y recoger los pedazos del amuleto
endo todo en vivo desde su teléfono, con
sa bailarina Esmeralda Ruiz, ahora reducida a e
el frío suelo de mármol se sentía co
me lo dio, "para que te proteja s
en pedazos,
en vivo eran crueles, me llamaba
perfecta, ella era la ví
fá, con una copa de tequila e
rada, "este es tu lugar, aquí, a mis pi
ismo sin fondo, y yo
, mis rodillas dolían, pero mi espíritu estaba más herido,
n mirarlos, los a
ve", dijo
ó a mí, su rostro a centímetros del
susurró para que solo yo la escuchara, "que yo fui q
mi espalda, la sangre s
la, pero estaba paralizad
a la confesió
os principal", anunció, "y tú, Esmeralda, te
ncipal era mi habitación, la q
do, de mi dignidad, de mis
acurruqué en un pequeño cuarto de servicio en el
e la desesperación, una chispa d
dejar que
abía comprado en secreto y marqué el númer
ja, "necesito su ayuda, quiero
lado de la línea, y luego
ue esté en mi p
desayuno a Ricardo y Sofía, el mayord
eñor Molina la espera en
una mirada y, con una
en un coche discreto,
"hay inconsistencias en el informe policial de la muerte de l
speranza, por primera
usto cuando Ricardo
brieron el caso? ¡Paga lo que
trecerrados, la sospech
o, acercándose a
espo
meralda", siseó, "vas a
o de baile donde solía practicar, e
llí, con un eq
dón", dijo con una sonrisa malic
neg
del brazo, su ag
ro que haré que tu vida s
a, a la cara de Ricardo, y supe que
ba para humillarme una v
aje del abo
o grande, encuéntrame en la
oport
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