se había asentado en mi estómago como una piedra fría, pesada. Tenía que segui
atisfecha en el rostro. Se sentó a la mesa y desl
eño final del anillo. ¿Qué te parece? Sen
solitario de corte esmeralda sobre una banda de platino. Por un instante, una punzada de la v
icardo", dije, for
dándome una palmadita condescendie
tir
aire de superioridad que me irritó profundamente. Saludó a Ricardo con un beso en la mej
as? Ricardo me ha contado lo mal q
as, Lorena", respo
l salón. "Ven, amor... digo, Lorena. Siéntat
carado, que me quedé helada. Per
ia. Mientras sacaba el salmón del refrigerador, Lo
rías tan amable de prepararme un té de jazmí
espondí en
a jugando distraídamente con un collar que llevaba puesto. Pero no era
idén
El anillo que Ricardo me acababa de mostrar en la tableta, el q
a crueldad de su engaño me dejó sin aire. Mi mano, que sostenía u
preguntó Lorena, notando mi
dedos. No sé cómo pasó, si ella se movió o yo tropecé, pero la punta del cuc
un grito agud
o! ¡Sofía, me
rma. Vio la mano de Lorena, de la que brotaban unas pocas gotas de sangre
ó, corriendo hacia Lorena
resbaló...", intenté explic
e nunca había usado conmigo, examinando el p
s bien? ¡Ven, vamos a des
ándome una mirada llena de odio
nte loca! ¿Estás celosa, es eso?
elo, un recordatorio metálico y frío de mi pérdida de control. No solo me habían robado mi herencia y mi honor. Me