jara en la plaza principal. El lugar estaba lleno de vida, con gente preparando los puestos para la celebraci
e adobe y un fuerte olor a tequila y cerveza. Todos los ojos se p
a, poniendo un fajo de billetes sobre la mad
Compré otra ronda, y luego otra. Escuché sus historias, sus problemas, sus quejas sobre el alcalde y la falta de servic
un hombre mayor con un bigote espeso.
nr
ste pueblo es maravilloso. De
a, asegurándome de tene
Y el área de juegos para los niños... francamente, es u
avedad. Era una queja vieja, un problema que ningú
ueblo que ha acogido a mi familia, voy a donar los fondos necesarios para instalar un nuevo sistema de ilum
te me estrechó la mano con tanta fuerza que pensé que me rompería los dedos. En menos de una hora, me había convertido en el héro
se abrió de golpe. Eran Elena y Sofía. Sus ros
ido agudo. "¿Qué demonios estás haciendo a
con los brazos cruzados, mir
responder, el hombre
rno es un santo. ¡Nos va a poner luce
en sus ojos: la furia por mi despilfarro contra la nec
e siseó en voz baja, acercándose
lé lo suficientemente alto para
comunidad. Para que todos vean lo generosa que es la familia Mo
sin quedar como una avara frente a todo el pueblo. S
amor. Es... es un gesto muy
omó del brazo, su toque ahora repulsivo. Su
ta. Pero ya vámonos a la casa, ¿
a, la que calma las aguas. Pero yo veía a través de su actuaci
so entró a la cantina. Era Mateo, el hermano de Sofía. Tenía los o
z temblorosa. "Necesito hab
ulminó con
Mateo. Estam
ió, su desesperac
inero. Me están
y yo los seguimos. La breve calma se había roto. La disfuncionalidad de esa familia estaba salie
-