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Historia
Olor a sangre, sexo y sudor

Olor a sangre, sexo y sudor

Autor: XK124CT
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Capítulo 1 Los gemelos herederos

Palabras:2105    |    Actualizado en: 05/01/2024

s de lo

no paso mucho tiempo para que se co

diferentes; aquellos prodigios eran lo único que quedaba de la familia Lance que, e

er un semblante muy serio y frió, su mirada era tan penetran

ecto, de él siempre podían esperarse comentarios realmente hirientes pero c

en el espejo, puesto que ambos eran hombres jóvenes y atractivos, de piel lechosa y tersa, cabellos oscuro

ven amable y bondadoso, su rostro siempre se veía adornado por una tierna sonrisa, al andar reflejaba cierto deje de t

, se diría que era imposib

n excelente detective privado, se especializaba en casos de fraudes y estafas a gran escala, pero se retiró del oficio

Lance - Habit

ra omni

plaza con tranquilidad, creí que llevaría mi luto con calma, pero tal parece ser que llevábamos una vida entera en esta ciudad, todo el mundo nos conoce y lo peor es que no conocemos a nad

me quieran vaciar los bolsillos. Es como si llevara un gran cartel luminoso con brillos y destellos que dice: "Soy millonar

eír, y heló aquí, burlándose del más grande sufrimiento que vivía su hermano, por supuesto que a Arley le irrito en gran manera esa risa sonor

podría apostar a que éste no poseía el don de la risa, también lo era que Ar

ás pobres que consigas, y entres a cafeterías comunes, el simple hecho de ver tus finas ropas delata que el dinero te sobra, y siendo el caso de que eres muy joven como para haber hecho

enía mucho sentido, era algo en lo que no se había resuelto a pensar; desde su llegada a Ciudad Z siempre se había preguntado

on un hilo de voz – 30 $ por una

tan tierno que éste recreaba, el joven Arley hacia un puchero a

o ese comportamiento ridículamente tierno e infantil tan característico de él. Al menos eso era lo que pensaba Arler al ve

realmente no hemos creado ninguna relación con los socios de n

l hacía caso omiso a lo que éste le decía, puesto que se encontra

sin apartar la vista del inmenso nudo q

su hermano hacia ambos lados, empezó a arreglar su

sta noche, y procura no hablar con respecto

– pregunto el joven azabache mirando

dinero, para ellos no son más que seres inmundos e indeseables... es mejor no entrar

gobernantes y jamás tuve algún problema con

mismo debemos ser imparciales y mantenernos al margen como nuestros pa

millonarios, no es como si tuvieran un poder por encima de la ley o algo

ándolo de la manera más cruda en la que lo había hecho en toda su vida, cosa que asustó a Arley, aunque no tanto como la fuerte sacudida que le pro

nte, y ¡NO! Serás tú el que cambie el mundo solo porque tu torpe cerebro de mariquita así lo crea. Eres un ¡HOMBRE! Y te comportarás como tal, como cuándo ejercías de economista, te m

cía de cuentas una eternidad, con un silencio ensordecedor y la indeseable compañía de unos sombríos retr

blanquinoso rostro, enderezándose y aflojando el agarre de los hombros

el hecho de que su hermano le reprendiera de semejante manera

e era a causa de su padre, aquel anciano científico quizás fue demasiado tosco con él. Siempre fu

ó de que él fuera tan sensible como ella, sensible a la vida, a la pasión, a la belleza

tre la crianza de los gemelos, por la que Arler t

s insensibles a la vida y al valor que ésta con lleva, y si habían sido invitados a la "gran fiesta" era por respeto al legado

rse un puesto de importancia para con los demás, era un aseguramien

sus hombros, probablemente le dolían después de haberlo sacudido de la form

voz de Arler se hizo presente una v

e notó que no tenía el par del que ya se había colocado; esto era típico en Arley, casi nunca se fijaba d

ación, Arley solo se limitó a vagar por la misma, acomodando todo a su paso, como si de un momento a otro el orden pasó a ser a

ler, uno de los mejores en su campo, no notaría su problema; la búsqueda de

ciencia para emergencia y retomando la calma se hizo escuchar

encima de l

desconcertado mirando a

tras otro suspiro – lo dej

tionó Arley mientras salía de la ha

uy larga – dijo Arl

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