mbre, de música en garajes sucios de Medellín. Yo era su mánager, s
trella del reguetón. Y yo soy la pa
llenó el espacio entre nosotros. Era un ritual nuestro, una forma de cele
añamente tranquila, "mi ál
ue esto no era una celebraci
mi imagen. Ya sabes, el c
o, sin humor. "¿Y yo
é de la cama, recogí mi ropa del suelo. Me sentí ex
tamento", dijo finalmente, apagando el
ía de hace diez años habría gritado, habría roto cosa
n",
ina. Una chica joven, con cara de no haber
uerta de nuestro apartamento
los hombros de la chica. "Es diferente, Sofía. Tú podías agua
miraba con ojos grandes y asustados, como un ciervo atra
dije. Mi voz
emos ser amigos, ¿verdad? De
gos" se sintió
ndí, mi sonrisa era p
lic suave. Afuera, el cielo de Bogotá se oscurecía, prometiendo lluvia. Me
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