

-Eso espero- dijo severamente- Es la única oportunidad que tendrás en tu vida para ser libre, si fracasas...

-No lo haré, señora-me atreví a interrumpirle pese al castigo qué pudiera emplear por mi osadía.

Observé a través de una abertura del telón, el teatro era muchísimo más bello de los lugares elegantes qué ya había visto en otros reinos, las luces y los candeleros de cristal por encima del escenario lo hacía lucir espléndido pero las personas que poco a poco iban llenando la sala no parecían estar maravillados como yo lo estaba.

Al fijarme en el balcón qué había escuchado que la familia real ocuparía aún estaba vacío a pesar de faltar escasos minutos para la abertura, pero este evento no podía llevarse a cabo sin su presencia.

- Deberías asegurarte de que tengas las cuerdas bien afinadas-sugirió una voz infantil.

Al darme la vuelta vi a la pequeña Penny, nieta de la señora Marie, tenia puesto un hermoso vestido color salmón, su color favorito, aunque para molestarla yo decía que era un rosa pálido y no encontraba la diferencia entre los tonos de los colores, mis palabras siempre lograban hacerla enfadar y sus gestos me provocaban muchas carcajadas.

Había logrado escabullirse de la seguridad del teatro. Su agilidad para moverse en cualquier entorno era de admirarse pero podríamos tener muchos problemas si llegaban a descubrirla.

Solía ir a verme antes de cada presentación para darme ánimos, esta ocasión no era diferente pero fruncía el ceño levemente, ocasionando qué las pecas de su rostro se distinguíeran más que de costumbre, me encantaba ver como sus pequeños ojos verdes me miraban enfadados aunque realmente no lo estaba, ella era una niña muy feliz y rara vez se enfadaba de verdad. Lo que hacía con sus ojos eran solo gestos suplicantes con los que lograba chantajear a cualquiera.

- ¿Qué ocurre Penny?

- ¡Nada!- dijo cruzando los brazos desviando la mirada a otro lado.

- Penny...

-No quiero que te den tu libertad- dijo entre sollozos envolviéndome entre sus pequeños brazos. Aferrándose a mí y arrugando mí vestido blanco-No quiero que te vayas.

-Pero pequeña, no llores, aun no salgo al escenario ¿Cómo puedes desear tal cosa? No estamos seguras que el rey disfrute del sonido de mi violin.

Me incline un poco para poder limpiar las lágrimas que aun brotaban de esos desconsolados ojos verdes. El afecto que Penny sentía por mi era como amor entre hermanas, ella no tenía más parientes que mi dueña debido que sus padres fueron hechos prisioneros cuando nació. Se los llevaron y los subastaron en Enid, por no haber contraído matrimonio antes de procrear, pero el enlace matrimonial es un privilegio que solo los adinerados pueden gozar.

La ley matrimonial está en vigor para evitar el nacimiento de mas niños esclavos, puesto que el numero de esclavos se incremento peligrosamente en los últimos años. Aunque es injusto separar familias de esa manera tan cruel.

-He escuchado a los demás músicos que también van a tocar. Tú eres la mejor de todos.

-Eso no es cierto-admití, yo también los había escuchado, eran fuertes rivales y pensar en eso me ponía más nerviosa.

-Tomen sus lugares, tenemos un minuto- dijo una asistente apresurada- La familia real está a punto de llegar.

-Debes irte Penny, antes de que alguien te vea por aquí-adverti angustiada de que alguien notará su presencia tras bastidores.

La pequeña asintió con la cabeza y se hecho a correr en cuanto tuvo la oportunidad, retiro la tapa de un acceso al aire acondicionado y se introdujo en ella, su cabello rojizo fue lo último que logre ver antes de que volviera a colocar la tapa en su lugar.

Al asegurarme de que nadie había visto a la pequeña, tome mi lugar en el escenario, el asiento número 35 en la segunda fila cerca del director de la orquesta.

Antes de tocar un solo de violín debía dar un concierto con 48 personas más, mi violín solo sería un sonido mezclado entre otros, durante dos piezas músicales que durarían aproximadamente hora y media, y al final tendría mi oportunidad de ser escuchada.

-El telón se abrirá y todos harán un reverencia ante su majestad, aplaudirán durante 15 segundos hasta que la familia real tome asiento- explico otro asistente mientras daba un último repaso al programa de la función.

Todos los miembros que componían la orquesta además de los tres invitados que tocarían esta noche para obtener su libertad, por supuesto incluyéndome, hicimos una reverencia grupal en cuanto el gran lienzo rojo se alzo. Había demasiadas luces como para admirar a la familia real, para todos los músicos era oscuridad.

Alce la vista al escuchar los aplausos que los presentes le dirigían al emperador, pero apesar de mi esfuerzo no pude verlo. La luz de su balcón no duro mucho y el director estaba listo para comenzar.

El concierto comenzó con una melodía enérgica, los dedos de los violinistas incluyendo los míos se movían con agilidad. Las cuerdas vibraban entre las yemas de mis dedos y la melodía se hacía cada vez más intensa cuando se unían los demás instrumentos. Aun me sentía nerviosa, pero como le había dicho a la señora Marie, tenía completa seguridad en mi talento y por supuesto le tenía confianza a mi violín. Su sonido era hermoso, poesía sin letra pero contaba una intensa historia, aunque solo los músicos podíamos entenderla al sentir su poder entre los dedos. Los instrumentos tenían voz, nosotros le dábamos esa voz y era lo más hermoso de tocar un instrumento.

La velada transcurría rápidamente entre aplausos sonoros entre cada pieza hasta que por fin tuvo lugar la primera oportunidad de libertad.

Un joven de piel bronceada, vestía de blanco como se supone deben vestir los invitados ajenos a la orquesta real. Iba acompañado de un violonchelo.

-Recibamos con un aplauso a Edmund Galallar quien interpretara el himno a la guerra- El público cuchicheo por unos segundos pero el joven no pareció tomarle importancia al criterio público. El único que interesaba era el del emperador.

El sonido de su violonchelo era estruendoso y su melodía a pesar de ser una composición de carácter feroz quedaba muy bien con el sonido de su instrumento. Todo parecía ir bien hasta que una de sus cuerdas se reventó ocasionando que la composición cambiara de tono pero como todo un profesional continuo ejecutando la pieza musical aunque en diferente notas. El público no se inmuto ante la desgracia del joven y al finalizar le obsequiaron un frio aplauso, el joven hizo una reverencia y se retiro a su lugar una fila detrás de la mía.

-Por favor, reciban con un gran aplauso a la señorita Almira Brent quien interpretara la melodía conocida como primavera.

Almira era una joven de hermosa facciones, de cuerpo con buenas curvas. El público pareció tener una mejor opinión de Almira que de Edmund y cuando comenzó a tocar el piano,el público se impresiono al notar que llevaba a buen ritmo la melodía y su delicadeza en el piano era de asombrarse. Al terminar la pieza, los presentes la ovacionaron de inmediato arrojando flores de color blanco que significaban que ellos deseaban otorgarle la libertad. Pero por supuesto no era el público quien decidía.

-Querido público esta noche recibiremos a una violinista extraordinaria, que ha logrado conquistar los corazones de cientos a su paso por diferentes reinos. El reino de Vlinder la ha traído a ustedes para que disfruten no solo del sonido de su violín, por favor disfruten de tener a una belleza del reino de Enid. Con ustedes la señorita Annelie Rose

El público se puso de pie al escuchar tal presentación. Me honraba ser recibida de esa manera a pesar de mi situación. Esta noche no pensaba dejar a mi público decepcionado. Hice una reverencia y después dirigí la mirada hacia el balcón de la familia real, las luces que cegaban mi vista bajaron por un momento su intensidad, entonces por fin distingui a las personas que tenían todo poder sobre mí esta noche.

La melodía que había preparado era la canción de una leyenda que se refería al reino de Vlinder. Su nombre era Naikare.

El director de la orquesta hizo la señal para que los músicos se prepararan. Vi por última vez el balcón de la familia real antes de comenzar, suspire y mis dedos comenzaron a moverse por su cuenta. Mientras transcurría la melodía en mi mente solo podía imaginar la hermosa leyenda de amor que la habia inspirado, pasaban en mi cabeza las notas musicales que había aprendido de memoria desde hace tres semanas. En mi vida había tocado una melodía como esa, era tan suave pero a la vez melancólica y llena de amor, quería transmitir en la melodía los sentimientos que yo sentí al escucharla por primera vez.

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