ase que está en la parte superior del parabrisas del taxi… ¿Mensaj

ante reconocido el lugar. Justo ahora me está observando con tanta intensidad y lujuria, como si fuese a cobrarle el tiempo que dedica al mirarme. Señor que parece die

estamos

A

se lugar, no es bueno que una chica tan

ompañante, esta

que la acompañara…,

a donde piensa llega

amorosas no van

, ¿

dijo que sentía lo mismo que y

a estacionarse a la orilla de la calle—. ¿Supongo q

neón que le conforman a una llamativa cabeza de rana de pestañas largas y

l, señor. Aún n

lo aún sigue estacionado aquí y el taxista me sigue con la mirada, es como si aquel hombre e

an a los transeúntes a entrar por la enorme puerta de madera y manijas finas. Frent

noches —

ta. Me permite su docu

de niña? —le cuesti

las niñas las que t

adre…», me si

mento de identificación, él abre

plateados alcanzan hasta un techado que está completamente revestido de gamuza rojo vino. Sostenidas de esos tubos, mujeres danzan semidesnudas, provocativas, coquetas, muestra su sensualidad luciendo lencerías oscuras y salvajes. Todas las bailarinas ocultan su rostro usando

, me siento nerviosa, y

? ¿A quién

algo? —pregunta, en tono alto,

caoba que le llega por arribas de los hombros, estatura mediana y gordita con buenas c

e venido a bu

ltando toda la te

sé que venía a

me atendió en el momento también mencionó lo de: “esposas celosas

e, yo solo nec

n brazo señalando hacia e

illo que te e

S

ujer de cabello largo oscuro, se llama Madame Est

racias por tu

la espalda y me asiente amablemente. La veo alejarse hast

a los q

trajes de etiqueta costosa, porque no quiero ser responsable de estropear nada en tan tallados hombres. Llego al pasillo y

la mujer que está observándome de manera curiosa, sentada tras el mueble, me recorre con la mirada, d

s noches, ¿M

tilmente aquel lunar que tiene en la p

soy

Estoy busca

periencia c

prender, si me da la

meseras no vienen a aprender, viene a demostrar q

les?... Por favor —le pregunto s

e el mueble y se inclina para ace

aste hasta

r holandés, me encon

ebe ser nuestra holan

! Y creo que

suelta un par

ietaria de este club, es la big boss —dice pro

alabras, Madame Esther se levant

blemos e

O

o conecta con este, me detengo frente a aquel pasillo y me quedo viendo a un hombre que está de espalda, va c

a husmear y sígueme —

o si

n enorme cuadro colgado en la pared, en él se retratan a todas las bailarinas enmascaradas y mostrando el culo en una misma di

rente, jala una silla y se si

endo, la que está en el centro, es una ra

ve

aptar mi atención, me señala una silla par

nombr

am Do

¿cuál es tu his

te a uno de sus clientes, y todo por el simple hecho de que necesitaba dinero urgente; y le acl

ausa mi historia y, con impresión, p

mente, me

a —respondo

reír de forma descarad

tiene un buen ojo p

es lo que le tie

rebatado aquí, al club, a buscarte a ti. Llegó hasta mí y me exigió los servicios de Milkyway —cuenta risueña y aún impresionada—. Creí que alguna de la

r causado tan

er una trabajadora sexu