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Historia

Capítulo 2 Los planes de Adriano

Palabras:1270    |    Actualizado en: 22/12/2023

chos países el nacimiento del redentor; sin embargo, esta festividad se convirtió

o cual hace que la habitación deje de ser soportable; pero así lo prefiere el hombre

cia de su consigliere con nuevos documentos, desliza su vista hacia los zapatos del

iano —murmura, t

jefe, porque no se nota afectado por el

suspiran, al quedar impregnadas por sus rasgos v

tro le comente algo más. El Consigliere prefiere quedarse sumido en silencio, sólo coloca los docume

que aquella persona de cabello castaño oscuro tenía que

incómodo silencio, quedándose de pie

e, concentrándose

maginar la reacción de su jefe—. Tus padres han formalizado un encuentro prematrimonial

—dice, sin una pi

n respecto a la carga que lleg

rrido? —impone, apretand

, teniendo por su vida que se r

su grupo lo había

beles a Adriano, era inminente que alguien los

igación de encargarme personalmente. —La temperatura ya empieza a hacer efectos—. ¿Algo más qué quieras decir

el ambiente tenso al mismo tiempo que se acomoda en la silla de cuero italiano—. Existen teorías,

ser una antelación de peligro para mucho, porque despi

ección —dice con una sonrisa

amigable, pero no, sus emociones son de un depred

ose para

gliere no lo piensa dos veces, llev

la aparición de esa niña sólo hacia mover los engranes que

*

se llevará a cabo la cita de negocios con la hija mayor de la familia Kiev. Acomodo m

la puerta se encuentra una dama de veinte y cuatro años de cabello pelirrojo atado

sin dudarlo la acepto depositando un beso en sus nudillos, su

imo con una sonrisa galante deslizando por mi

ramente mío, señor

olicito acomo

delante. No puedo negar que la vista es de lo más agradable —Entiendo que nuestras familias han aco

liza sus manos debajo de su mentón c

ostre? —inquiere, me inclino hacia el

favorito —pronuncio imponiendo e

o con ella, la ayudo a levantarse y juntos salimos de

saco, mientras que las mías vagan hasta su espalda, encontrando el cierre del vestido, bajándolo lentamente mientra

me observa sensualmente, como si deseara algo más. Me l

tenía sentimientos encontrados hacia Nathalie, parece demasiado caótica como para querer perder el tiempo en lidiar con

mura, pero él no le presta importanc

eños, querida. He estado con

de hombros—. Pero debo irme, teng

pucheros—. Espero qu

as —mentí, fingiendo una sonri

, salí del dormitorio, cerrando

inhalado hondo dejando que el efecto de la nicotina surt

*

ra per

iar y arrasar contra todo a

dime

r si te enseñaron que er

a luz si apagaron

i

a sonrisa de suficiencia observando con deleite como lucha unos segundo

qui

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