oduc
tas tierras en los Andes peruanos, ahora u
riento, nuestra unión era una alianza estratégica
nico consuelo, mi pedazo de hogar en este lugar
e, esa ilusió
puesta emboscada, se acostó con mis cuatro primas dela
lcanzó: mi pequeña Paloma, mi hija, mi r
table, pero el horro
ya abultados con los hijos de Mateo, enterraron a mi hija como a un anim
vira, un crimen que no cometí, y condenada por todos a un
odía el universo pe
ogar... todo se había conve
dio ardía en mis venas, y una pre
za, encontré una astilla de luz: Mateo
a consumir mi prisión, no fue
e creyeron muerta, se levantó con una sed insaciable de venganza, lis