icardo se convirtió
¿A dónde?", preguntó, acercándose a la anciana hast
ron, listos para act
a no ret
dijo lentamente, eligiendo sus pala
una risa sec
sabella está enferma, y solo la sangre de Sofía puede
de Isabella fue como echar
cabeza, una tristeza
tiende. Sofí
ó en el aire, p
n doloroso. Podía verlo. Podía ver a Ricardo, el hombre que había amado con una lealtad ciega, el hombre que la había desechado como si
redulidad tiñendo su voz. "¿De qué
lo miró
ieron unos hombres. No eran de por aquí. Dijeron que una mujer muy importante los mandaba, una mujer ll
ido. Un sudor frío le recorrió l
rugas. "Pero ellos no aceptaron un no por respuesta. La tomaron a la fuerza... la desang
as golpeó a Ricardo, pero s
contra la horrible verdad. "¡Isabella no h
osotros mismos encontramos lo que qued
ellino. No, Isabella era pura, era su luz. Esto tenía que
a sus hombres. "¡Quiero que
su mandíbula apretada, convencido de que encontrarían a Sofía temblando en algún rincón. No podía estar muerta. Simplemente n