n la garganta en llamas y el cuerpo d
la frente con el dorso de la mano.
n sonaba vacía
s viñedos al amanecer?", dijo de repente, con un in
zas para discutir. Asentí. Quizás u
estábamos en la puerta, apareció I
aría ir. El médico dice que un poco de ejercicio suave es
o la cera. "Claro que puedes venir. Pero irá
stribos, le preguntaba si estaba cómoda, le señalaba el p
lo hacia un pequeño rebaño de ovejas, asustándolas. Los animales e
l ruido y el movimiento, s
grité, luchando por
nstante Isabella gritó de nuevo:
galopó hacia ella, aba
ntrol. Me arrojó al suelo con una fuerza brutal. Sentí un
ue una promesa que Mateo me hizo una vez, en ese mismo cam
do se vol