te toda la noche de la gala de los empresarios más importantes de Ankara. La foto no llega a ser comprometedora, pero lo pone en boca de me
s de ese tipo, su pobre abuela parece darle más importancia de la que en re
alleció, en el mismo accidente aéreo en que habían muerto l
lo hacen un hombre irresistible para las mujeres que no dejan de lanzarse como perras en c
or las caza fortunas no debería ser una novedad, ni tampoco una atracción, ni una molestia; pero
a convertido en un cúmulo de gente falsa tratando de asce
tico, lo apreciaba como a una bocanada de
ra de la basura cercana a su escritorio. La abuela sabía cómo eran las cosas, entendía lo
abía acabado, incluso su asistente, l
ha estaba fuera del país, así que e
cha y se relajaría. Pediría una pizza y acompañada de una buena pel
sta por la interrupción d
e conseguir a una chica que lo amara por él, y no por el Conglomerado, o por la fortuna de los Ozdemir. Después
del edificio. Allí ubicó su auto y se acomodó tras el volante del lujoso Aston Martín n
voltearse a observar la imponente estructura de hormigó
clavado su moderno y sofisticado apartamento de so
hausto y solo deseaba llegar a la tranquilidad de su propia casa. Le
¿no cree?— lo abordó el encargado del parqueo del e
avisaban una terrible tormenta. La temperatura era cada vez más fría—Es
ente al invierno, y aquel
leado que se mantenía fuerte a pesar de tener ya unos buenos
ndose la parte posterior de la cabeza, para luego masajearse la
la verdad es que usted no se veía nada feliz—. Yagiz hizo
l señor Mohamed. La preocupación en el tono del del empleado hizo que se ganara la at
tó el joven empresari
ulo y lleva más de una hora
cionándole los pormenores de la situación a la que se enfren
poseída por la ira como si estuviera completamente loca. H
cio por qué no la echó?—
n de impedir su acces
que Amanda tuviera las agallas, o mejor dicho, él descaro de aparecers
be haber maltratado a todo el personal. A mi mismo me p
—inquir
u padre, y ahora usted han dado trabajo a mi familia. Mi hija Asya será una excelen
rme señor Mohamed— aseguró el joven mirando al interior del edificio. —Bueno… al mal paso darle prisa—comentó re
erta doble de cristal, tal como le
le el pecho con los puños cerrados. Yagiz se obligó a apretar sus puños cerrado, con las man
a había llamado. Este escándalo se uniría al que se acababa de publicar de las fotos en Ank
. No se expondría a estar otra vez en la palestra pública, no se atrevería a entregarse en una rel