a embajada española, sintiendo cómo mi vieja vida se desmoron
olorosa claridad, revelando el "soltero de oro" que era mi prometido, Ricar
o, sino el de Valeria, su prima, quien vivía en nuestra jaula dorada, confirmand
al escuchar a Ricardo susurrarle a Valeria que yo era "necesaria por ahora" para
ertiría en la arquitecta de su destrucción, pieza por pieza, como él había demolido