n la puerta de la sala hizo
voz de mujer llamó desde
mi desesperación. Alguien es
uro veneno. Se llevó un dedo a los labios en un gesto de falso
ompuso en un instante y
habitación con su cuerpo. Otras dos asistentes, ambas mujeres más
su tono de vuelta a su habit
mándose más allá de Jimena, tratando de ver ad
mente, un sonido com
No, solo saca
e me vieran, un montón patético en el s
atía en sus ojos. Solo un desprecio frío
la primera
-dijo Jimena, poniendo los ojos en blanco-. Se está
, una rubia de nariz
atos? Ni muerta
esperanza murió tan rápido como había nacido. Esta gen
notó el teléfono tirado en el suelo.
? -siseó, volviendo a entrar en la ha
s con la pantalla rota. Tenía que llamar a alg
llamada de emergencia justo cuando e
zante me recorrió el brazo. El telé
cogió. Miró
s qué? ¿Que estabas invadiendo propiedad
alcomanía descolorida de un girasol, una que Alía había puesto allí años
Jimena se en
de sacas
a -logré decir, acunan
rasol tatuado en la muñeca. Lo he visto. ¿Estás trat
a en memoria de nuestra madre.
eó, una, dos, una tercera vez con un crujido nauseabundo de plástico y vid
con el mundo exte
irando pesadamente
us cadenas. Agarró un puñado de mi ca
cara a centímetros de la mía-. Vienes a mi edifici
atrás contra la pared, mi cabe
rdatorio más permanente par
posándose en una cafetera dejada en un que
na sonrisa maliciosa-. V
drio. Todavía estaba medio ll
e abrieron
favor, n
an deslizado en la habitación detrás de ella, simplemente se quedaron junto a la puerta y observaron, sus rost
una supuesta acosadora. Esto era crueldad