ue perdía a nuestros hijos, él se arrodillaba ante mí, con los ojo
ra mujer. Estaba embarazada. El mundo se detuvo. Javier me humilló frente a todos, rompió mi huipil y me vació una b
y si me iba sin su permiso, lo perdería todo y la mala suerte me perseguiría de por vida. Sus amigos me aseguraron qu
or, a mi lado. Me entregó un pasaje a Sevilla, un rayo de esperanza inesperado. Pero la pesadi
sobre mí y reveló la verdad más cruel: me había hecho abortar diez veces porque sospechaba que el primer bebé era de Mateo. Diez vidas sacrificadas por su
n una vitrina de cristal para la élite de México. Mi humillación era la culminación de su crueldad. Pero justo cuando la oferta sub
e no era el final de mi historia