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Historia

Capítulo 2 El lado siniestro del amor

Palabras:2054    |    Actualizado en: 27/10/2023

mo viento silbando sobre su hojarasca, rugiendo con la voracidad de un león hambriento ante su presa mientras realiza piruetas con ese tonito burlesco y espectral ya característico de l

o posee una atípica aura fantasmal, uno nunca sabe y es menester la precaución en cualquier lugar, también pienso que no sería la idea más brillante, podría dormirme quedando expuesto a posibles peligros. Estoy dubitativo, casi que no siento las plantas de los pies, ta

de per

colores transcurrían en una particular dinámica que iba del claro hacia el oscuro y viceversa, hasta ensombrecerse por completo y casi que, al instante, el astro a su lado se apagaría también. A lo lejos, en medio de la infinita marea dos figuras se paseaban por encima del agua, como si su peso no fuera lo suficiente fuerte como para hundirlos, la lejanía en la que se encontraban no me impidió discernir que se trataba de una pareja; el tipo andaba tranquilo, inadvirtiendo sus pies mojados, por la índole de sus gestos deduje que parloteaba, mientras la mujer se le notaba temerosa, circulando caut

mantienen inmerso en una caminata perenne, todo igual conforme lo dejo, así lo empiezo, si esto

. Sentándome en el lomo del burro reinicio itinerante, su pelaje conforme a la suavidad del algodón da gusto al tacto de mis manos, radicalmente el trayecto se ha hecho más llevadero sobre su dorso, los pies los siento palpitantes ahora que están suspendidos en el aire, debido a la agotadora tarea a la que antes fueron sometidos. El animal se desliza sobre las piedras con trote lento y contenido de firmeza, se mueve de forma apacible como si no notase que me lleva anclado a su espaldar en un vivo ejemplo de relación parasita. El viento resopla con mucha más fuerza, un Eolo embrave

a cualquier nueva rareza por muy bulliciosa que sea. El silencio se hace insoportable y a lo lejos se disemina nuevamente una sombra, a medida que avanzamos se

hachito? ¿dónde están tus padres? —le pregunto

or. — arrancó a llo

ás en este lugar

os se abren como platos y se ve un brillo t

ntos encontraremos el ca

d de un niño que conocí pero que ahora no recuerdo. Mientras vuelvo a mi asiento en la parte de adelante pienso en que padres son tan despiadados como para dejar a su hijo a m

apá. — lo e

cómodo? —l

acias por recogerme. —es

cesita algo much

erá. —s

pero siendo aún densa noche es poco usual, aunque nada en aquí goza de singularidad, todo

mis dientes. —m

ebemos avanzar hacia lo claro p

siado tarde. —expone, mientras vuelven

nor no les prestaré más atención de la necesaria, esa edad se

n crecido los colmillos, papito. —i

llegamos. — le he dic

suelta su i

rza de forma contraria, un Eolo ambidiestro ha cambiado de posición al parecer, emanando con potencia su divino oxigeno sob

que tome oreo, pero se escucha un arrastre diferente al del animal, ¿Qué será lo que viene a rastras? Miro al suelo y alcanzo a cerciorarme que se trata de algo más, y si allí están la

papi? —su voz recientemente tras

tendo demostrar algo de entereza cuando el miedo va c

ura de mis músculos y la afilada punta de mis colmillos.

ancemos luminiscencia, en estos momentos la m

on su eterno manto de placidez, sin olor, sin sabor, sin visibilidad, la oscuridad reina siendo dueña absoluta

vez desplegando los canales, la represa mental colapsando, no es momento para esto, ¡Dios, necesito saber que hacer, apiádate! Y justo ahora como si mi alarido hubiera llegado a oídos divinos, rememoro las oraciones ancestrales que de generaciones han traspasado a la modernidad, aquellos mantras inculcados p

lo, santificado sea tu nombre, venga a

n de cada día, perdona nuestras ofensas… etc., etc., etc. También me sé esa can

incinerándome el pecho llevándose consigo la calma, reduciéndola a cenizas, así como el orfanato. ¡Cierto! Acabo de recordar preces puntuales que recitaba la abade

in unu

omnip

caeli e

óminum et i

Dóminum Ies

Dei uni

natum ante ó

nza un quejido escalofriante, no me atrevo a mirar, no quisiera contar con la suerte de la mujer de Lot o los condenados a ver a medusa a los ojos. El asno visiblemente más recompuesto avan

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