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Historia

Capítulo 5 Problemas más graves

Palabras:2303    |    Actualizado en: 21/05/2023

había estabil

ncesa Elisa Hammond, si es que había alguno. A pesar de que la reina comenzaba a decaer en su estado de salud y la falta de un heredero d

tanto como para que no pudiera volver si se necesitaba

ades, organizaba eventos de recolecta para los pobres, fundaciones, bailes. Mantenía su agenda ocupada y tratab

, pero no podía acercarse de nuevo a Elisa. Primero, la había dejado sola y sabía que ella

verlo desde las sombras y n

l año cursante, día en donde una llamada lo cambi

e encontraba en la ciudad disfrutando de la trinidad sagrada de los excesos masculinos: Las mujeres, la bebida y los vicios. Estaba con su mejor amigo, Lord Robert Kettering y llevaban varias h

No hay esposas que riñan ni niñas ingenuas. Además, tu esposa tiene un baile esta no

me llevas la delantera en eso porque

mi esposa.

zaba a afectar el alcohol. —¿Por qué volviste al país? Todos los días recibes noticias de tu es

ncontrar ni una sola razón por la cuál se había alejado de ella. Era su mejor amiga o lo había sido. —Com

retario privado llegó hasta donde estaba John. Como príncipe de inmediato se temió lo peor. Cuando s

antó rápido y tomó el teléfono privado, lo acercó a su oído y cuando escuchó el

nte no p

o pal

Portia f

esas nuevas significaban, que tenía que hacer, pero lo único en lo que podía pensar

entregó el teléfono y salió de aquel bar, al ver a su amigo se despidió

todo en

to. Cuando nadie lo miraba comenzó a llorar. Fue hasta su palacete privado

nión vacía porque no sentía nada por ella, estuvo muy enojado con ella también y habían sido la comidilla de la prensa durante todo el tiempo que había durado su separación. Sin embargo eso estaba a punto de cambiar. El avión aterrizó, tomó su auto y fue directo al palacio, le tomó un día llegar. Al entrar todo estaba en un molesto bullicio, las personas hablaban

ostro y sus enormes ojos color miel y sus espesas pestañas. Su boca redonda y labios carnosos, el hoyuelo de su mejilla cuando sonreía

abrir el cielo mismo. Pero una negación de ella para

acercó poco a poco a ella y todos los presentes se quedaron en silencio

tal y como él la recordaba. —Querida. -Observó el delicado color de sus mejillas, que se t

ella con una reverencia. —Mi

za. -eran la noticia del momento. —También lamento su

iré entonces… ya que está aquí podrá tratar con los embajadores. -Ella est

nte la sociedad sabía que debía desempeñar el

tió. Suspiró enfadada e intentó apartarse de su lado, pero él no la iba a dejar. No la soltó

es sol

ue hablarte en privado. -Caminó con ella a su lado y la sacó del salón do

do una compostura helada y seria, la misma que le había servido durante tanto tiempo como un escudo protector que la protegió del dolor de su destino. Él la llevó a la biblioteca del palacio de Blueberries y

ecién acaba de morir y somos los s

ncesa era OTRA, no yo. No estoy lista para esto. -Además de que ser la reina supondría as

ner más el reino a la censura mediática. Será un festín

y ella negó. —¡Dios mío!

én en tu bienestar. No soportarías la presión. Si m

o discutamos. No quiero ha

sta situación en el

e, pero tenía que haber una solución. No podía ser la esposa de John y

volvemos, el primer ministro Bertie es diferente, sé que es un vividor y un derrochador, tan indigno de mi confianza que primero dejaría que se congele el infierno antes de dejar mi

nversación pues quería pensar en otra solución. —Tu madre acaba de fallecer ¿Acaso no pu

ba cubierto por un intenso deseo del deber. —Elisa, mi primera obligación ahora es mi reino. Como príncipe heredero debo asumir el trono y no puedo ser débil. Tú eres mi esposa a

aba los ojos claros del príncipe John se encontró con que realmente no conocí

á terminado. Serás mi esposa en todo e

por años y ahora ¿Yo soy la que debe dejar que vuelvas como si nada? Me expusiste al ridículo y al escarnio ¿Y ahora me hablas de sentido moral? Moral sería que me

obre mis obligaciones y no tienen nada de divertido. Serás una princesa por accidente pero eres una princesa, mi princesa, por

o matrimonio solo sería de palabra. No tengo porqué ceder a esto si no quiero. Me usaron y me humillaro

mo reina de Darmid. Tras la muerte

u cerebro y por primera vez en su vida sintió que ib

rtable después de nuestra primera vez tan nefastas, pero asumiré el trono de Da

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