te Moisés. El murmullo de las conversaciones se detuvo, y todos lo
só por una fracción de segundo. Alejandro frunció el ceñ
?" , preguntó Alejandro,
recogido de la misma manera que yo solía hacerlo, e incluso llevaba
ntino silencio. "Desde que me fui, te has vuelto idéntica a mí. ¿Es f
mas al instante, una habilidad que siempre había perfeccion
ozó. "Solo quería... quería que te sintiera
muraron en simpatía por ella. Vi a mi tía, la ma
s diseños, ¿a eso le llamas admiración?" ,
o si fuera su caballero andante. "¿No ves que la estás lastimando? Siempre has sido así, egoísta y destruc
alegría que sorprendió a t
, tan ciegos a lo que tienen delante. Les encanta una buena historia, ¿verdad? La pobre pr
deteniéndose en los rostro
a, mucho más interesante. Y créanm
do del todo conmigo, decidió subir la apuesta. Dio un pa
milia otra vez, prima..." , dijo,
nto en que sus dedos rozaron la tela de mi vestido, se tropezó hacia a
tra una mesita cercana, derribando una bandeja llena de copas de vino tinto. El vino se de
Mi tía corrió hacia su hija, grit
tro descompuesto por la
su voz llena de un odio que nunca antes me había
os me miraban como si realmente fuera un monstruo.