ef
No había forma de que una pluma endeble como yo
r y conflicto, pues aun en medio de la ale
destruir todas las verdades de mi corazón. No había defensa, no había necesidad, mi mundo entero había sido entregado a los pies del señor Cavill. No había manera de negarlo ni de ocultarlo. Yo le pertenecía completamente a él, no había como disimularlo. El simple sonido de su voz servía para desmoronar
ill era mi detonante y al mismo tiempo mi refugio. Era
cia me impregnó de una manera inevitable. No había nada en el mundo que no me recordase que yo era suya y que él era mío: Lo hacia la mañana cuando en el alba su olor inundaba mi habitación; lo hac
ependencia de vida tuviese nombre y dirección. El señor Cavill iba más allá de ser mi todo. Él era el motor de mi vida y lo más impresionante de
nflicto que invadía mi alma cuando me entregaba a él sin entender nada de lo que ocurría. Él había sido mi primer y único hombre y ese título nadie iba a poder arrebatárselo nunca jamás. El señor Cavill era el amo y señor de mis deseos más p
que me pudiese traer a memoria su recuerdo. Era una misión que rayaba en lo irracional e ilógico, pero no había otra manera de hacerlo. Si de verdad quería seguir ad
O que había conocido, porque si lo imaginaba así me terminaría rindiendo ante mi
ba sobre mi hermano y también sobre Ana, mi amiga; si yo vo
r lo menos para contarle todo, pero no estaba dispuesta a juga
que teme por egoísmo, era la cobardía de alguien que no puede vivir por sus propios pasos y determinaci
erante para cualquier mujer, pero yo debí acostumbrarme a la fuerza a seguir adelante sin imaginarme a su lado. Era horrible, doloroso y co
erza indetenible que arrastra todo solo con su presencia. No había manera de negarlo. Estaba completamente perdida en ese espiral de decadencia y autaconmisce
tidad de implicaciones que se podían desprender de aquel día que