un recuerdo. La primera guitarra que le compré, las letras de canciones
aciones crudas de sus inicios. Era la última pieza d
usaba cuando lo conocí. No sé por qué lo hice. Quizás quería re
e cristal y acero en el norte de Bogotá. Un mun
maban "La Jefa" con respeto, ahora evitaban mi mirada. El
la llevaba un vestido casi idéntico al que yo usé en la por
onrisa se desvaneció al v
intas en una mesa. "Vi
mi ropa, una mezcla
s tiempos?", se mofó. "Pensé q
usurrando algo en su oído. Jairo
ecio todo lo que hiciste. Pero ya se acabó. Dime cuánto quieres.
todo desapareció. Solo quedaba su voz, convirtiendo nue
avándose en las p
, Jairo", dije, mi v
risa cruel. "Todos
ba la pulsera de plata que me regaló cuando no teníamos nada. La hizo él mi
-