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Historia

Capítulo 3 Conflictos desérticos

Palabras:1658    |    Actualizado en: 21/02/2021

esto servirá? —pregunto Kal

lón —. Además, pediste algo ligero y eso es lo mejor que tengo; ahora solo relájate, la camiseta no tiene mangas como pediste, el pantalón y

dón es raído porque toda

la calle; tienes un cuerpo bastante desarrollado pese a ser

s flaco que su bastón, en

eres un tr

vagamente marcado con las ciudades cercanas y los caminos principales a ellas, pes

os primero? —preguntó Rubik, golpeand

uánto oro tie

mitad de lo

remos comprar la t

ndremos que conseguir oro —comento Kal

es? —interro

s una visita a

ó una vez más la elfa, resistiendo como más podía el im

es la casa —comento Rubik con una sonrisa de oreja a oreja, sentándose en una b

yos, pero a veces tendrás que tragarte el orgullo si quieres ava

ahora… —paro un momento para salvar dirigiendo sus ded

amas muertas y podridas que llegaban a la parte superior; el izquierdo era de la misma forma un árbol, pero al contrario que su gemelo este era frondoso y rebosante de vida. Ante ellos Rubik golpeo dos veces el suelo con su báculo, instante en el que un hermoso verde esmeralda emano del árbol que rebosaba de vida mientras que un profun

no, no tienes nada que dec

ugar —, el eco de aquella voz se dispersó en e

tos diez años te ha

speto ante alguien que abando

ro? —comento entre risas —, creo que

íritu en el vacío abisal, mataste a los archimagos de Marduk so

o que hacemos los huma

ás l

ras cuatro rayos de energía vinculaban a Rubik a las estatuas. Rubik rio, su mana lo rodeo e

o usted no sabe

stás habla

ededor de Rubik consumiendo lentamente la barrera. Incluso así la sonrisa del mago no desaparecía, solo crecía cada vez más, sus ojos se ilu

cual es la defin

un huracán haciendo que una colosal tormenta de arena azolara el yermo mientras que un

cortos de hoja ancha, de hierro negro salpicadas en rojo. Avanzo con cautela a través de los estrechos pasillos, evitando movimientos bruscos. El aire no parecía fluir, apenas se olía la roca entre la arena y sin más sonido que el de sus pasos Kaldar recorrió molesto aquel laberinto, frustrándose cada vez que encontraba un callejón sin salida en aquella red. Sylvanas tampoco lo tenía fácil, había perdido sus flechas y su arco se dañó al caer —, uno o dos disparos —, se dijo mientras lo recogía. Las arenas volvieron a removerse abriendo un pequeño pasillo entre Sylvanas y un saló

te rápida, la cabeza empalada de la serpiente se retorció unos segundos en la aguja, al mismo tiempo que un látigo de acero enrolló el brazo izquierdo de Sylvanas —. ¡Que cojones! —. Sylvanas no pudo reaccionar, en unos instantes el látigo desplego una red de hojas curvas en todo su contorno, destrozando el brazalete de la elfa a una velocidad pasmosa antes de retirarse ágil y veloz po

anas al arrojar su arco roto, antes de tomar e

ban, la luz desaparecía lentamente incluso cuando tomaban escaleras hacia arriba, la luz parecía volverse un lejano recuerdo, cada vez se hundían más en la oscuridad y casi sin darse cuenta cayeron al suelo. Al despertar estaban en la superficie, a pocos pasos de su destino. Amb

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