prefería el bullicio y el aroma a carne asada de su modesta taquería familiar, un negocio que latía con el corazón de su barrio. Pero Sofía, su esposa, había insistido. Se trataba de una reunión i
el lujo del lugar y los trajes caros de los demás comensales. En la mesa principal ya lo esperaban Rodrigo Garza, un hombre de sonrisa fácil y
ono que mezclaba alivio y un ligero reproche, co
la mano, pero su apretón f
so Diego, el esposo de So
o, observando la dinámica. La conversación giraba en torno a un nuevo proyecto de expansión, un acuerdo que, se
slizando el documento hacia él con la punta de los dedos.
las eran leoninas, cedían un control excesivo a la empresa de Rodrigo a cambio de una inversión que, a juicio de Diego
," dijo Diego, su voz
tó una risi
s. El señor Garza es un hombre muy ocupado
carpeta. "Este acuerdo perjudica al negocio familiar a largo plazo. No
desvaneció, reemplazada p
ién te crees que eres
imer dardo envenenado, su voz
eres más que el yerno arrimado de la familia Valderrama. Un simple
mesas cercanas voltearon a ver, atraídos por el conflicto. La humillación era pública. Diego
llamar a
un par de veces antes de que ella contest
stoy en medio de una
esionando para firmar un contrato absurdo," explicó Diego, mantenie
la línea, y luego la respuesta de
nterías. Ricardo sabe lo que hace, y el señor Garza es nu
co
la confirmación de una traición que llevaba tiempo sospechando. Volvió a la mesa, su rostro ahora una
lentonado. "De hecho, me contó que está pensando en que su vida sería mucho
a un plan orquestado para deshacerse de él. Diego intentó dar
dijo Rodrigo, y su tono y
le el paso. Era más bajo que Diego, pero
arza dijo qu
ivado durante años de matrimonio arreglado y de sopo
go, su voz baja y peligrosa. "Y considera e
él. Los otros empresarios en la mesa, que hasta ahora habían
si no eres nadie! Eres el gato de la familia. El que vive de la caridad
la ira, una vieja llama comenzó a arder. Habían cometido un error