de un azul profundo y fascinante. La historia de amor de
r comenzará en cien millones d
é mi p
mill
recorrió l
a se alzó al otro
s -la voz de Alejandro
staba a su lado, con los ojos muy abiertos por una sorpresa fingida, aunq
llones -dije de inm
ones -contraatac
duelo. Ricardo, Darío y Javier bajaron silenciosamente sus pale
latiendo con fuerza. Esto era una parte
. Estaba disfrutando esto, la humillación
n la puja por un cuadro que deseaba desesperadamente, solo para dár
illones -dije
ndro
mil
uplicar el precio, una suma imposible destinada a a
do. El mar
ejandro del Monte por
os y victoriosos. Se inclinó y le susurró algo a Isabe
n a mi lado, sus voces l
to mucho
n mon
n los ojos fijos en Alejandro. No le permitiría t
-dije, mi voz
rcó un
¿Y qué me
ije-. Doscientos millones d
brillando de codicia. P
tá a l
e un preci
ajo, una luz cruel y
. -Se inclinó, su voz un susurro venenoso destinado solo para mí-. ¿Lo
bservaba, susurrando. Mi cara ardía. Pero el coll
hice lo impensable. Me arrodi
risa de Alejandro se ensanchó. Había ganado. H
palabra sabiendo a ceniz
el personal de la subasta le trajera la caja. La tomó, la abrió y sostuvo el h
la delicada cadena. Los zafiros de valor incalcula
había destruido. Había destruido el recuerdo de
ro de mí
na bofetada en la cara. El sonid
truo!
rar de inmediato, c
etando a la víctima, como siempre. Pero entonces hizo algo inesp
ndro, no quiero vivir! -chilló, un
un piso a una terraza de abajo. Una ar
co. La gente gritaba. Ale
de la barandilla a sus brazos mientras ella se "desmayaba"
siseó, su voz llena de a
arraron de los brazos, arrastrá
una habitación privada de un hospital. A
adenado un episodio severo relacionado con su rara condición cardíaca. Necesita una tran
nde iba esto. Mi tipo de sa
l en la cama del hospi
mi culpa. No debí molestarla.
ó. Sus ojos fríos
Esa noche, su equipo de relaciones públicas ya estaba difundiendo la historia. *La cruel heredera Azale
gaba, era un monstruo. Si aceptaba, me sometía a su voluntad.
voz temblando de
do esta ronda. Mientras las enfermeras preparaban mi
ue solo él pudiera oír-. Te maldigo a ti y a esa
lo se
rías sentirte honrada de que tu sa
i visión empezó a nublarse. Mientras me deslizaba hacia la inconsciencia, mi men
tro que estaba
ración en mis labios mientras la