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Historia
¡Basta! ¡Soy multimillonaria!

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Capítulo 1 Quiero el divorcio

Palabras:1208    |    Actualizado en: 16/06/2023

Era tarde en la noche.

Lucinda Ross no dejaba de dar vueltas en la cama.

Sentía a un hombre encima de ella, presionándola con su peso y dificultándole la respiración.

Le oía jadear y sentía su aliento caliente en la mejilla.

Y entonces, sin previo aviso, un dolor agudo le llegó de entre las piernas.

Cuando por fin se dio cuenta de lo que ocurría, abrió los ojos horrorizada. En la oscuridad, vio vagamente la figura del hombre que tenía encima.

"Nathaniel... ¿Eres tú, Nathaniel?".

Él respondió con un gruñido, y el penetrante olor a alcohol asaltó los sentidos de la mujer. Luego Nathaniel no emitió ningún otro sonido, solo continuó penetrándola como si su vida dependiera de ello.

Ella soltó un suspiro de alivio al reconocer su voz. Llegados a este punto, no podía hacer otra cosa que ceder a sus embestidas amorosas, aunque dejaba escapar a veces algún gemido de dolor.

Sus movimientos se volvieron más frenéticos, y ella tuvo que apretar los dientes para soportar la extraña mezcla de dolor y placer. Aun así, no pudo evitar sentirse eufórica ante el inesperado giro de los acontecimientos.

Llevaban tres años casados, pero su esposo, Nathaniel Roberts, nunca la había tocado. No quería.

Su abuelo, Logan Roberts, lo había obligado a contraer matrimonio con ella, por lo que siempre le guardaba rencor y la había tratado con frialdad.

Ahora mismo, a Lucinda no le importaba qué le había hecho cambiar de opinión.

Estaba feliz de entregarse a él.

Al cabo de un par de horas, el hombre soltó un último gruñido y se desplomó sobre ella, exhausto. Un rayo de luz de la luna entraba por la ventana, delineando su perfil tan exquisito como una obra de arte perfecta.

Lucinda escuchó cómo los latidos de su corazón se calmaban gradualmente. Todo aquello le parecía tan surrealista que una pequeña parte de ella sospechaba que solo estaba soñando.

Si realmente era un sueño, no quería despertar de él.

Le rodeó el cuello con los brazos. "Nathaniel...", ella canturreó con todo el afecto que sentía por él. "Nathaniel, yo...".

Estaba a punto de decirle que lo amaba, pero antes de que ella pudiera pronunciar las palabras, lo oyó murmurar en su estupor de borracho: "Ellie...".

Lucinda se quedó helada, como si le hubieran echado un cubo de agua fría por la cabeza.

A ella le dio un vuelco el corazón que su esposo la confundió con otra mujer.

Eleanor Turner era quien ocupaba su corazón. Fue su primer amor. Pero como Logan no aprobaba esa relación, ella se vio obligada a permanecer en el extranjero todos estos años.

Sin embargo, acababa de regresar al país ayer.

Y no había perdido el tiempo enviando un mensaje a Lucinda, uno que obviamente estaba destinado a provocarla.

"Ya estoy de vuelta, Lucinda. Muy pronto, no habrá lugar para ti en la familia Roberts".

"Puede que te hayas casado con Nate, pero él y yo crecimos juntos. ¿De verdad creíste que podías reemplazarme? Conoce cuál es tu lugar y vuelve al orfanato del que saliste. Ahí es donde perteneces".

"Estoy segura de que sabes cuánto me quiere. Aunque yazca desnudo en tu cama, te aseguro que será mi nombre el que pronuncie. ¿Lo entiendes, Lucinda? Para Nate, solo serás mi sustituta".

Su sustituta...

¡Lucinda era la mujer que Logan había elegido para ser la esposa de Nathaniel! ¡No era la sustituta de nadie!

Entonces el sonido de la voz de Nathaniel la devolvió al presente. Su esposo seguía murmurando el nombre de otra mujer.

Mientras tanto, las burlas de Eleanor se repetían en la cabeza de Lucinda. Tal y como estaban las cosas, no podía seguir engañándose a sí misma. Tenía que enfrentarse a la realidad: Nathaniel no la amaba y nunca la amaría.

Sus ojos se llenaron de lágrimas y sus manos se cerraron en puños. Lucinda temblaba por la pena y la indignación que le recorrían el cuerpo.

A lo largo de los años, había sido dócil y sumisa con él, e incluso había dejado su trabajo para poder dedicarse a ser una buena esposa y cuidar de su marido.

Lucinda había soportado abusos y humillaciones en manos de la familia esnob de su esposo. La madre y hermana de él no se esforzaban en ocultar su desprecio por su origen pobre y hacían todo lo posible por complicarle la vida. Lucinda no quería molestar a Nathaniel con esas cosas. De todos modos, probablemente él las consideraría nimiedades, así que se tragó su pena y siguió adelante.

Se había humillado más allá de lo imaginable para ganarse su corazón, pero parecía que todos sus esfuerzos habían sido en vano.

¿Por qué tenía que pisotearle el corazón y despojarla de la última pizca de dignidad y amor propio que le quedaba?

El resto de la noche le pareció una eternidad.

Lucinda seguía con los ojos abiertos y el sueño se negaba a visitarla.

A la mañana siguiente, Nathaniel se despertó por la luz cegadora que entraba por la ventana.

Se frotó las sienes y abrió los ojos al ver a su esposa sentada frente al tocador, dándole la espalda.

Los recuerdos de la noche anterior volvieron a él de golpe y se quedó petrificado al darse cuenta de lo que había hecho. La miró fijamente y sus labios se curvaron en una mueca de desprecio.

Aunque Lucinda no podía verle la cara, notaba la rabia que emanaba de Nathaniel.

Mantuvo la compostura y continuó con su rutina de cuidado de la piel. Pero de repente el hombre la agarró por la muñeca y la puso en pie a la fuerza.

El pequeño bote de crema se le resbaló de las manos y cayó al suelo, derramando su contenido.

Ella levantó la cabeza y lo miró. A pesar de lo enfadada que estaba, no pudo evitar la punzada que sintió en el corazón cuando se encontró con sus ojos.

"¿Crees que puedes obligarme a reconocerte drogándome para que me acueste contigo?", le apretó la muñeca mientras escupía esas palabras. Tenía un aspecto absolutamente aterrador en ese momento.

Pero... ¿Drogarlo?

Lucinda le dirigió una sonrisa amarga. "¿De verdad me ves como la clase de mujer que utilizaría trucos tan viles?".

Su esposo resopló con disgusto. "Manipulaste a mi abuelo para que confiara en ti y así pudiste casarte conmigo. Así que deja de actuar como si fueras una chica inocente. No me lo tragaré. ¡Una oportunista desvergonzada como tú nunca podrá compararse con Ellie!".

¿Una oportunista? ¿Que engañó a su abuelo?

Entonces, eso era lo que pensaba de ella.

Si hubiera querido drogarlo, lo habría hecho hace mucho tiempo. ¿Por qué iba a esperar hasta ahora y sufrir tres años de acoso por parte de su madre y su hermana?

Estaba claro que Nathaniel no la conocía de nada.

Lucinda se daba cuenta de lo ridícula que había sido en el pasado. Había hecho todo lo posible y más, todo en un intento de complacerlo y conseguir aunque solo fuera un momento de su atención.

Sin embargo, si así era como él la veía, no había necesidad de seguir ahí.

La mujer apretó los dientes y se zafó de su agarre.

Luego levantó la barbilla y habló con voz resuelta: "Nathaniel, quiero el divorcio".

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Contenido
Capítulo 1 Quiero el divorcio Capítulo 2 Treinta mil millones de dólares Capítulo 3 Ahora era rica Capítulo 4 Incriminándola Capítulo 5 Sus verdaderos colores Capítulo 6 Pensión alimenticia Capítulo 7 Una idea fantástica Capítulo 8 La nueva directora artística Capítulo 9 Ella está con otro hombre Capítulo 10 Ignorada Capítulo 11 El rechazo
Capítulo 12 Deja Forden para siempre
Capítulo 13 La rata ahogada
Capítulo 14 ¿Está celoso
Capítulo 15 El video de vigilancia
Capítulo 16 La quiero muerta
Capítulo 17 Extrañando a su exesposa
Capítulo 18 Exesposa infiel
Capítulo 19 Más pobre que ella
Capítulo 20 Un altercado en el estacionamiento
Capítulo 21 La confrontación
Capítulo 22 No la conocía de verdad
Capítulo 23 El mocoso malcriado
Capítulo 24 Su exesposa
Capítulo 25 Seduciendo a su hombre
Capítulo 26 Dejándola sola
Capítulo 27 Ajuste de cuentas
Capítulo 28 Tortura
Capítulo 29 Defendiéndola
Capítulo 30 Melody
Capítulo 31 Esta mujer sí que sabe beber
Capítulo 32 Déjalos ir
Capítulo 33 ¡Verte sufrir!
Capítulo 34 ¿Lo sabías todo
Capítulo 35 Es una desvergonzada
Capítulo 36 La odio
Capítulo 37 La Villa Bay
Capítulo 38 La familia Turner
Capítulo 39 El banquete de bienvenida
Capítulo 40 ¿Quién está usando la falsificación
Capítulo 41 Batalla de baile
Capítulo 42 ¿Quién llevaba la falsificación
Capítulo 43 Humillación sin fin
Capítulo 44 ¡La provocó con su foto de la vergüenza!
Capítulo 45 Solo porque es bonita
Capítulo 46 Construye su reputación
Capítulo 47 Ella trató de incriminarla
Capítulo 48 No puedo esperar a verla sufrir
Capítulo 49 ¿Quién le tendió una trampa a quién
Capítulo 50 Tortura
Capítulo 51 Eres malvada
Capítulo 52 El obsequio
Capítulo 53 Él iba a descubrir sus intenciones
Capítulo 54 ¿Qué ocurrió hace trece años
Capítulo 55 Te lo mereces
Capítulo 56 Dándoles una lección
Capítulo 57 Una mujer autoritaria
Capítulo 58 La jugada de Presley
Capítulo 59 La entrevista
Capítulo 60 El señor Roberts al rescate
Capítulo 61 ¡Noelle ha desaparecido!
Capítulo 62 Se despedirá de este mundo
Capítulo 63 Estilo de lucha
Capítulo 64 Sus dos respaldos
Capítulo 65 Este es el precio a pagar
Capítulo 66 Rumbo a Gliethien
Capítulo 67 ¡Al final, ella la mató!
Capítulo 68 La confesión de Flynn
Capítulo 69 Una mujer en casa de mi prometido
Capítulo 70 Ella quería llevársela
Capítulo 71 Operándola
Capítulo 72 Lastimando a su única hermana
Capítulo 73 Algo anda mal
Capítulo 74 Llevársela
Capítulo 75 Usándola después de su muerte
Capítulo 76 Revelaré todas sus maldades
Capítulo 77 Abandonada por todos
Capítulo 78 No has cambiado nada
Capítulo 79 Paga primero la multa
Capítulo 80 Quebrando
Capítulo 81 Buscándola
Capítulo 82 Tess Green
Capítulo 83 Cobardía
Capítulo 84 Encontrándola
Capítulo 85 Matarla
Capítulo 86 La pelea
Capítulo 87 Perdiste otra vez
Capítulo 88 Aprendiza de Benico
Capítulo 89 ¿De verdad se conocían
Capítulo 90 No estoy satisfecha con tu disculpa
Capítulo 91 Solo soy Lucinda
Capítulo 92 La negociación
Capítulo 93 La licitación
Capítulo 94 El terreno
Capítulo 95 Propuesta de Licitación
Capítulo 96 Yendo demasiado lejos
Capítulo 97 Determinación
Capítulo 98 Me gustas mucho
Capítulo 99 Una pequeña sorpresa
Capítulo 100 Gravemente herido
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