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Historia

Capítulo 4 Mentiras deseables

Palabras:2533    |    Actualizado en: 18/08/2023

do porque él mismo había borrado gran parte de la presencia de Bianca de su vida, no podía dejar de ver a Celeste en frente de él. Le sonrió

bre, era arrogante, despiadado y no cedía ante el más básico sentido común. Podía no casarse de nuevo y haberle dado la libertad, aunque ¿Serviría? Su papá había firmado un prenupcial cuando ella era una menor y no tenía potestad en su propia vida. —Aunque sería libre. -

sonrió y ella le quitó el abrigo de las manos para ponérs

iel. -dijo con una voz dulce antes de escuchar su celular. —Un minuto. -Se

mar su atención, le pareces deseable

trar de donde podrían estar observando y sintió m

, comenzará su tratamiento, si te echas para atrás, lo sacaremos, y sabes lo peligroso que es q

menaza de su suegra y en cuanto se giró v

divertirme, una cena en un hotel puede que no sea lo más apropi

eber un poco antes. Te invitó a uno de mis clubes, “Mermaid” no

o, creí que mi compañía v

y un beso. Me has rechaz

rías hacerlo. Yo no soy como las otras chica

culados para obtener una respuesta de él, además la observaban, y necesitaba quedar embarazada, todo en conjunto le decían que ella no podía ni debía fal

u auto impresiona

puerta con galantería y Bianca subió al auto para luego dejar que

amilia es de Washington, estoy temporalmente en Nueva

eres una

r tenido oportunidad habría estado estudiando en Cambridge. —Sí.

sa”, pensó. Su voz interior trató de alertarla, ella no tenía tanto temple como para llevar a cabo todo aquel engaño. Sin embargo, otra voz le recordó que

de ganarse las cosas sin decir una sola mentira en su vida, todo había cambiado cuando se había casado con el hombre que tenía al lado. Sin embargo, e

use mientras que Bianca era consciente que no podía abrir la puerta del auto y salir corrie

no lo

por su cuerpo. Los engaños hacían que todo fuera más excitante, y también sintió como de alguna forma s

taba hecha pa

quien se quedaba en recepción se quedó sin oxígeno al ver a Nathaniel llegar con una mujer. Él se ll

pero nunca, ninguna mujer lo había excit

ntro y bloqueó el ascensor para que nadie entrara. Bianca alzó su rostro y Nathaniel sonrió. Era espectacular, tenía un aire distinto y un tanto inocente a las otras mujeres que había conocido en su vida. Su rostro era étero, casi delicado, pómulos altos y sus labios rojos, con aquel carmín que le quitaba la inocencia. Estudió el cont

ó ella automáticamente.

i”, me hace sentir un anciano

viril. A ella le resultaba increíble que tuviera que entregarse a él y sobre todo que tuviera un

oyas, tu cuerpo entero debería estar cubie

nza jamás la dejó usar nada de la colección familiar entre ellos el diamante que portó en su dedo el día de su boda. —Bueno, la tendencia actual es que “menos” es “más”. -dio un paso at

jarita y se quitaba la chaqueta de su traje dejándolo a un lado. El calor era verdaderamente sofocan

me pida. Yo jamás t

o, Celeste. No todas las mujeres ad

idad de entrar en tu corazón vas a acabar rota”. Se

a nadie como tú,

subir varios grados, estaba lo suficientemente cerca y Nathaniel inclinó la cabeza, y, antes de que Bianca se diera cuenta, estaba bes

ferrada a su cintura al tocar con las manos sus duros músculos. Cuando Nathaniel dejó de besarla en la boca para comenzar a hacerlo en la mandíbula, ella jadeaba. Él la atrajo hacia sí con más fuerza pasán

ste a

leta lo qu

La tentación de ir más allá era irresistible, y Bianca tenía su vista puesta en el premio, si lo lograba en una sola noche no tendría que

Lucía salvaje, como un cazador sobre su presa. —Te deseo. -su voz estaba ronca y sus manos la tocaban y la hacían temblar como si fuera gelatina,

lo que necesitaba, que podía cumplir sus objetivos, puso las manos en el p

rido y Celeste, la experta devoradora de hombres era una tortura. Él se darí

a ceja mientras sonreía. —¿Me c

N

a primeras a mi casa. Desde que te vi en la fiesta

tu casa, pero sí que las seduc

Sabes? No tengo novias, pero con mis amantes soy exclusivo

, sin proponérselo había logrado la prime

e sentía como una actriz sobre

rfecto, no quiero ser el causante de que sufras, pero puedo darte m

noche, unos días donde podía tener una aventura y vivir a lo grande, aunque, por o

era l

uel momento

la noche, lo que dure, y que

decir

con expresión irritada, se sacaba el celular del bolsillo. Miró la pantalla y soltó una palabrota. –L

ría otras formas. Corrió hasta el ascensor y presionó el botón, en cuanto se abrió entró y decidió no traicionarse a sí misma por una noche y dinero. Sintió una opresión en el pecho mientras bajaba en el ascensor. Atravesó el vestíbulo y el conserje, apenas la miró, ocupado con otros residentes. Al sali

¿Se puede saber qué pasó? Te vieron entrar en la residencia de Natha

n no ha funcionado. -Dijo y colgó d

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