ible, algo que casi podía sentir, como su peso sobre mi cabeza, y sus consecuencias habían llegado tan rápido como el día se convie
nico que deseaba era que todo volviera a ser como antes, tener a mi hermana de vuelta, a mis padres y mi casa de campo, mi edén aquí en la tierra, pero sabía que este día lo determinaría todo, nuest
rque si íbamos a rechazar mi compromiso con el rey, al menos debíamos causar una buena impresión y
eal pues llevaban puesto uniformes militares, sus posturas tan rectas y señoriales me lo confirmaba. Detrás de ellos venia un carruaje de color marrón con detalles dorados sobre sus ruedas y sobre la base del carruaje, además portaba el escudo de la familia real sobre la puerta, debía ser un transporte muy fino como para tener el honor de encabezar el cortejo real. Detrás, a paso firme, cuatro corceles más ac
me llevo hasta las escaleras donde mis padres aguardaban por mí. Antes de bajar mire el pasillo que llevaba a la habitación de Jane, por primera vez note la oscuridad que albergaba ese camino o quizás era mi propia percepción del negro humor q
entrada y escuchar el relinchar de los caballos y las ruedas de los carruajes tan cerca me provoco dolor de estómago, estaba nerviosa,
a recibir a su majestad y junto con nuestra poca servidumbre, cuando la carroza más grande se detuvo frente a nosotros, dos pajes se dispusieron a desenrollar una pequeña a
ra servidumbre, nos mantuvimos en aquella posición hasta que pude ve
elegancia mientras se reincorporaba. Yo tarde un segundo más antes de pod
las arrugas en su rostro, su edad debía rondar entre los cincuenta y cinco o sesenta años, las mujeres de esa edad suelen usar vestimenta muy similar a como viste la reina, de forma muy conservadora. Su cabello estaba recogido en un bello peinado abultado gracias a una trenza que imitaba la forma de una corona y encima de este se hallaba un be
y resolver nuestros asuntos cuanto antes, no pienso quedarme mucho tiempo- h
madre y yo nos hicimos a un lado para no estorbar el paso de su majestad y de sus
de decepción, había ordenado preparar un ganso al horno exclusivamente para la reina, tal vez esperaba enmendar sus inconvenientes con ella invitándola
-murmuro mi padre para aliviar su desilusión- ahora
rado a mi padre, sin embargo, para mi esa fue la única manera de mostrarme su reproche. Ella no estuvo de acuerdo con la decisión de mi padre, ella deseaba que yo contrajera matrimonio y con ello pudiera r
habían acumulado en mucho tiempo. Fue extraño entrar y ver la luz del día entrar en esa habitación que siempre había sido oscura. Las acompa
esea que la boda sea fijada para el siguiente invierno a
o creo que en ningún momento aceptamos
paso del desgrado de estar aquí al enfado por lo que
endo que no
husó a dar la mano de
pugnó furiosa- ¿Cuál es su fundamento
r que sus modales no son aptos para la corte Athoniense, estoy seguro que usted más que nadie desea qu
razones debía tratar de convencer a la reina de que yo no era una opción. Odie los segundo
ijo, su hija ni siquiera figuraba entre las candidatas a ocupar el trono, pero el re
stra de
elev
n cuenta la opinión de sus súbditos y peor aún trata de d
ue desea?-contr
e hacer lo
regunte
uien deseara escuchar mi opinión, de hecho, ni siquiera
solas, quiero escuchar lo que
tes de irse, en especial mi padre, quien me pareció preocupado al dejarme sola con la reina, no es que fuera hacerme daño, pero fue en ese p
cuestionó, el tono de su voz me pareció menos severo, pero aun a
sostuve
la gravedad de esta situación. Qui
hecho eso para recordarme que cualquier cosa que saliera de mi boca no sería aceptable p
n especial para tu padre. ¿No? -declaró mirándome con desden- es un hombre admirable, aunque es una pena, todo
fue usted quien nos puso en ella en primer lugar?-
a, no fue mi culp
a ni tampoco las órdenes
das. Es cuestión de tiempo para que alguien llame a la puerta y embargue todo, tu familia quedara en la ruina y tu
e la reina, decepcionada de recibir esa noticia de su boca y no de mi padre, creía que entre é