e, invisible, impo
Elena Rojas y
amor inquebrantable por mi hijo, fue testigo de la
tumba sin el menor rastro de remordimiento, vi cómo usaba el nombre de mi pequeño Diego
e vuelta a mi tumba. Su rostro estaba hinchado y sangraba
ba po
lena... pe
s recogía los tro
gerla, no pude
con cariño. Lo conocí un día de lluvia, estaba tirado en la calle, temblando de frío y hambre. Javier pasó a mi lado y di
iempre rondando la hacienda, asegurándose de que nadie me mole
nvolvió, tan vívidos como si es
a de la infancia de Javier, estaba frente a mí. Su rostro, que pa
Javier, ciego de amor y furia, me creyó culpable sin siquiera escucharme
ijo con una sonrisa triunfante. "Pero mientras t
ra él. Sofía contestó, su voz se volvió dulce y melosa. "Sí, mi
colgó y
amor' . Esa palabra
za que no espe
e brutal, sentí mis huesos romperse, pero no morí. Quedé ti
Horas después, cuando la oscuridad cayó, regresó. No venía sola
o, agachándose a mi lado. "Pero no te preocupes, vamos a terminar con esto.
violaron sobre la tierra fría, mientras Sofía observaba con una sonr
ma. Me arrastraron, dejando un surco de sangre en el suelo,
u aliento olía a victoria. "Porque quiero todo lo que es tuyo, tu casa, tu
cayó sobre mi rostro, llenando mi boca, mis ojos.
a oscuridad me consumiera por comple
i amor... ma
spíritu se negó a partir. No podía descansar, no hasta que Javier supiera la verdad, no