médicos dijeron que era casi imposible por la vía natural. La única solución que nos ofrecían era la fertilización in vitro. Para Sofía, de una familia rica y tradicional, la idea de no te
nos alejó aún más. Yo entregaba mi muestra, ella sus
El nombre en la pantalla era "El Toro" Sánchez. Mi sangre se heló. "El Toro" no era un nombre cualquiera, era mi a
Deslicé el dedo
a. No quiero que mi hijo lleve la sangre de ese muerto de hambre. Nuestro
gañaba, sino que planeaba robarme la paternidad. Quería que el hijo que yo criaría, el heredero d
o en el ring aprendí a no mostrar debilidad. L
ije
stra de "El Toro" estaba allí, claramente etiquetada. Con la misma rapidez con la que esquivaba un gancho
or. Una bailarina de flamenco con fuego en la sangre, a quien "El Toro" había dejado en coma tras una brutal paliza hacía años, ju
uno de los óvulos de Carmen y l
o, un hijo de mi sangre y de la mujer que a
entoso, con una voz que podía romper corazones y un carácter tan fuerte co
hacienda Vargas estaba lleno de música de mariachi, risas y el olor a mole. Ma
, la músic
entrada. Gordo, sudoroso, pero co
hacia nosotros, con
Veo que has cuidado
miró, c
señor, ¿l
carcajada que retumb
pero conoces mi sangre. ¡Y
mí. Vi la sonrisa triunfante en el rostro de Sofía, parada a
delante de mí,
mírez. No sé quién sea usted,
o ignoró y
la lengua el gato? Dile la v
dó a la lona hacía tantos años, se conectó con su mandíbula. E
gritó Sofía,
sta se había convertido en un circo, y yo e
to a "El Toro" y le dijo con una
l respeto a mi padre, no será
miradas acusadoras. En ese momento, sentí un orgullo tan profundo que