s de lo
no paso mucho tiempo para que se co
diferentes; aquellos prodigios eran lo único que quedaba de la familia Lance que, e
er un semblante muy serio y frió, su mirada era tan penetran
ecto, de él siempre podían esperarse comentarios realmente hirientes pero c
en el espejo, puesto que ambos eran hombres jóvenes y atractivos, de piel lechosa y tersa, cabellos oscuro
ven amable y bondadoso, su rostro siempre se veía adornado por una tierna sonrisa, al andar reflejaba cierto deje de t
, se diría que era imposib
n excelente detective privado, se especializaba en casos de fraudes y estafas a gran escala, pero se retiró del oficio
Lance - Habit
ra omni
plaza con tranquilidad, creí que llevaría mi luto con calma, pero tal parece ser que llevábamos una vida entera en esta ciudad, todo el mundo nos conoce y lo peor es que no conocemos a nad
me quieran vaciar los bolsillos. Es como si llevara un gran cartel luminoso con brillos y destellos que dice: "Soy millonar
eír, y heló aquí, burlándose del más grande sufrimiento que vivía su hermano, por supuesto que a Arley le irrito en gran manera esa risa sonor
podría apostar a que éste no poseía el don de la risa, también lo era que Ar
ás pobres que consigas, y entres a cafeterías comunes, el simple hecho de ver tus finas ropas delata que el dinero te sobra, y siendo el caso de que eres muy joven como para haber hecho
enía mucho sentido, era algo en lo que no se había resuelto a pensar; desde su llegada a Ciudad Z siempre se había preguntado
on un hilo de voz – 30 $ por una
tan tierno que éste recreaba, el joven Arley hacia un puchero a
o ese comportamiento ridículamente tierno e infantil tan característico de él. Al menos eso era lo que pensaba Arler al ve
realmente no hemos creado ninguna relación con los socios de n
l hacía caso omiso a lo que éste le decía, puesto que se encontra
sin apartar la vista del inmenso nudo q
su hermano hacia ambos lados, empezó a arreglar su
sta noche, y procura no hablar con respecto
– pregunto el joven azabache mirando
dinero, para ellos no son más que seres inmundos e indeseables... es mejor no entrar
gobernantes y jamás tuve algún problema con
mismo debemos ser imparciales y mantenernos al margen como nuestros pa
millonarios, no es como si tuvieran un poder por encima de la ley o algo
ándolo de la manera más cruda en la que lo había hecho en toda su vida, cosa que asustó a Arley, aunque no tanto como la fuerte sacudida que le pro
nte, y ¡NO! Serás tú el que cambie el mundo solo porque tu torpe cerebro de mariquita así lo crea. Eres un ¡HOMBRE! Y te comportarás como tal, como cuándo ejercías de economista, te m
cía de cuentas una eternidad, con un silencio ensordecedor y la indeseable compañía de unos sombríos retr
blanquinoso rostro, enderezándose y aflojando el agarre de los hombros
el hecho de que su hermano le reprendiera de semejante manera
e era a causa de su padre, aquel anciano científico quizás fue demasiado tosco con él. Siempre fu
ó de que él fuera tan sensible como ella, sensible a la vida, a la pasión, a la belleza
tre la crianza de los gemelos, por la que Arler t
s insensibles a la vida y al valor que ésta con lleva, y si habían sido invitados a la "gran fiesta" era por respeto al legado
rse un puesto de importancia para con los demás, era un aseguramien
sus hombros, probablemente le dolían después de haberlo sacudido de la form
voz de Arler se hizo presente una v
e notó que no tenía el par del que ya se había colocado; esto era típico en Arley, casi nunca se fijaba d
ación, Arley solo se limitó a vagar por la misma, acomodando todo a su paso, como si de un momento a otro el orden pasó a ser a
ler, uno de los mejores en su campo, no notaría su problema; la búsqueda de
ciencia para emergencia y retomando la calma se hizo escuchar
encima de l
desconcertado mirando a
tras otro suspiro – lo dej
tionó Arley mientras salía de la ha
uy larga – dijo Arl