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Sophia Lorenz es una empleada de Trivan Company. Ella tiene una relación de 5 años con su prometido Oliver Sainz y se casarán en 2 meses. Sophia descubre que está embarazada y decide dejar su trabajo para encargarse de su familia, pero mientras está en la empresa entregando su carta de renuncia recibe un mensaje de texto de Oliver donde le dice que la abandona porque siente que no la ama y necesita reencontrarse consigo mismo. Sophia no puede creer lo que sucede, minutos antes de recibir el mensaje de Oliver ya había renunciado a su trabajo. Ella, con la noticia de su prometido dejandola y con un bebé en camino decide rogarle al CEO de la empresa Robert Trivan para que le devuelva su puesto de trabajo. Sophia le cuenta lo sucedido a Robert y él le devuelve su trabajo, pero con una condición: Él sera el padre de su hijo de ahora en adelante.
- Mamá, voy llegando al trabajo.
- De acuerdo hija, no te olvides de comunicarte con tu hermano. Necesita de tu apoyo para conseguir el trabajo en Trivan Company.
Sophia de detiene de repente.
- ¿Hola? ¿Hija? ¿Estás ahí?
- Si mamá, aquí estoy. Tengo que colgar.
Sophia cuelga y mete su teléfono en su cartera. Estaba enfrente de la empresa donde trabajaban desde hace 2 años, se sentía agradecida que sus padre le hubieran pagado los estudios, ya que gracias a ellos era lo que era hoy en dia: secretaria del asistente en jefe del CEO, si, era un logro para ella, a pesar de tener un titulo de Diseñador gráfico. Pero llevaba 5 años de relación con Oliver, su novio, se habían comprometido solo unos meses atrás, y la boda era en sólo 2 meses.
- Todo sea por el bien de mi nueva familia.
Dice Sophia mientras se toca el vientre con una sonrisa en los labios. Ella llega a su puesto y coloca su cartera.
- Amiga, debes de contarme todo.
Dice su amigo, Cristian.
- ¿Contarte que?
- ¿Como que qué? Vas a casarte, quiero ser el padrino. Dime que si.
Sophia sonríe.
- De acuerdo, lo serás. Además, la familia Sainz Lorenz tiene un nuevo integrante.
Cristian se lleva las manos a la boca.
- ¿Qué?
- Estoy embarazada, pero Oliver aún no lo sabe, quiero darle la sospresa.
Cristian se queda atónito.
- ¡Seré tío!
- Shhh, no quiero que la gente se entere, ya sabes como son con los chismes.
Cristian se tapa la boca de repente.
- Lo siento. Estoy muy feliz por ti. Ese bebé es una bendición.
Sophia asiente.
- Lo es. Por eso, decidí renunciar al trabajo.
- ¿Que? ¿Renunciar?
- Si, quiero dedicarme a mi bebé y a Oliver, llevaré mi carta de renuncia a Recursos Humanos.
Sophia toma su carta de renuncia de su mesa pero Cristian la detiene.
- ¿No estás tomando una decisión apresurada? Puedes seguir trabajando y tener ahorros para cuando el bebé nazca.
Sophia piensa lo que dice su amigo, pero sabe que Oliver velará por su bienestar. Su trabajo ahora es lo de menos.
- Mi decisión es la correcta. Hablamos luego.
Sophia le posa su mano a Cristian en el hombro, sonríe y empieza a caminar. Su amigo la mira moviendo la cabeza en forma de negación.
- Hola, quiero renunciar a mi puesto, aquí esta mi carta de renuncia.
Mary, de Recuersos Humanos toma el documento y la mira.
- De todos los empleados, eras la última en mi lista que lo haría.
- Ya estuve suficiente tiempo aquí. Además, me voy a casar pronto.
Mary asiente.
- Y con más razón, necesitas el trabajo, una boda implica gastos.
- Oliver se encargará de eso.
Mary no dice nada.
- Por el hecho de que renuncie, no quiere decir que dejaremos de ser amigas, te invitare a la boda. ¡Estarás en primera fila! ¡No! ¡Serás una de mis madrinas! ¿Que dices?
Mary sonríe y le da un cálido abrazo.
- Será un placer. Espero que Oliver sea un buen esposo.
- Lo será. Nos mantendremos en contacto. Hasta luego.
Se abrazan y Sophia camina hacia el pasillo. De repente siente su teléfono sonar.
- ¿Un mensaje de Oliver? Nunca me escribe a ésta hora.
Mensaje de: OLIVER. 9:00a.m
Sophia, ya no quiero casarme contigo, no te amo, nuestro compromiso queda cancelado, me iré muy lejos, quiero reencontrarme conmigo mismo, no pienso volver, espero que seas feliz.
- ¿Que?
Sophia siente nauseas y mareos, de repente, se agarra de una pared cercana. Ve un asiento, se calma y se sienta. Ella mira unos pies al frente de ella.
- ¿Eres Sophia Lorenz?
Sophia mira a la persona, una mujer de unos 25 años, menor que ella, viste muy elegante.
- Soy yo.
La desconocida la mira de arriba a abajo con esceptismo.
- No puedo creer que Oliver tenga un amorío con una chica como tú. Pareces una pueblerina.
- ¿Amorío? No entiendo.
La mujer saca su teléfono, lo revisa y vuelve a mirar a Sophia.
- Un amorío, con mi marido.
Sophia no puede creer lo que está escuchando.
- ¿Tu marido? Oliver es mi prometido, tenemos una relación desde hace 5 años. ¿Con que derecho vienes tú a decirme todo esto?
- Con todo el derecho que tengo de ser su esposa, Oliver está casado conmigo.
- ¡Mentira!
- No, no lo es. ¿Quieres pruebas? Miralas.
La mujer le muestra fotos de Oliver y ella el día día de su boda. Ambos se ven muy felices.
- No, esto no puede ser verdad. ¡Oliver es mi prometido! ¿Como te atreves a hacer esta calumnia contra él?
- A ver... Déjame preguntarte algo? ¿Adońde crees que iba Oliver realmente cuando te decía que se iba de viaje de negocios?
Sophia la mira con laǵrimas en los ojos, el mareo parece quere volver.
- Venía a verme, ha pasado más tiempo conmigo, que contigo. Y sobre la boda, nos casamos hace dos años.
- ¡Oliver me ama! ¡Él es incapaz de engañarme de esta manera!
La mujer se ríe descardamente.
- No, no te ama. Me ama a mi. ¿Acaso no me ves? Soy rica, le doy la vida de lujos que se merece. Pero contigo, sólo pasa miserias, trabajas de secretaria ganando un sueldo miserable. Deberías buscarte a alguien de tu nivel.
- ¡No me quitarás a Oliver!
- ¡Él es mío!
La mujer suelta una cachetada a Sophia.
- Esto es una advertencia, deja en paz a mi marido, si no lo haces. ¡Sabrás de lo que soy capaz!
La mujer se aleja mientras algunos empleados miran lo ocurrido y susurran cosas entre ellos. Cristian llega de repente y toma de la mano a Sophia.
- Sophia ¿Que paso? ¿Quien era esa mujer?
- La esposa de Oliver.
- Pero si la esposa de Oliver vas a ser tú.
Sophia sonríe sarcásticamente mientras se seca las lágrimas con la mano.
- Al parecer mi prometido tiene una doble vida.
- Puede ser un malentendido. No te alteres, le puede hacer daño al bebé.
Sophia se acomoda la ropa.
- Debo hablar con el CEO. Debido a las nuevas noticias necesito recuperar mi trabajo.
- Está bien, te acompaño.
Cristian la toma de los hombros y la guía hacia la oficina de Robert Trivan. Llegan a puerta, Sophia puede ver a Robert desde afuera, él está escribiendo en unos papeles y no nota su presencia.
- Debo hablar con el CEO, por favor.
- No puedes entrar sin una cita previa, lo siento.
La secretaria la mira pero luego sigue tecleando.
- Es urgente, digale que necesito hablar con él.
- No puedes entrar sin una cita previa.
- ¿Acaso eres un robot que ya tiene las respuestas automaticas? ¡Te estoy diciendo que quiero hablar con el CEO!
- Sophia calmate.
Cristian intenta calmarla.
- Dile a tu querido jefe que quiero hablar con él, ahora.
La secretaria recibe una llamada, ella responde.
- ¿Si? Señor Trivan.
Sophia mira a la secretaria, luego mira a Robert que la está mirando desde su escrirorio. Está hablando por el teléfono.
- Si señor Trivan, como usted diga.
Sophia quita la mirada de Robert y vuelve a mirar a la secretaria.
- Puede pasar, pero sólo usted.
Cristian mira de la secretaria Sophia y asiente.
- De acuerdo, debo volver a mi puesto, cualquier cosa que necesitas me mandas un mensaje.
- Está bien.
Sohia sonríe y abre la puerta de la oficina, sentía que tendría un encuentro con satanás, o con "el señor hielo" como le decían muchos en la empresa. Sophia se acomodó la falda.
- Estoy aquí para...
- Es mi empresa, por lo tanto, sé todo lo que ocurre dentro de ella.
- Quiero mi puesto de nuevo, necesito el trabajo.
- Es curiosa la manera en que actúa señorita Lorenz, renunció porque ya no le gustaba el trabajo o tenía cosas mejores a las que dedicarse, y ahora viene a mi oficina a pedirme que haga como si nada ha pasado.
Sophia siente que va a explotar de la rabia.
- Yo... lo hice porque pensé que... yo... me iba a casar pronto...
- ¿Iba a casarse? ¿Ya no?
Robert la mira muy seriamente.
- No. Me enteré hace unos minutos que mi prometido está casado con una mujer desde hace dos años.
Hay un fuerte silencio en la oficina.
- Señorita Lorenz ¿No cree usted que si es su prometido es porque lo conoce muy bien y sabe que cosas podría hacerle y cuales no? Si se iba a casar con él es porque confiaba ciegamente en él.
Sophia levanta la mirada, se puede ver el dolor en sus ojos.
- Si, confíe ciegamente en él. Por eso me engañó como una estúpida. Y ahora yo...
Sophia se toca el vientre delicadamente, baja la cabeza y empieza a llorar. Robert sólo la observa.
- Está embarazada.
Completa Robert la frase por ella.
- Si, estoy embarazada, y por mi bebé, necesito trabajar, debo sacarlo adelante como sea.
Robert resopla.
- Muy bien, puede volver su trabajo, señorita Lorenz.
Sophia se seca la lágrimas y sonríe.
- Muchas gracias señor Trivan.
Sophia se voltea y empieza a caminar hacia la puerta.
- Puede volver al trabajo, pero con una condición.
Sophia se voltea y lo mira sin entender.
- ¿Condición? No me diga que...
- Me haré cargo del bebé.
Suelta él de repente.
- Perdón pero no entiendo. ¿Usted se quiere hacer cargo de mi bebé?
Robert asiente.
- No sólo quiero hacerme cargo. Quiero ser el padre de su hijo.
Sophia lo mira con ganas de decir algo pero está tan confundida que las palabras no salen de su boca. Robert la mira.
- Usted debe estar bromeando ¿Verdad?
- No, estoy hablando muy en serio. Quiero ser el padre de ese bebé.
Kevin Corner es el tipo de hombre que consigue lo que quiere, así que cuando decide que me quiere como niñera de su hijo, me hace una oferta que no puedo rechazar. Es una oportunidad increíble trabajar con niños como siempre quise, pero vivir bajo el mismo techo que este hombre enigmático es más difícil de lo que pensé que sería. Él es el director ejecutivo multimillonario de una empresa de inversiones, y yo me crié en hogares de acogida y uso marcadores Sharpie para pintar las marcas de mis zapatos. No tenemos nada en común... o al menos eso es lo que supongo.
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