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El tiempo de Cronos es algo vital para sanar sus heridas, él está convencido a qué es hora de dejar el pasado atrás sin embargo este lo sigue atajando, obligándolo a revivir sus traumas. Despoja su poca fé en Noah, una chica quien para él es perfecta, ella es todo lo que necesita, por desgracia una historia de amor no se escribe en un día. Buena suerte Cronos.
Cronos.
-Te pido que te vuelvas mi esposa y así compartir tanto nuestras desgracias como nuestra felicidad.
Ella me miraba sorprendida, seguro sin saber qué decir.
-Yo...
*Unas horas atrás*.
-Debes ir- Demandó mi tía Teresa quien parecía molestarle que siga viviendo aquí, en el cochinero que llama casa.
-Ya le he dicho que no es necesario tía, terminaré la universidad de manera online- Respondí levantándome sin gana alguna.
Miré el reloj puesto en la mesa de madera que está frente a mi cama.
«Son las seis de la mañana ¿Qué le sucede a esta señora?». Pensé frustrado.
-No es bueno que vivas como un inadaptado social, no es algo que tus padres hubiesen deseado, llevas un año encerrado- Comentó barriendo, por supuesto, esa es la única forma de ocultar su molestia.
«Mis padres seguramente hubiesen escogido mi felicidad». Pero aunque lo piense da lo mismo si se lo digo o no.
-No soy un inadaptado tía, solo un chico dolido que prefiere pasarlo que queda de su juventud en cama, luego buscaré qué hacer con mi vida- Dije mientras rascaba mi frondoso cabello.
-No estoy de acuerdo con esa mentalidad Cronos, estás a mi cuidado y se supone que debes hacer lo que yo crea que es mejor para ti- Replicó hablando tan rápido que parecía que sus cuerdas vocales explotarán.
Me levanté buscándole un final a nuestra ruidosa discusión, me quite los pelos que tapaban mi visión, la miré sin ánimos para decirle
-Iré pero al menos pido que se me entienda, estoy pasando por un momento difícil, así que si no me gusta, me devolveré a esta cama, no es necesario que me alimentes o me cuides, ya le pagaré a alguien para que lo haga- Pasé a un lado de ella en busca de ropa pero es que el cuarto era tan diminuto que dos personas en el, ya son multitud.
Se me dificulta abrir el closet pues la puerta solía chocar con la cama.
«¿Debería considerar mudarme?».
Di un pequeño suspiro, lo suficientemente silencioso para no ocasionar controversias.
-No todo se puede arreglar con dinero Cronos- Comentó ella, podia sentir su molesta mirada en mi nuca.
-Desde que estoy aquí, tú y tus hijos viven en un paraíso tía, no quiero sonar grosero pero sé que estoy en lo correcto- Contesté sacando como pude los pantalones de cuadros, una franela de color beige y una camisa negra con rayas blancas manga larga.
-Si en serio crees eso, entonces ruego por el día en que te vayas con tu dinero a lamentarte en otro lado- Murmuró ella finalmente dejando ver su lado repulsivo.
-Finalmente dices lo que en verdad piensas de mi, deberías simplemente botarme de tu casa, no es que yo te haga falta o que necesites de mi dinero- Repliqué saliendo de la habitación para entrar al baño.
-No seas dramático Cronos, no eres el único que está sufriendo- Dijo en voz alta.
-Estoy seguro que tú mas que nadie me puede entender- Contesté con ironía.
Estaba seguro que ella ya no me estaba escuchando, tal vez se canso de esta disputa. Esto solía suceder muy a menudo, mi tía parece estar cansada de tener un bueno para nada en su casa, aunque soy yo quien paga por no solo mi plato de comida si no también por el de ella y sus hijos, cualquier cosa que la casa o ellos necesitan yo lo cubro sin rechistar, y de esta manera me paga «Qué cruel situación».
Me despoje de lo que cargaba puesto, llevaba alrededor de una semana con la misma ropa, había perdido unos cuantos kilos y el cabello tan largo solo demostraba lo mal que me la he pasado. Me miré con repulsión ante el espejo, me volví un ser desgraciado para la vista, me dirigí a la ducha dónde al caer el agua me internalice a permitir sanar, al menos unos segundos.
-Cronos, no tienes todo el día, Sebastián necesita ir a clases también- Tocó con fuerzas la puerta mi tía.
golpee la pared al escucharla, ni siquiera de un baño puedo disfruta en estos días grises
Me cubrí con el paño y salí de la ducha, afuera estaba Sebastián quien como siempre me miraba de manera testaruda, paso a un lado mío golpeando levemente mi hombro.
No le di importancia y seguí a mi habitación donde comencé a secarme.
-Que bueno que no limpie- Mencionó mi tía en voz baja notando como sin querer había mojado el suelo.
Cerré la puerta ya muy consternado, me asegure de que estuviese trancado y me quite por completo el paño, quedando al desnudo.
-Maldición- Exclamé entre dientes.
Saque del cajón mi ropa interior, me coloque a los golpes la demás prendas, me peine de manera que me quedara dividido el cabello y me rocíe un poco de colonia para ocultar el olor a muerto que aún cargo encima.
Metí debajo de la cama la mano donde saque mi vieja mochila, los cuadernos seguían ahí adentro así que no tuve de que más preocuparme, mire nuevamente el reloj que daban las siete con un minuto.
Me acerque a la ventana que estaba alado de mi cama para ver el bullicio de gente que se encontraba ya en las calles, creando el camino de sus vidas.
«Que fastidió».
Me alisté y salí de la habitación.
-¿No comerás nada?- preguntó Alexander, el único en esta casa que estaba realmente agradecido.
-Dudo que la tía Teresa tenga desayuno preparado para mí- Dije deteniéndome en la entrada.
-Puedes llevarte el mío, lo he medio mordido pero sigue estando bueno- Contestó extendiendo el plato.
Era un bonito gesto de su parte pero me negué, no quería decírselo pero si me provocaba repulsión.
-Gracias Alexander pero tú también necesitas comer, yo compraré algo en el camino
- Dije para luego levantar mi mano y despedirme de él.
Hoy era un día frío, las nubes tapaban el sol.
-Tal vez no escogí la mejor ropa.
Me dirigí a la parada de bus más cercana, aunque pensé en irme a pie, la verdad si se me hacía fastidioso.
«Necesito gastar mi dinero en un auto».
-¿Ese no es?.
-Creo que si, mejor apartemonos no quiero que nos escuche.
Pude escuchar los murmullos de esas dos, ambas tenían puesto el uniforme de mi Universidad, en ese momento llegó el bus, al momento de subir recordé que mi instituto tiene un característico uniforme, uniforme que no cargó encima pues se me olvido.
«¿Por qué demonios me puse esto?».
Me exalte al darme cuenta de ese detalle «Tendré que aparecerme así».
Durante el camino comencé a arrepentirme de no haber aceptado el sándwich de Alexander, mi barriga estaba pasando por unos retortijones que me provocaba querer lanzarme al suelo.
Sin nada que poder hacer, me di por muerto.
-¿A dónde va joven?- Preguntó él guardia.
-Iré a clases, como todos los demás- Respondí con obviedad.
-Así vestido creo que no se podrá- Contestó mirándome de reojos.
«¿Cómo es posible que habiendo tres personas metidas en esa casa, ninguno se haya dado cuenta de este error?».
-Puedo al menos hablar con el director, estoy seguro que podré llegar a un acuerdo con él- Comenté con firmeza.
-Está bien pero eso solo será perder su tiempo jovencito, conozco a ese cascarrabias- Respondió levantándose de su silla- Sígame.
En el camino observé mis alrededores, era incómodo estar aquí, de alguna forma la mayoría de los estudiantes me conocen, tal vez porque me vieron en las noticias, se supone que me mudé para poder escapar de mis problemas pero mi pasado me siguió.
Podía escuchar los cuchicheos de las personas o tal vez solo era mi imaginación.
-Es aquí joven- Dijo el amable señor deteniéndose en la oficina del director.
-Muchas gracias señor, no tardaré mucho- Contesté adentrándome.
Ya adentro el director me miró con asombro levantándose de su asiento para estrechar su mano con la mía.
-Es un honor finalmente tenerlo entre las filas de esta universidad- Mencionó con tanto orgullo.
-También estoy agradecido de estar aquí- Dije con una sonrisa pintada en mi cara - por desgracia como puede notar me he venido sin el uniforme, fue muy tonto de mi parte- Dije
sonando dolido- ¿Habrá alguna manera de solucionarlo?- Pregunté para finalizar mi actuación.
-No se preocupe joven Lazarou, mi asistente le conseguirá un uniforme de repuesto al menos para que use solo por hoy- Contestó indicando a su asistente a buscar la prenda.
rogaba porque esto no se volviera un proceso muy largo.
-No es exactamente lo que esperaba pero si no hay otra manera tendré que aceptar- Murmuré.
Al rato volvió ella con un uniforme que se notaba a simple vista que no era de mi talla.
-Es muy pequeño ¿No cree?- Pregunté sosteniéndolo .
-Es solo el primer día joven Lazarou luego obtendrá uno a su medida- Comentó el director buscando convencerme.
«No puedo creer que en serio me esté obligando a ponerme estos harapos».
Sonreí y solicité usar su baño para cambiarme.
-Adelante- Murmuró la secretaria.
No tarde mucho ahí adentro, al salir me mire en el espejo que por alguna razón este viejo tiene en su oficina.
-¿Qué le parece?- preguntó él animado.
Esto era una total vulgaridad a mi persona, mis talones se veían de manera catastrófica y por alguna extraña razón, este pantalón está extremadamente ajustado en la cintura lo que provoca que mi bulto resalte demasiado.
-Un poco corto pero supongo que me sirve- Respondí deseando no haber sido criado de manera tan correcta.
-No se preocupe por la estética jovencito Lazarou, usted ha venido hasta acá para
aprender y eso es lo que le ofreceremos- Comentó colocando su mano en mi hombro.
-Si... - Respondí sin muchas ansias.
-La señorita Nort lo llevará hasta su salón asignado.
-Mejor no perder tiempo- Dije soltándome de su agarré- Gracias por todo director.
-Que tenga un muy buen día jovencito Lazarou- Gritó.
Las personas seguían observándome, lo único diferente esta vez es que al menos tenia la certeza de que no es cosa mía.
Al llegar al salón le pedí a la señorita Nort que me permitiera entrar solo, ella aunque al principio se miró un poco sorprendida aceptó sin replicar, me abrazó como si nos conociéramos de toda la vida y se despidió, deseándome también un feliz día.
-Gracias- Contesté.
Me detuve un momento a pensar con lo que tendría que lidiar, ha pasado alrededor de un año que no socializo con nadie más que no sea mi cama, todas estas personas por supuesto que ya se conocen, yo seré la rata nueva de la cual hablar.
Sin más con qué torturarme, entre, la profesora se detuvo, parecía estar dando clases, todos voltearon a verme justo como deduje.
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