mi corazón latía con la fuerza de un tambor, cada segundo que pasaba me sentía más atrapad
i una figura familiar en la acera, de espalda
Rica
e veces después de que mis "padres" me adoptaron, siempre fue amable, siem
e inundó, él era mi
rité, mi voz s
el auto se detuvo con un chirrido,
ieron al verme en el auto, atrapada entre mis dos capt
del auto, Javier la baj
tó Ricardo, su tono era casual, pero sus oj
casi imperceptible, como si su programación estuvier
oz sonara normal, "mis padres me
ecordé una palabra clave que Miguel y yo usábamos cuando éramos niños
mente a los ojos de Ricardo, "él siempre sabía cómo
te', pero en español, la pr
luego, vi un destello de comprensión en sus ojos, él co
risa amplia y relajada,
gre, "oye, Javier, Elena, qué gusto verlos, por cierto,
confundida, y luego a
dijo ella, con
llanta," insistió Ricardo
encias, abrió la puerta y se agachó para mirar, en
oport
y salí corriendo, no miré hacia atrás, solo corrí, esquivando a la gent
un callejón, con el corazón a punto de salírseme del pecho, me escon
a entrada del callejón, esperé, temblando, hasta que
stenerlo, necesitaba llamar a la policía, a alguien, pero luego
, y de nuevo, la misma grabación: "
e, estaba sola, pero entonces, mi teléfono vibró
duró solo
"RICARDO MIENTE.
er, Ricardo me había ayudado, me había dado la o
a: "ÉL NO ES TU AMIG
l callejón, hacia el edificio que daba a la calle princip
amando a la policía, estaba allí, de pie, mirándome direc
sado para engañar a mis captores, pero ahora dirigida a mí, y en sus ojos, vi
ejó sin aire, no había escapado, solo había corrido de una jaula a otra, y