a cabaña, ponié
rcos, intentaban persuadirlo para q
A Maya no le importar
etuvo en
d, Leo. Quéda
onrisa pequeña
itaba estar lejos de l
iudad en el coche cuando buscó su lápiz
ue Leo había encargado para que combinara con un vesti
ería de vuelta. Una última pieza de sí
e dijo al conduc
ro mientras caminaba de regreso a la terraz
vas esta
ndo, sostenien
illa que Maya acababa de desocupar. Su brazo estab
diferente al que había estado a
dos en absoluto. Charlaban con Sofía com
s, Maya
linó y bes
sesivo. Abiertament
o sonrieron co
a algún estúpido
-arrastró las palabr
dijo Leo,
z has engañ
na risita. Ma
largo sorbo
ne en
or toda
s-. Un poco de acción secundaria no cuent
Leo, guiñándol
a cabaña principal, un breve, casi i
nunca se entere. Mantenla feliz, mant
acarició
ará, nene. Eres
ó lentamente,
e sentía como la cosa más
, su compostura cuidadosame
fea y brutal, la había go
tafador. Toda su vida era una me
os eran su
oche, su cuer
ahogadamente al cond
udad de México. La lluvia fría azotaba el parabrisas, difu
spejo retrovisor, con el ceño
eño
ueles resonaban en su cabeza. El pla
r corrían por su rostro. Su
escuchó el ensordecedor sonido de una bocina y el horri
que le sacudió los huesos,