on Ricardo, su tío materno, un hombre alto y de hombros anchos, la fue a buscar al orfanato. No dijo mucho, solo la tomó de la mano, una mano grande y cal
nuevo mundo, un reino vasto de campos verdes y
a cuadra, si quería un vestido, los costureros de la ciudad venían a tomarle medidas. Creció siendo la princesa de la región, una joven alegre y de risa fácil, acostumbrada a que
bía sido de su madre. Por la noche, cuando los invitados se habían ido y la casa estaba en silencio, Elvira se sintió extrañamente inquieta. Subió a la habitación de su tío, un
en la cama de su tío. Se pasó el rosario por el cuello, por los pechos, bajando lentamente por su vientre. Cerró los ojos, imaginando la mano de su tío, esoscurecieron con una furia que Elvira nunca había visto. Ella se quedó helada, con el rosario aún en la mano, su cuerpo desn
e Don Ricardo fue un trueno bajo,
no le llegaba a los pulmones. Se
estás haciendo, Elv
có el rosario de su mano y lo arrojó contra la pared. El¿Para que te revuelques en mi cama como una cualqu
levantó de la cama y la sacudió. Elvira solo l
de te enseñen a ser una mujer decente. ¡Donde te saquen esas ideas sucias
as en la capital, un lugar con fama de ser estricto, regido por monjas de mano de hierro. Elvira miró por la ventanilla cómo la hacienda se hacía pequeña a lo lejos, sint
cina. Le dijo que su tío vendría por ella. Cuando Don Ricardo llegó, Elvira apenas lo reconoció. O más bien, él apenas la recono
no era de duelo, sino de una distancia insalvable. Al llegar a la hacienda, una mujer
ó a Don Ricardo en los labios. "Tú debes ser Elvira. Soy
no era su casa. La mujer, Sofía, la miraba con una
o el ceño, como si evaluara un
rvido de algo" , dijo con voz dura. "E
ágil, casi inaudible. Mostraba una sumisión absoluta, una obediencia que parecía aprendida a base de golpes. Do
como el de una sirvienta. Sus cosas, sus vestidos, sus recuerdos, habían sido guardados en cajas en el ático. Su lugar en la casa, en la vida de s
recía la joven reformada que Don Ricardo quería. Pero por dentro, en el silencio de su mente, solo había un pensamiento: escapar. Empezó a guardar troz
la tierra, todo la transportó de vuelta al internado. A los gritos de los hombres, al sonido de las puertas cerrándose de golpe. Su cuerpo empezó a temblar incontrolablemente, la
. No vio el terror en sus ojos, solo vio un com
Tres años en ese lugar y sigues siendo la misma
un pánico y una desesperación que su tío fue incapaz de comprender. Su reacción solo conf