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Historia

Capítulo 5 Desesperación

Palabras:1637    |    Actualizado en: 18/08/2023

ni por todo el dinero del mundo. Mentir no se le daba demasiado bien. Se quedó encerrada una semana e

algunas bosas de compras que había pagado con sus ahorros que disminuían cada vez más deprisa intentaba buscar una solución a su problema. —Tal vez pueda abrir una floristería. –“No, para eso

es… y no dispone

oven, estaba sana, tenía determinación y mucho coraje. Podría

rmenza Giordano también era algo bueno. No quería volver a ver a la señora

ados la seguía y cuando ya iba a su altura se detuvo y no le permitió cruzar la calle. Al ver la ven

ño. Bianca rodó los ojos regañándose por haberla invocado con el pensamiento. No tenía sentido luchar o correr porque a don

l chófer siguió conduciendo y Carmenza miró a Bianca. —Quiero saber en qu

idió que me fuera. -dijo en una mentira que hi

cumento legal? Te puedo demandar, Bianca. Yo sé que Nath

á interesa

cigarrillo. —¿entonces por qué te busca? Tengo que admitir que a

s cie

el cigarro en un cenicero dentro del auto y la miró de nuevo. —Esta tarde hay otro evento y sé que Nathaniel estará ahí, irás. Te cambiarás esa ropa de pordiosera

llo recogido en un estilo “old money” y usando un collar de perlas, Bianca estaba entre los invitados del premio a “Hombre del año”. Bebió un poco de la copa de champagne y comió algunos canapés para controlar sus nervios. —Dios, que no venga. -trató de mezclarse en el gentío y ver las obras de arte expuestas en las paredes de la mansión antes de que

ocupe seño

za la había puesto en el radar de todos los presentes. Dio la espalda a la entrada y trató de alej

scapar no

algunos invitados y se

cudía la camisa, aunque esta ya se había transparentado debido al líquido, se cub

la de alivio y deseo, había pasado la semana entera totalmente desesperado por saber si era real la m

tu torpeza, Rose? Discúlp

hablar con el anfitrión. Quería irse, pero Nathaniel ya había

O sí? -Nathaniel se acercó y sonrió a su anfitrión. Bianca se quedó inmóvil

ccidente, vamos a apartarnos para que puedan

el salón. Le faltaba aire, mientras las mucamas limpiaban su desorden, Nathaniel se la llevaba del lugar del a

dujo dentro. Todo estaba lleno de libros y u

recon

memoria, Celeste. Y tú eres memorable, aunqu

respiró calmándose

uedar. Me prometiste u

eso era lo que podía ofr

or

o. No soy como las mujeres que estás acost

y ella sintió de nuevo la tensión entre ambos. —Me dejaste desesperado por ti. -Subió las manos hasta su cabello

se aceleraba y sus mejillas rojas seguro

fícil que ere

que su suegra le había dicho. Pero al verlo asentir se sin

s, en todas las cosas que deseo hacert

costumbrado a que te dejen de lad

un

cido, me he ido porque tenía que hacerl

ncontrar que le gustaba ser besada por él. Arqueó su cuerpo y él la apretó más contra sí mismo. Los senos de ella se pegaron al pecho de él y el roce la provocó al instante

l la dejó en el suelo y se separó de la mujer mirándola como un lobo hambriento. Abrió la

rrió algo inespera

rdene,

a miró. —Nos vamos. No he deseado a ni

abio y suspiró. —Te

te vienes conmigo. No volveré a

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