y caminé hacia la p
ó, su voz mezcla
e de
que estaba pensando. Estaba convencida de que era una rabieta, que volver
o puso una mano s
. Volverá. Solo está enfa
, empática. Una
eta. «No lo sé, Mateo. N
, pero la apartó rápidamente. «Pero no p
que había amado, negándose a acepta
ías de silencio. Isabel
té. Fue a mi estudio de flamenco
menzó a corroe
eltas por el salón, Mateo, que estaba "descansan
¡Mi br
ción fue
u lado. «¿Qué pasa
lpa eran un bálsamo
eca. «Es solo que... al salvarte... el cuerno del novi
ovocador. Se llevó la mano de Isabela
er mil veces. Solo con sentir tu co
su sacrificio, de su "heroísmo", borró cua
irmando su lealtad. «No te
a un analgésico, una sonrisa maliciosa se dibujó
uscarme a la casa de mis padres en Sevilla, pe
a Madrid hace dos días»,
cuenta de que había perdido el control
loca de vuelta a la finca. Tenía que e
sin querer a dos de las empleadas de
torio Superior de Música. Dicen que Don
ue ella siempre había considerad
o un objetivo. Un lu
uevo. El aire del conservatorio vibraba con música y talen
Sabicas en una de las aulas, mi profeso
tienes
esperando ver a
rta del aula e
jos llenos de una me
y antes de que pudiera rea
ó, su voz un susurro desespera
lencio fue un rechazo más elo
miradas curiosas de otros estud
pública, Isabela me arrastró fuera del a
, Javier.