oratorio se sentía
el blanco eran claras, nítidas
as, tipo d
vezzari, tip
zari Vargas, ti
edad con ojos cansados, me miró
imposible que usted y su esposo sean
había sido un mural vibrante d
usurré, mi voz apenas un h
hicimos tres veces. Los res
a al terremoto que acababa de devastar a su madre. Su rostro, que siempre me había p
ladizo bajo mis palmas sudorosas. Las calles de Valparaíso, normalmente
rmenta. Error. Tení
metros una colisión. Mi corazón martilleaba contra mis costillas. Me de
Alejandro a la cara. No con esta duda
me había dado paz: el viñedo. La Vi
almacenamiento, y caminé entre las hileras de vides. El olor a tierra hú
e agua, cualquier cosa que me anclara a la realidad. La
o. Y Ricardo
ga de Francia el martes. Quiero que su h
zzari, ¿está seguro? ¿Y si la niña Valentina la r
o, la voz de Alejandro,
otegerla. Ha terminado su doctorado en enología. Merece vivir aquí, rodeada del lu
ía? ¿Cree que aceptará que su hijo fue cambiado al nacer? ¿Y des
llena de una confianza arrogante que me heló la sangre. "M
e escapando de mis pulmones. Las rodillas
ccio
pota, me había humillado. "Una artista inútil que ni siquier
lidad dolorosos y humillantes. Y Alejandro... mi am
a" , inyecciones que un médico amigo
eptivo de l
ue mi mente se negaba a aceptarlo. Mi amor, m
osaron en un pequeño jardín al lado de la oficina.
bía llamado "Lá
olo de nuestro amor puro y único. Eran la joy
ntario casual de un viejo jardinero: "Qué curioso, e
y ardiente, ree
e terminaban su turno. Mi voz, cuando
es. Ahora mismo. No quiero q
onfundidos. Miraron hacia
quen!" , grité. "¡Yo soy
de la tierra, dejando una cicatriz oscura en el paisaje.
aqué mi teléfono. Mis dedos temblaba
privado. No todavía. Era alguien que representab
ablado durante horas, una conexión instantánea basada en el respeto mutuo por nuestro trabajo. Me había dado su tarjeta. "
iba a decir. Solo sabía que no p
una salida.
ndió su voz, al o
sonando extraña. "Soy Sofía V
Claro que me acuerdo. ¿Es
botones. "Necesito... necesito saber si esa oferta de trabajo pa