nsciente tras salvar a mi pr
ara no preocuparla, pero la verd
ejor amiga Sylvia para que se hiciera pasar
por teléfono, diciendo que yo era "demasiado i
"jugar" con él, regresaría, y yo, c
ella era una farsa unilateral,
maba ciegamente mu
lección inolvidable: su cruel juego acababa de empezar, pero l
e mi verdadera musa, la inspiración